Fentanilo y guerra comercial en la cumbre Biden-Xi Jinping

Escribe Jacyn

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La cumbre celebrada por Joe Biden y Xi Jinping en San Francisco, días atrás, fue una reunión de necesitados. El imperialismo yanqui enfrenta un severo impasse en la guerra contra Rusia, luego del fracaso de la ´contraofensiva´ ucraniana. Por otro lado, la rebelión palestina abrió un nuevo frente que ha colocado al borde del colapso al estado israelita, su aliado estratégico en Medio Oriente. En el caso de Xi, China atraviesa una crisis económica creciente, azuzada por un derrumbe inmobiliario de proporciones, que ha disparado el desempleo juvenil. Aunque la cumbre -que se extendió por más de cuatro horas- no arrojó una declaración conjunta, trascendió que ambos presidentes acordaron tomar medidas para frenar la producción de fentanilo y restablecer la comunicación militar.

El hecho de que, en una cumbre mundial de esta envergadura y en el marco de guerras internacionales que se amplían, la cuestión del fentanilo se encuentre entre las prioridades de la agenda bilateral se explica por la devastación que esta droga está produciendo en la población norteamericana. Se estima que en Estados Unidos, mueren diariamente entre 200 y 300 personas por sobredosis de este opioide sintético, que ha desplazado del ránking del consumo a la cocaína y la heroína. Por su parte, China se ha convertido en uno de los principales productores mundiales de los precursores químicos para la producción del fentanil. Los funcionarios norteamericanos aseguran que la industria china provee a los laboratorios de los carteles instalados en Mexico, fundamentalmente, que luego introducen el producto en Estados Unidos.

El fentanilo es 50 veces más potente que la heroína y 100 veces más potente que la morfina. Fue desarrollado hace más de 50 años para tratar el dolor intenso y desde hace poco más de una década su consumo se ha convertido en una epidemia entre la población norteamericana. Con frecuencia se mezcla con otras drogas o se consume bajo la forma de pastilla. La sobredosis por fentanilo es la principal causa de muerte entre los estadounidenses de 18 a 45 años, por encima de las ocasionadas por armas de fuego, accidentes automovilísticos o cualquier otra causa. Solo dos miligramos de esta droga, que equivalen a 10-15 granos de sal de mesa, se considera una dosis letal (elmundo.es, 2/8).

"El mercado de la cocaína se desplomó en EEUU, reemplazado por uno peor, el del fentanilo, que ya les mata 100.000 personas al año", tuiteó el presidente colombiano Gustavo Petro, un mes atrás. El fentanilo, añade Petro, es la "razón por la que cae el precio de la hoja de la coca en las áreas dedicadas a la exportación hacia EEUU y las organizaciones armadas asentadas allí reemplazan la pérdida de ganancias de la cocaína por oro ilícito, extorsión y secuestro contra la misma población de la zona". El colombiano atribuye a esta ´reconversión´ el auge de la violencia narco en Ecuador, entre otros.

Dado el alcance que ha adquirido este flagelo, China ha ´gestionado´ la exportación de la droga y de sus precursosres como parte de la disputa ´geopolítica´ con el imperialismo norteamericano.

Según una experta estadounidense en crimen organizado, citada por La Nación (4/11), “los traficantes chinos aprovecharon la crisis de los opioides en Estados Unidos para introducir el fentanilo en el país y que las diferentes perspectivas de política exterior entre ambas naciones han resultado en una completa falta de cooperación y, por lo tanto, en la incapacidad total para frenar el tráfico”. Y añade: “China sólo está dispuesta a ayudar en este ámbito si Estados Unidos ofrece algo jugoso a cambio, algo que hasta ahora Washington no ha estado dispuesto a hacer”.

Durante el gobierno de Trump, Pekín dio señales de ´solidaridad´ al encarcelar a varios narcotraficantes y productores de fentanilo. Incluso en 2019 prohibió la producción, venta y exportación de todas las drogas de la clase del fentanilo a menos que se emitieran licencias gubernamentales especiales. China esperaba que Estados Unidos le devolviera el favor con ciertas concesiones en el ámbito comercial, pero esto jamás sucedió. El único cambio que se produjo fue que los traficantes chinos, en lugar de enviar el producto terminado directamente a Estados Unidos, comenzaron a exportar precursores de fentanilo a Canadá y principalmente México, en donde los cárteles de Sinaloa y de Nuevo Jalisco finalizan el producto, muchas veces mezclándolo con cocaína, para traficarlo a territorio norteamericano por sus rutas habituales (ídem).

Desde Estados Unidos se aplicaron sanciones. Los funcionarios del Departamento de Estado afirman que agentes encubiertos de la Administración para el Control de Drogas (DEA) compraron los productos químicos a vendedores en línea en China que anunciaban abiertamente su capacidad para eludir los controles estadounidenses mediante el uso de etiquetas de envío falsas. "El transportista envió 43 kilogramos de precursores químicos, suficientes para fabricar 15 millones de dosis de fentanilo", aseguran fuentes calificadas (elmundo.es, 5/10). Pekín rechazaba entonces esta versión. La respuesta oficial de su diplomacia fue: “Estados Unidos debe afrontar sus propios problemas”.

Del ´acople´ sino-norteamericano de hace dos décadas atrás, hemos pasado a la guerra comercial y ´geopolítica´. Entre ensayos militares y restricciones aduaneras, se ha filtrado el envenenamiento en masa de la población. El fentanilo se ha convertido en una verdadera arma de destrucción masiva.

"De la marihuana del capitalismo del bienestar y sus juventudes rebeldes hemos pasado a la cocaína, la droga de la competitividad y el neoliberalismo; y ahora entramos en la droga de la muerte, el fentanilo: la droga del capitalismo de la crisis climática y la guerra", sintetizó, con bastante acierto, Gustavo Petro.

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