Por el reparto de las horas de trabajo sin afectar los salarios
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La patronal de la industria siderúrgica, con Techint a la cabeza, es la que más impulsa el DNU y el proyecto ómnibus de Milei, con la vista puesta en la reforma laboral. En el 2000, estuvo detrás de la operación Banelco, para que el secretario de Trabajo de De la Rúa promoviera esa reforma en el Congreso. Pero esos adefesios autoritarios e inconstitucionales apuntan, por sobre todo, a provocar una recesión industrial que la situación del comercio mundial y de la economía argentina no justifican. Es una recesión artificial producida por una operación financiera destinada a solventar una deuda pública que ha alcanzado un volumen fabuloso. Por otro lado, es una recesión que tiene el objetivo de provocar una desocupación considerable que habilite las condiciones sociales y políticas para imponer la deseada destrucción del derecho laboral. Las pérdidas capitalistas que determine una recesión quedarían ampliamente compensadas por el avance gigantesco de la patronal sobre las condiciones de explotación de la fuerza de trabajo.
El resentimiento de la demanda a la industria se asienta en el freno brusco del Estado a las obras públicas, incluso cuando se encuentran en estado de terminación; las patronales alegan dificultades para importar materia prima, debido a la permanencia del cepo cambiario, con el que se busca aumentar el superávit comercial. En la recesión de la industria no hay nada vinculado a dificultades de mercado, sino que está inducida por una política condicionada por apremios financieros y el propósito de reducir a la clase obrera a un estado de precarización completa. Lo de la siderurgia vale para la industria automotriz, aunque ambas han obtenido la supresión de los derechos de exportación que figuraban en el suspendido paquete fiscal.
En reuniones con empresas contratistas y con la UOM de San Nicolás, Ternium informó de una caída del 20 % en la facturación, alegando dificultades incomprobables para la importación de carbón y minerales: el Grupo Techint avanzaría con una primera tanda de 30 despidos a partir de la semana próxima. La situación podría agravarse hacia marzo, para cuado se barajan otros 200.
En una desvergonzada adhesión a la maniobra de la patronal, el dirigente de la UOM San Nicolás, Edgardo Holstein, declaró al Diario El Norte que “al caer la actividad, pasa lo de siempre: la empresa empieza a adaptar su operación a la plantilla de trabajadores que necesitan”. La cantidad de despidos es incierta aún: “podrían ser 200, o tal vez más, o tal vez menos” agregó el dirigente metalúrgico. La declaración parece sacada de un comunicado empresarial. Holstein ni murmuró alguna acción sindical para frenar esos despidos; la empresa podría repartir las menores horas de trabajo entre todo el personal, sin despidos ni reducciones de jornales. Cuando se trata de maquinaria, las empresas organizan paradas para su mantenimiento, sin que se le ocurra a nadie echarlas por la borda.
Siderca, la acerera de Techint, en Campana, redujo considerablemente su personal en el mes de setiembre, antes de la definición de la elección presidencial. La UIA había hecho lobby por Massa, que también se había comprometido con llevar a término la reforma laboral. La empresa tampoco renovó contratos a cientos de contratados y trasladó personal a su planta de Siat Tenaris en Avellaneda. Aprovecha la precariedad de facto en la industia para despedir sin indemnización. Actualmente está vigente un acta de suspensiones por seis meses. Pasaron de trabajar de un régimen de 6x2 a 6x1, menos en la acería, que está a pleno y se acordaron suspensiones.
En Siderca, las suspensiones son algo habitual hace años y la empresa lo utiliza en cualquier ocasión (por ejemplo, si se rompe una máquina que tiene que quedar parada algunos días). Anteriormente, solo el Ministerio de Trabajo aprobaba las actas de suspensiones, cuando declaraba situación de crisis y luego de un acuerdo entre el gremio y la empresa. Pero a partir del 01/12/23 entró en vigencia un acta por la que se paga sólo el 80 % del salario y es no remunerativo (no cuenta para jubilación y salud). La suspensión se realiza durante todo el mes y no se pagan los aportes, ni a la prepaga, ni a la jubilación. Anteriormente al acta, cuando el Ministerio no avalaba el acta de suspensión, la empresa dispensaba de asistir a trabajar y pagaba el básico. Este tipo de actas se viene firmando hace tiempo: con la cuarentena por el COVID se firmó un acta similar; también en 2008, cuando se produjo la crisis mundial de las hipotecas. La declaración de crisis es para que la UOM acepte las suspensiones.
En Acindar Villa Constitución, crecen los rumores de bajas de contratos y retiros voluntarios.
La planta de Siat Tenaris también viene de afrontar una reducción importante de contratados. La fábrica venía de crecer un 500 % en su plantilla de personal a fin de producir los caños sin costura para el Gasoducto Néstor Kirchner. También había modificado su régimen de turnos americanos para que la producción se mantuviera sin parar. A la gran mayoría de estos contratados la empresa no les renovó contratos y a algunos trabajadores los trasladó a Siderca. Las empresas se valen de la precariedad de contratos de los trabajadores para ajustar su plantillas a sus variables productivas. Los dirigentes de la UOM, por su parte, ofician como voceros de las empresas.
La lucha contra los decretazos e imposiciones de Caputo-Milei y el FMI enfrenta un escenario adicional: los despidos masivos. Ningún trabajador debe aceptar el cuento de la crisis, pues estamos ante una recesión inducida para imponer la reforma laboral. Las crisis, de todos modos, son de naturaleza capitalista, no la responsabilidad de los trabajadores. Cuando la UOM, que hoy ‘goza’ de una dirección kirchnerista, sostiene lo contrario, actúa como agente de la patronal. Estamos ante otra manifestación de los vasos comunicantes de la burocracia que apoyó a Massa, y de Massa con Milei.
Es necesario juntarse para exigir el reparto de las horas de trabajo, sin despidos ni cortes de salarios.
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