Escribe Mariano Hermida
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El “logro” en materia salarial anunciado por CTERA constituye una verdadera estafa. Por empezar, el logro no existe, ya que la ´paritaria nacional´ no tiene ninguna influencia práctica en ninguna provincia, porque cada una discute sus paritarias de manera separada.
CTERA informó a través de un comunicado que en la paritaria se acordó (sin el visto bueno de ningún docente del país) “un incremento salarial del 114 % anual” (1/12), más el aumento del FONID (Fondo Nacional de Incentivo Docente) y de un plus por Conectividad por la suma de $1.000 en enero y $.1000 en febrero de 2023. En este caso se tratan de sumas no remunerativas, que no perciben los jubilados y achatan las escalas salariales. El 114% anual que presenta con bombos y platillos la dirección de Sonia Alesso y Roberto Baradel constituye un ajuste salarial implacable. La paritaria nacional quedó, en julio de este año, en un 82%. Con el anuncio oficial la docencia percibiría dos cuotas del 16%, sumando 32% en total para llegar al 114%, a cobrarse en marzo de 2023. Los porcentajes engañan. Primero, porque omiten que la gran parte de los “aumentos” no se realizan sobre el salario mínimo, sino en sumas en negro. Segundo, porque se aplican sobre salarios de diciembre 2021, no sobre el mes anterior. Y tercero, porque los aumentos se cobran en cómodas cuotas, cuando la inflación se mide mes a mes. Es el mecanismo por el cual el gobierno de los Fernandez, Massa y el FMI “desindexa” los salarios y las jubilaciones en un escenario hiper inflacionario, con nuevos tarifazos en puerta. Días atrás en cambio, los grupos agroexportadores consiguieron un nuevo dólar especial ($230), que el Banco Central deberá compensar con una fabulosa emisión monetaria. Entre los trabajadores de la educación y los pulpos capitalistas, el gobierno decide financiar las ganancias de los segundos. Atendiendo a las cifras, el salario conformado llegaría a los $90.338 pesos, en febrero, cuando una canasta familiar está hoy, en los $250.000. Con este sueldo miserable el gobierno pretende que la docencia “aguante” hasta la próxima paritaria del mes de marzo de 2023. El salario ya perdió en los últimos 7 años un 25% de poder de compra.
En la reunión la CTERA le solicitó -sin éxito- al gobierno que la docencia “no tribute el impuesto a las ganancias” (ídem). El “pedido” es puro verso porque tampoco se conoce ninguna lucha al respecto. El impuesto al salario afecta fundamentalmente a cargos jerárquicos, a docentes que se desempeñan en zonas rurales o desfavorables y a compañeros que tienen que trabajar 3 o hasta 4 cargos. La CTERA ha adherido a un proyecto de Ley, que elaboró el bancario Sergio Palazzo, para que se corra el piso a partir del cual el Estado cobra este impuesto, que por el momento duerme en los cajones del Congreso Nacional. La cuestión de un bono o de algún tipo de compensación ni siquiera fue planteada por el sindicato al gobierno. La secretaria general de CTERA, Sonia Alesso, reconoció a la agencia Paco Uraondo en una entrevista que “tenemos maestros muy pobres” (2/11). A confesión de partes…
La burocracia sindical ya largó la campaña para las elecciones del 2023, sea con Cristina Kirchner, Massa o el candidato que defina el peronismo. Están jugados al sostenimiento político del gobierno del Frente de TODOS que hace la tarea del ajuste que le ha encomendado el FMI, incluyendo una reforma previsional integral, mientras hay una devaluación en curso, tarifazos y los propios funcionarios del gobierno hablan de un “rodrigazo”.
La docencia tiene el desafió de auto convocarse y preparar una huelga indefinida para defender un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar por cargo, hoy en los $250.000 pesos, indexado por inflación. Es la tendencia que recorre a los trabajadores de la salud en todo el país, y lo que se manifestó en los últimos cuatro paros docentes bonaerenses.