Dólar soja 2: segundas partes son peores

Escribe Marcelo Ramal

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El anuncio de un nuevo ´dólar soja´ hasta final del año tendrá como puntapié inicial una reunión de Massa con las entidades del campo. La opositora Sociedad Rural y la semioficialista Federación Agraria adelantaron el faltazo. No es un secreto que, en la primera fase del dólar soja, la parte del león fue acaparada por los agroexportadores, que recibieron la divisa especial y, al mismo tiempo, aprovecharon la baja del precio del poroto como resultado de la mayor oferta que provocó el incentivo. En este sentido, la nueva fase el gobierno restaura el diferencial de retenciones entre la soja, 33%, y sus derivados (harina y aceite de soja), 5%, aumentando el margen de beneficio de las aceiteras. Massa ´calcula´, asimismo, que las cerealeras ofertarán 3.000 millones de dólares con el nuevo dólar de exportación. Pero la diferencia entre el dólar oficial, de 164 pesos, al cual entrega dólares a los importadores y la compra de un dólar sojero a unos 230 pesos implicará una pérdida de 200.000 millones de pesos para el Banco Central. El beneficio fiscal que resulta del cobro de mayores retenciones a la exportación le permitirá al gobierno mostrar al FMI cuentas más robustas del Tesoro, mientras oculta el déficit, igualmente fiscal, del Banco Central, así como la emisión monetaria multimillonaria que resulta de esta operación. El beneficio extra al complejo de exportación de soja triplica al aumento del gasto social asociado al nuevo salario mínimo, de planes sociales, asignaciones y tarjetas alimentarias.

Según el gobierno, la recaudación adicional por retenciones financiará medidas de “estímulo” al sector porcino y avícola, que se verá perjudicado por el mayor precio del poroto con que alimenta a carnes y pollos. La recaudación por retenciones se verá reducida por ese subsidio a corrales y granjas. En cambio, darán por terminado al fracasado fondo de la harina de trigo, que debía servir para desvincular el precio interno del de exportación. El pan a los 500 pesos el kilo se podría ir a mil. El “soja 2” echa más nafta al fuego de la inflación. El FMI y el gobierno han acordado un plan inflacionario para reducir el déficit fiscal mediante el aumento inflacionario de los impuestos y la licuación deflacionaria de los salarios, las jubilaciones y los gastos sociales.

Silobolsas

Más allá de la puja entre los productores y las cerealeras, la reticencia de los primeros a liquidar la cosecha tiene razones más elaboradas. Un dólar-soja a 230 pesos ha perdido atractivo ante una fuga de capitales que ha vuelto a llevar al dólar financiero paralelo a 340 pesos – en ascenso. Es más conveniente guardar el grano hasta que se produzca una devaluación oficial a un precio considerablemente mayor. El reclamo para liberar el mercado de cambios y poner fin a los cepos va uniendo a la burguesía en un bloque decidido a imponer su política. Es lo que se vio ayer en el almuerzo del conglomerado de grandes empresas y bancos con Massa y sus segundas líneas en el Ministerio. Los voceros de la liberación cambiaria -Cavallo, el kirchnerista Álvarez de Agis- han copado las entrevistas mediáticas para recitar sus evangelios. Curiosamente, todavía deben convencer al FMI, al Departamento del Tesoro y la Reserva Federal de Estados Unidos, que insisten en mantener la política actual, ante el temor de que la liberación cambiaria produzca una reacción masiva de los trabajadores y una crisis final del gobierno nacional y popular. Ese trío del Norte espera que el dólar soja y un préstamo sin condiciones que está por anunciar el Banco Interamericano, ayuden a controlar el derrumbe de la deuda pública en pesos y aguantar hasta marzo – cuando debería salir a la exportación la cosecha de soja 2023. Algunos fondos internacionales están a la expectativa de que la suba de la cotización de la deuda pública en dólares, que ahora es demandada por los tenedores de la deuda pública en pesos, les ofrezca la oportunidad de salir de la deuda externa de Argentina con el menor perjuicio posible. Argentina se ha convertido, bajo la supervisión del gobierno “de los pobres”, en una gran timba, donde el capital financiero rota de una inversión a otra, mientras la inflación destruye las condiciones de vida de los trabajadores. Como ocurriera recientemente en Gran Bretaña, cuando la City de Londres se sublevó contra un gobierno de superajuste que duró 45 días, los sojeros y acreedores de Argentina piensan que el plan aguante del FMI se ha convertido en una hipoteca costosa. Los dólares del dólar soja 1 se evaporaron en tres semanas, ahora temen que sirva para alimentar una fuga más rápida. El superávit comercial de Argentina, desde 2019 hasta el presente, se ha escapado al exterior por la vía de la remisión de utilidades, intereses y dividendos de las super endeudas empresas que operan en Argentina.

En este escenario, la burocracia sindical siga negociando salarios atrás de la inflación, mientras que los kirchneristas ortodoxos apuestan una vela al éxito de Massa, el FMI y el Departamento del Tesoro norteamericano. Que en este cuadro de contención política se desarrollen huelgas indefinidas y acciones de movimientos auto-convocados -en la Salud y la docencia, por ejemplo -, muestra que en la base de los trabajadores se abre camino la conciencia de que Argentina se encuentra en las vísperas de luchas grandes y decisivas.

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