Tiempo de lectura: 2 minutos
El último fin de semana de noviembre se realizó en Parque Sarmiento, CABA, el Primavera Sound Buenos Aires 2023, organizado por las productoras Dale Play Live, Pop Art Music y Move Concerts. Muchos señalaron el hecho de que se ocupara un espacio público para un evento comercial de estas características, que reunió a 50 mil personas en cada noche. Los funcionarios porteños se ampararon en el hecho de que era el único espacio en la Ciudad apto para el tipo de espectáculo que se ofrecería, que tuvo cuatro escenarios simultáneos y gran despliegue de oferta gastronómica. El abono para las dos noches -que encabezaron algunas de las grandes bandas internacionales de rock y numerosos artistas locales- costaba 80 dólares al tipo de cambio paralelo. El año pasado se utilizaron terrenos descampados ubicados en Costanera Sur.
El hecho es que se desconoce el canon que pagaron los organizadores -si es que pagaron algo- porque el secretario de Deportes porteño, Carlos “Chapa” Retegui, esgrimió que “hay un impacto positivo vinculado a estos festivales, que tiene que ver con los ingresos que generan por turismo, hotelería y gastronomía. Nos pidieron el Parque porque era el único espacio posible para hacerlo” (Clarín, 27/11). Sin embargo, los dos escenarios principales se montaron sobre la pista de atletismo, única en CABA “que cumple con las normas de calidad de la Federación Internacional de Atletismo. Necesita cuidados específicos y es la segunda en su tipo en un espacio público, junto a la de Parque Chacabuco“ (ídem). Es decir, el “impacto positivo” sobre el negocio hotelero y gastronómico tiene su contrapartida en el “impacto negativo” sobre el patrimonio público.
Pero esta privatización temporaria del Parque Sarmiento, en rigor, se suma a otras privatizaciones de carácter permanente dentro del mismo: el predio cuenta con más de 18 de sus 74 hectáreas concesionadas a privados. “Doce hectáreas están explotadas por privados a través de adjudicaciones directas no sometidas a ninguna instancia de participación ciudadana ni a instancias de competencia de ofertas”, denuncia Jonatan Baldiviezo, del Observatorio del Derecho a la Ciudad. La legislación porteña prohíbe la privatización de parques, plazas, plazoletas y todo espacio verde de uso público, esté parquizado, jardinizado o no. Esto se burla diariamente. Actualmente funcionan cuatro concesiones: Belgrano Athletic Club construyó canchas de rugby y usufructúa 6,5 hectáreas bajo el vaporoso formato de “permiso de uso no exclusivo”. Por otro lado, Sebastián Battaglia (ex jugador y ex DT de Boca Juniors) tiene canchas de fútbol y una concesión recientemente ampliada. El ex preparador físico de la tenista Gabriela Sabattini, Omar Carminatti, tiene allí canchas de tenis. Y la Asociación de Ciclismo de Buenos Aires tiene allí su centro integral para la iniciación, práctica, entrenamiento y difusión del deporte. “A estos usos se suman espacios destinados a gastronomía” (íbidem).
El “impacto positivo” de los negocios hoteleros y gastronómicos que celebran los funcionarios porteños demuestra que el norte estratégico de la ´autonomía porteña´ sigue siendo aquel que señalara Domingo Cavallo hace 20 años atrás: convertir a Buenos Aires en la capital turística, cultural y financiera del Mercosur.