Escribe Olga Cristóbal
Pañuelazo en la Legislatura el 27 de abril a las 17.
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La campaña electoral de Rodríguez Larreta no solo se juega en los salones del círculo rojo o haciendo el ridículo en los recitales de Bizarrap, sino sobre el cuerpo de las más pobres de las mujeres y adolescentes.
Las embarazadas que acuden a los hospitales públicos y a los Centros de salud de la Ciudad de Buenos Aires tardan días en encontrar turno por la falta de profesionales, pero se chocan con folletería y enormes carteles celestes que ofrecen “ayuda” a las mujeres con “embarazos vulnerables”, a través de un 0800.
La línea 0800 de la Red Nacional de Acompañamiento a la Mujer con Embarazo Vulnerable (una cueva de la ultraderecha religiosa) es atendida por militantes evangélicos antiabortistas, contrarios también a la prevención del embarazo y a la educación sexual. O sea, a todo lo que no signifique parir. Sus mentiras sobre el tamaño de los fetos y el supuesto sufrimiento fetal durante un aborto son archiconocidas: ahora las difunden desde los hospitales con el aval del gobierno.
Esta intromisión ilegal contra la salud pública y los derechos de las mujeres fue anunciada con bombos y platillos por la cavernícola Cynthia Hotton, desde enero presidenta del Consejo Social de la Ciudad gracias a Rodríguez Larreta.
El Consejo es una entidad estatal que convoca a oenegés, empresarios, sindicatos e iglesias para definir “políticas públicas”. Desde enero, se repiten las denuncias de que Hotton corrió a las organizaciones feministas del Consejo para cederle la silla a la Alianza Cristiana de Iglesias Evangélicas de la República Argentina (ACIERA).
Para defender el desembarco de los evangélicos en la salud pública, Hotton sostuvo que en los Cesac y en los hospitales ¡solo se brinda la opción de abortar! Ahora, dijo, el 0800VIDA estará allí para implementar la Ley Nacional 27.611, de protección “a los embarazos inesperados” (sic). Un embuste. Esa ley no habla de “embarazos inesperados”, sino de que el Estado debe garantizar la atención y ayuda económica a las embarazadas que lo requieran. Para las que no quieren ser madres, debería estar disponible la Interrupción Voluntaria del Embarazo.
Rodríguez Larreta priva de atención médica y científica a las más pobres y las deriva a pastores y militantes clericales que no solo se oponen al aborto, sino a los anticonceptivos y, en muchos casos, a las transfusiones.
De este modo, el oficialismo porteño avanza contra uno de los logros más importantes del movimiento de mujeres, el derecho al aborto legal seguro y gratuito.
En su afán de disputarle votos a Bullrich e impedir que se los birle Milei, Larreta adopta un perfil brutalmente derechista en todas las áreas: contra los docentes, los trabajadores de la salud, los inquilinos, los desocupados, las mujeres, las jóvenes.
Como parte de su alianza con ACIERA, Larreta participó en abril de un acto con mil pastores evangélicos propiciado por Hotton en Parque Norte. “Ustedes siguen propagando la fe y los valores de la familia en cada rincón de la Ciudad y el país, dando cátedra de sus valores, de su cercanía, de su honestidad, de su altruismo para dar todo por el otro sin esperar nada a cambio”, arengó en un acto al que también asistieron Diego Santilli y la ministra de Desarrollo Humano, María Migliore.
Este jueves, numerosas organizaciones de mujeres se reunirán, convocadas por la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, para organizar un acto y pañuelazo en la Legislatura porteña en 27 de abril a las 17.
Socios más allá de las grietas
La derecha religiosa evangélica es un fenómeno internacional: son la violenta base de sustentación de Bolsonaro y de Trump, y aliados incondicionales del sionismo fascista israelí.
En la Argentina, según datos del Conicet, creció de forma exponencial: en 2008 representaba un 9 % de la población y en 2019 un 15,3 por ciento. Las comunidades evangélicas reúnen hoy por lo menos 6 millones de personas, un aluvión electoral más que codiciable, que ya mostró sus garras en el bando celeste durante la lucha por el aborto.
Un fuerte estímulo para que se multipliquen no son solo los miles de templos subsidiados que pululan en las barriadas (hay más de un millar solo en La Matanza), sino la transferencia de recursos del Estado para “políticas sociales”.
Esto incluye las miles de toneladas de alimento semanales que les entregó Vidal a los evangélicos para que las distribuyeran en el conurbano, un escándalo que Kicillof no modificó. Otra pionera fue la actual vicegobernadora Verónica Magario, que, en 2018, como intendenta de La Matanza, instauró el Día del Pastor Evangélico, metió a uno en su gabinete y desde entonces no cesa de regodearse con ellos.
La semana que pasó, la ciudad de Córdoba fue sede del Séptimo Congreso Iberoamericano por la Vida y la Familia (CIPVF), un encuentro anual intercontinental de evangélicos conservadores y fundamentalistas. Participaron delegados de 17 países que discutieron estrategias para combatir el derecho al aborto, la educación sexual integral y los derechos de la disidencia sexual. Y una política de masiva formación de cuadros.
Alberto Fernández tampoco se ha privado de recibir a Aciera en la Casa Rosada y funcionarios de su cartera participaron de los festejos de los 40 años de la entidad (Tiempo, 11/4).
El movimiento de mujeres debe denunciar que la avanzada evangélica crece con los subsidios y el apoyo político de todos los sectores patronales. Lo mismo ocurre con la Iglesia Católica.
Es imperioso expulsar a clericales y oscurantistas de las instituciones públicas.
Separación de la Iglesia y el Estado. Ni un centavo a los aparatos religiosos y sus satélites.
Cumplimiento efectivo de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo y de la educación sexual laica y científica.