Escribe Matias Melta
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A más de dos meses del acuerdo sellado entre el presidente Biden, las patronales y la burocracia sindical para frenar una histórica huelga general ferroviaria que paralizaría la actividad económica en Estados Unidos, las bases siguen luchando por su realización: esta semana los conductores, agrupados en SMART-TD -el sindicato ferroviario más grande del país que representa a 28 mil trabajadores-, votaron en un 50.87% contra el nuevo contrato colectivo de trabajo y por la realización de la huelga. Este masivo voto se suma al del ya realizado por las bases de los gremios de señaleros -BRS-, mecánicos -IBB- y trabajadores de mantenimiento de vías -BMWE-, que tuvieron que enfrentar todo tipo de maniobras de las direcciones burocráticas. Estos cuatro de los doce sindicatos ferroviarios que votaron por la huelga representan a casi un tercio de los 115 mil trabajadores de trenes y ferrocarriles estadounidenses. El 9 de diciembre es la fecha límite para un nuevo acuerdo entre las patronales y los sindicatos; sin embargo, si sólo uno de estos fuera a la huelga, el resto se plegará. La medida de fuerza significaría un cierre total de la cadena de suministros del país. La principal reivindicación de los ferroviarios en la defensa del franco por enfermedad.
Las alarmas por la posibilidad de la huelga prendieron inmediatamente: en las centrales patronales, la burocracia sindical y el poder ejecutivo.