Bahía Blanca: la catástrofe después del temporal

Escribe Emiliano Fabris

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A medida que transcurren las horas, se va conociendo más consecuencias de la brutal tormenta de viento y lluvia que registro ráfagas de más de 180 km/h y dejó a la ciudad destruida el sábado 16 de diciembre. El peor saldo ha sido el derrumbe de una pared del club Bahiense del Norte –en donde se formó Emanuel Ginobili- que causó la muerte de 13 bahienses durante un festival de patín, mientras que otros cinco siguen internados de gravedad. Es una de las mayores tragedias en la historia de la ciudad hasta el momento. La justicia ha iniciado una investigación para determinar los causales de las muertes. El Servicio Meteorológico Nacional había emitido oportunamente un “alerta naranja”. Otro club, cuyos techos se derrumbaron completamente, tenía prevista una cena con 250 personas solo una hora antes del temporal. La mayoría de los clubes quedaron destrozados. Una mujer de la cercana ciudad de Punta Alta también falleció a causa del temporal.

Hubo más de 400 personas que debieron ser evacuadas producto de la voladura de techos en las viviendas y su inundación completa, ocasionando pérdidas totales. Hasta el momento, más de la mitad de la ciudad continúa sin energía eléctrica y el abastecimiento de agua es irregular. Miles de árboles fueron derrumbados, junto con carteles y otros elementos de gran porte, sobre casas, calles y automóviles. Hay escuelas completamente inundadas y con severas roturas. Tanto el Puerto como el Polo Petroquímico quedaron inoperativos. Muchos comerciantes se atrincheraron durante la tormenta para evitar saqueos y debieron reforzarse “patrullajes nocturnos”. Desde ya, no hay internet y los servicios de telefonía están colapsados.

El intendente Federico Susbielles constituyó un comité de crisis y declaró la “emergencia sanitaria, alimentaria, social, ambiental, habitacional, de infraestructura, administrativa, económica y de servicios públicos”. Las fuerzas armadas, defensa civil, bomberos y policía de la ciudad y la zona fueron desplegadas para recoger todos los árboles y escombros, lo cual avanza muy lentamente.

La cuestión de la recuperación de la energía eléctrica, cortada en toda la ciudad desde el sábado 16, es un tema crucial. Miles de familias tienen que comprar hielo para mantener la comida. Varios comercios han sufrido pérdidas millonarias. Periodistas difunden el alza indiscriminada en el precio de generadores de energía y hasta de los paquetes de velas. Lo cierto es que nada de esto fue facilitado por el Estado. El intendente disparó contra la proveedora mayorista de electricidad TRANSBA, insinuando que no estaría habilitando el ingreso de energía para recuperar el servicio, y que “quería ser escuchado y participar en la toma de decisiones”. De todas maneras, dijo que la empresa distribuidora EDES aún debía garantizar las condiciones del cableado.

El domingo 17 llegaron a la ciudad comitivas encabezadas por presidente Milei y el gobernador Kicillof. De la reunión conjunta no se comunicó nada significativo. Consultado el día después, el vocero presidencial afirmó que “la ciudad no solicitó hasta el momento ayuda a Nación”. El intendente replicó que presentará un pedido de auxilio financiero. Por el momento, solo se han enviado desde el gobierno nacional cinco camiones cisterna con combustible y una estación móvil del YPF. Kicillof, declaró “estado de emergencia” para toda la provincia de Buenos Aires “a efectos de la realización de obras urgentes y la implementación de las acciones necesarias para solucionar o aliviar las consecuencias de desastre producidas, evitar las agravaciones humanitarias que de él pudieran derivarse y reparar los daños producidos o que se produzcan como consecuencia del fenómeno climatológico”. En principio, se enviarán a Bahía Blanca efectivos, maquinaria, alimentos, ropa y psicólogos.

Los expertos en meteorología aún no han definido con precisión lo que ocurrió, hablándose tanto de una turbonada, tornados o tormentas de viento. Se vincula al fenómeno climático conocido como “El Niño”, recurrente en la Argentina desde el año 1961, y al propio cambio climático. Algunos señalaron que, en cualquier caso, serán más frecuentes en el próximo periodo. Hace no demasiado, otro temporal también azotó a la ciudad con inundaciones y voladura de techos. La realidad urbana en su conjunto no está adecuada en absoluto para enfrentar estos fenómenos de la naturaleza que seguirán sucediendo. Una experta señalo por los medios que “aún no existen, de manera generalizada, planes de contingencia para actuar ante las alertas por distintos fenómenos, como tormentas severas u olas de calor” (lanueva, 19/12). La Argentina posee un Sistema Nacional para la Gestión Integral del Riesgo (SINAGIR) que, según otro experto “durante el gobierno anterior el SINAGIR fue discontinuado en sus funciones esenciales, y el actual no lo ha puesto en valor otra vez en estos días” (ídem)

Investigación por las muertes en el Club Bahiense del Norte y determinación de responsabilidades civiles y políticas. Este cuadro de catástrofe plantea un gigantesco despliegue de recursos materiales y humanos. En primer lugar, para recomponer en forma urgente el 100% del servicio eléctrico y del agua. Deben conformarse cuadrillas extraordinarias de reparación y saneamiento de la vía pública, bajo convenio correspondiente, a cargo del Municipio. Al abastecimiento de los bienes más básicos –ropa, alimentos y agua- debe sumarse un plan de reconstrucción de todas las viviendas afectadas, a cargo del Estado. Esta urgencia choca, por supuesto, con la paralización completa de la obra pública –“no hay plata”- y, por supuesto, con el cuadro hiperinflacionario que hará más costoso todas las tareas de reconstrucción de viviendas y autos sufridas por los vecinos. Deberá ser garantizado mediante todas las reuniones, asambleas y manifestaciones de vecinos y trabajadores necesarias.

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No fue sólo el temporal Por Jacyn, 17/12/2023.

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