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Luego de la salida del artículo “Una respuesta a Juan (Capitanich) Garcia” en Política Obrera, el aludido realizó una “catarsis” para descargar su frustración ante la refutación sin atenuantes de sus ataques.
En sus tweets, Juanelo termina reconociendo que cuando se produjo la sesión, él ya se encontraba en Buenos Aires y que se enteró dos horas después de la retirada de los diputados radicales del recinto. En menos de 280 caracteres, el responsable político de la regional de Chaco reconoce que el oficialismo chaqueño solo consiguió el quórum con la presencia del diputado del PO, y de paso se lava las manos sobre la actitud de la bancada. En otro tweet, plantea que Aurelio “no es un compañero al que nadie pueda manejar con control remoto” (sic). ‘Yo no fui, dice Coqui. ‘Pues entonces ¿quién lo tiene?’
Recordemos al lector que a fines de enero la Tendencia del PO realizó una denuncia pública sobre el quórum dado por el aparato, en diciembre previo, para votar el presupuesto provincial. Nuestra denuncia, que recoge además la información de los periódicos provinciales, fue rechazada con virulencia desde Prensa Obrera, sin negar lo ocurrido. Hubo una admisión incluso cuando se invocó que el Presupuesto hacía concesiones en el rubro de Educación. En efecto: en su respuesta a nuestra denuncia, García defendió el quorum, señalando que el diputado del PO "no acompañó la retirada radical, para quedarse a defender que se incluyera el compromiso de cumplir con el 33% del presupuesto para educación" (Prensa Obrera, 4/2). O sea, defensa cerrada del quorum otorgado. Ahora, "Aurelio se cortó solo". Sin embargo, simpatizantes del PO del Chaco han manifestado que Aurelio Diaz se autocriticó verbalmente por esa acción (ver carta de Luis Silvero al diario Norte del Chaco). El aparato partidario, en cambio, encubrió el otorgamiento del quorum, y ahora se lo endilga a Díaz.
En lugar de una crítica a un hecho de esa gravedad, el responsable nos respondió que “no ten(ía)mos estatura para pedir explicaciones” (sic)…
Se refuerza adaptación al parlamentarismo
Debido, en parte, a la escasa presencia (a excepción de Salta, desde 2001 a 2015), la izquierda estuvo relativamente inoculada de las presiones parlamentarias. Esto cambió con el salto que dio el FIT en términos de caudal de votos a partir de 2013. Chaco es, de todos modos, un caso excepcional, en el sentido de que se trató de una apretada directa del gobernador, al que le faltaba un voto para sesionar. En otros casos (desafuero de De Vido, ley Micaela, referendo para la deuda externa, aprobación de la mentirosa emergencia alimentaria -que no acompañó Izquierda Socialista- y el quórum para aprobar la reforma al régimen especial de jubilaciones) lo que primó fue el arribismo electoral – una presión supuesta de la llamada opinión pública, contra la cual había que evitar las polémicas. En las polémicas al interior del partido, estas posiciones fueron defendidas por el aparato en nombre de una política ‘propositiva’, que pretendió justificar el furcio del legislador bonaerense cuando propuso un juicio político a Vidal, que debía contar con el apoyo del pejotismo. El mismo que fue convertido en “enemigo principal” en 2018, para rechazar la consigna Fuera Macri. El hecho de que la responsabilidad de dar quórum quede en manos de la izquierda, con una representación mínima frente a los bloques tradicionales, demuestra la profundidad de la crisis que atraviesa el propio régimen.
Frente a este escenario: ¿cuál es el rol que debería tomar la izquierda? Dar quórum para el tratamiento, y luego votar en contra, eventualmente, de los proyectos de la sesión, es asumir la responsabilidad política por el resultado. En el caso de la reforma jubilatoria, el PTS justificó el quórum con el argumento de que oponerse a los proyectos del FMI no es correcto, cuando esos proyectos afectasen a “la burguesía reaccionaria” (Pistonesi), en este caso el Poder Judicial. El FIT logró convertir la tesis del stalinismo de apoyar a la “burguesía progresista”, en el respaldo al imperialismo enfrentado a “la burguesía reaccionaria”. La burguesía a ambos lados de la mesa, nada para clarificar la posición socialista. El mencionado Pistonesi convirtió en ley general la posición pública de Del Caño, que había pontificado que el tema de la deuda externa era “práctico, no ideológico”. De este modo convirtió a la eficiencia en la ideología común de obreros y patronales.
Revisando posiciones
En una reciente nota justificando a los diputados nacionales de FIT por dar el quórum para el tratamiento de la reforma de las jubilaciones del sistema judicial, Eduardo Salas nos ilumina en esta nueva concepción del PO oficial: decía entonces que había dos posiciones, no bajar al recinto y retirarse junto con Negri, la UCR y Cambiemos, o bajar y dar quorum.
Curiosamente Salas plantea que retirarse implicaba un “frente único” con Negri. Al igual que Pistonesi, Salas sostiene que hay que elegir a una banda de explotadores contra otra, y recíprocamente. La infección viral de elegir un bando capitalista u otro llegó a la bancada del FIT al mismo tiempo que a Wuhan. Al final, el mismo Negri terminó declarando, cuando se llegó al voto en el Senado, que JpC no tenía diferencias con el FdT en este punto, y dio el quórum que había negado en Diputados. Colorín, colorado.
¿Qué hubiera pasado si naufragaba el proyecto como resultado de la iniciativa de los Negri, como ocurre en este caso – se pregunta Salas? “Eso hubiera dado pie a mayores condicionamientos desde la derecha y no al fortalecimiento de la acción popular. Eso es lo que ocurrió con la frustrada resolución 125, en conflicto con el campo en 2008, que contribuyó a que levante cabeza la oposición demagógica derechista (que oficiaba como portavoz de los ruralistas)” (“Altamira se coloca junto a Negri y la defensa de los privilegios de los jueces”, Prensa Obrera, 29/2). El aparato del PO ha impuesto, sin consultar a su tropa, la posición de los K en el conflicto rural – aumentemos las retenciones, que no nos alcanza la guita para pagar la deuda. De nuevo, con el capital financiero, contra la “burguesía reaccionaria”. El punto de vista independiente del proletariado ha ido, parlamentarismo mediante, al tacho de basura. Tres diputados de izquierda no tienen otra que acabar emparentados con el enemigo de clase, en una Cámara de 257 legisladores. Para Salas y para el CC del Partido Obrero post expulsiones, había que apoyar al gobierno K y a la 125; la historia del PO cambió de bando.
Un viraje de conjunto
La situación de adaptación no se circunscribe específicamente al PO oficialista, sino en términos generales a todo el FIT-U, pero particularmente el PTS, quien hoy interviene en tándem con el PO en todas las iniciativas parlamentarias del Congreso Nacional. Esta situación se ha agudizado luego de la expulsión de más de 1.200 militantes del Partido Obrero, que hoy conformamos la Tendencia y reclamamos nuestro reconocimiento como tal. Ningún partido del FIT se pronunció ante la mayor crisis de la izquierda desde la división del MAS, como sí lo hizo Altamira en aquel momento, defendiendo el derecho de tendencia.
Por eso no se produjeron críticas de parte de los “socios” del FIT al ‘coquismo’ del PO en Chaco. En Jujuy, por ejemplo, sucedió algo similar a fines de 2018, en el Concejo Deliberante de Palpalá, donde por una crisis entre el intendente radical y un Concejo dividido, el concejal del PTS-FIT terminó dando quórum para el tratamiento del Presupuesto frente al faltazo de un sector del PJ. Los activistas obreros, de la juventud y de la lucha de la mujer, necesitan conocer todo esto. Es una delimitación clave para organizar una vanguardia revolucionaria socialista internacional.
Hoy los socios del FIT comparten las mismas posiciones políticas, aunque se nieguen a formar un bloque legislativo único, lo que muestra que el oportunismo suele ir junto al sectarismo, porque en ambos casos domina una lógica de aparato. O que, al menos en el caso del PO, su grupo dirigente imponga la política parlamentaria en forma consumada, sin deliberación del conjunto de la organización. No hay educación colectiva en el trabajo revolucionario en el Parlamento. En octubre de 2003, la derecha (Crespo Ocampo) despidió a Altamira como legislador porteño con la denuncia de “subversivo”, mientras elogiaba la actividad “constructiva” de Izquierda Unida.
Ahora el FIT reclama que sesione el parlamento en la cuarentena, en lugar de denunciarlo por mantenerlo en la congeladora, mientras todos los bloques hacen frente en las conferencias de prensa de los Fernández y en la política anti-obrera de despidos, suspensiones y reducción de salarios. Reclamar que funcione no es lo mismo que denunciar que no lo haga; en un caso se reivindica al parlamentarismo, en el otro se denuncia su incapacidad y su complicidad con la gobernabilidad del momento. El gobierno nacional, los gobernadores y la oposición tradicional acuerdan las medidas que se toman a espaldas de la sesión del parlamento para evitar el debate abierto frente a la ciudadanía, lo mismo que hacía antes el pejotismo cuando prefería que Macri arregle por su cuenta con el FMI, para no ensuciar sus manos votando a favor en el Congreso.
Se viene una etapa atravesada por grandes convulsiones políticas, crisis y choques. Con una política de adaptación al parlamentarismo burgués, la izquierda es incapaz de explotar revolucionariamente las enormes posibilidades que abre la etapa.