Tiempo de lectura: 3 minutos
Hace solo una semana Alemania ha vivido un revuelo político ante el arresto de 54 personas de 11 estados federados, Austria e Italia. Entre los detenidos se encuentran figuras menores de la aristocracia alemana, como Heinrich XIII (autoproclamado príncipe de Reuss), viejos cabecillas de las Fuerzas Armadas y servicios de inteligencia y una jueza de Berlín, ex diputada del Parlamento alemán por la fuerza neonazi Alternativa para Alemania (AfD). La justicia alemana asegura que casi todos los detenidos pertenecen a una organización de extrema derecha “Ciudadanos del Reich” que persigue restaurar el viejo Reich comandado por Otto von Bismarck desde 1871. Desconocen completamente al Estado federal de Alemania, a sus funcionarios y al gobierno.
Este grupo, que contaría con una extensión nacional, habría preparado un detallado plan para ingresar al Parlamento alemán (Bundestag) con un grupo armado de 24 personas para tomar de rehenes a diversos diputados y ministros de gobierno. También, planeaban boicotear el servicio energético buscando así promover una guerra civil antes de navidad, según detallan diversos medios.
El golpe nonato habría sido descubierto por los servicios de inteligencia agrupados en la Oficina para la Protección de la Constitución (BfV), un grupo de élite encargado de investigar a los grupos extremistas. Los “Ciudadanos del Reich” ingresaron en esta categoría en el año 2016, momento desde el cual se han tomado diversas medidas como retirar permisos de portación de armas a 1.150 personas que se creen estarían ligadas a este grupo. De igual manera, han crecido considerablemente los ataques criminales asociados a dichas bandas que incluyen en la mayoría de los casos agresiones y asesinatos de inmigrantes, disidencias sexuales, políticos, entre otros.
Durante años, reportan los medios, este grupo fue considerado una asociación de marginales ´conspiranoicos´, pero el desmantelado plan avizora una red profunda que partía, principalmente, desde el propio Estado. Al revisar las listas de detenidos aparecen en primera plana diversos militares y policías retirados, así como personajes pertenecientes a la ex nobleza alemana junto con una jueza en ejercicio en Berlín, la ex diputada Birgit Malsack-Winkemann, quien iba a ejercer como ministra de Justicia en el frustrado gobierno golpista.
Los diversos estamentos de las FFAA, los servicios de inteligencia y la policía se encuentran, según el propio gobierno alemán, infiltrado por grupos extremistas de derecha y han crecido en cantidad y alcance las manifestaciones de estos sectores en favor de dichos grupos. “Un informe reciente de la Oficina para la Protección de la Constitución contabiliza más de 300 casos entre julio de 2018 y julio de 2021 de miembros de los cuerpos de seguridad con actitudes ultraderechistas (insultos racistas, gritos de Sieg Heil, el saludo hitleriano con el brazo en alto) o conexiones con los ciudadanos del Reich o partidos neonazis.” (El País, 11/12)
Por otra parte, las fuentes judiciales han encontrado que existe un financiamiento que es la pieza fundamental para el funcionamiento de estos grupos. Los mismos provienen de grandes empresarios que apuestan por dichos grupos. Lo que primeramente fue presentado como un grupo de delirantes, ahora aparece como una red muy amplía cercana a las 20 mil personas que se encuentra coordinada, armada, financiada y con fluidos contactos en sectores estratégicos del Estado. Si bien el apoyo político y los medios con los que contaban Heinrich XII y sus “compañeros” volvía imposible el éxito de su empresa, es la demostración de una fractura completa al interior del Estado alemán.
Alemania se ha convertido, nuevamente, en el país más armado del mundo. Esto lo ha logrado mediante la tercerización de dicha producción, pero es un estado militar en funciones. La descomposición de su aparato militar muestra el peligroso alcance que puede tomar dicha empresa. La proliferación de grupos armados es la expresión política radicalizada del escenario de una guerra mundial en desarrollo. La quiebra en su propio gabinete sobre la radicalidad o no en su apoyo a la empresa de la OTAN sobre Rusia y China ha generado un desgaste evidente entre las filas militares y el “Estado profundo”.
El golpismo no puede ser visto como una excepción en un mundo democrático, sino que es la contracara efectiva de dicho desarrollo bélico, así ha sido plasmado por el asalto al Capitolio promovido por Trump en 2021. De la misma manera que ahora las bandas fascistas de Bolsonaro hacen lo propio en Brasil. El fujimorismo peruano acaba de derrocar al presidente Castillo en Perú. La justicia y el gobierno alemán no descartan que exista un vínculo entre los “Ciudadanos del Reich” y Alternativa para Alemania, la cual mantiene una fluida relación con Trump.
El nonato golpe en Alemania expone la profundidad del derrumbe del régimen político internacional. Es necesario colocar el acento sobre esta cuestión para impulsar la necesidad de una intervención histórica de los trabajadores en esta crisis.