Escribe Brian Murphy
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Sin eufemismos, la docencia entrerriana está en la indigencia. Según informaciones que la propia conducción provincial del gremio difunde, el salario inicial de un maestro, en la liquidación de enero, se ubicó en $286.000. Es la misma cifra que el INDEC publicó para la canasta básica alimentaria, es decir, la llamada línea de indigencia. La línea de pobreza para el mismo mes se había ubicado en $600.000, y la canasta familiar ya supera largamente el millón de pesos. Esta realidad condena a las maestras y maestros de primaria al pluriempleo, en cualquier otra cosa, porque el doble cargo en escuelas públicas está prohibido para ese nivel. Ese fue uno de los argumentos de la burocracia para imponer la quinta hora en primaria, que se financiaba con fondos nacionales que el gobierno retiró.
Para la conducción de AGMER esta realidad no es suficiente para ir a la huelga. La propuesta salarial que el gobierno de Frigerio puso a consideración la semana pasada consistió en un 18 % con los haberes de febrero y hacerse cargo sólo por este mes de los ítems nacionales retirados del salario (el FONID y la conectividad). Esto fue rechazado por la docencia, pero el congreso de AGMER del jueves no planteó medidas de fuerza ni un plan de lucha; simplemente resolvió adherir al paro nacional de CTERA del lunes 26, dejando bien claro que se trata de un paro nacional y no provincial, y demandar “una nueva propuesta” al gobierno de Frigerio. La docencia de la seccional Paraná había resuelto 72 horas de paro, pero esa medida no prosperó en el congreso provincial.
La burocracia de AGMER viene de pactar con el Gobernador del PRO salarios por debajo de la inflación para diciembre y enero, por medio de aumentos por decreto y un bono en negro de $25.000 por única vez, que en la práctica significó una poda del 25% del salario docente en sólo dos meses. Con este mecanismo, gobierno y burocracia hicieron descender un buen escalón la base de cálculo de la nueva paritaria y sin más trámite se han lanzado a negociar el salario 2024, cerrando a pérdida y por decreto la paritaria de 2023, sin haberla sometido a votación por las bases, como tampoco lo hizo con el “aumento” de enero.
Por otra parte, la propuesta paritaria de la semana pasada no plantea el blanqueamiento del bono de enero, sólo contempla el mes de febrero. No dice nada sobre cómo sigue la cosa, ni cuándo se convocaría a nueva paritaria. El gobierno pone una “oferta” sobre la mesa sólo por un mes y pretende que inicie el ciclo lectivo. Los docentes nos preguntamos: ¿y después de febrero, qué?
El rechazo por parte de AGMER incluye la exigencia al gobierno para que “presente una nueva propuesta” hasta el miércoles 28. De no hacerlo, iremos nuevamente al paro el jueves 29 y el viernes 1.
Este tipo de paritarias que la burocracia sindical y los gobiernos vienen imponiendo de manera rutinaria a la docencia encierran un gran problema: se da por sentado que es el gobierno quien debe fijar una “oferta”, y se coloca a la docencia en un rol pasivo y monótono: tener que aceptar o rechazar. Debemos invertir los términos de la fórmula. Somos los docentes quienes tenemos que definir en nuestras asambleas y plenarios cuánto es lo que debemos ganar, y a ese mandato lo tenemos que defender con paros, movilizaciones y todo tipo de agitaciones públicas. ¿Cuánto necesita hoy una familia docente para vivir?
La inflación acumulada en diciembre y enero medida por el INDEC fue del 51,3 %. A esto hay que sumar la estimada para febrero en el orden del 15 %, lo que significa una inflación para el primer trimestre de gobierno de la era Milei-Frigerio en torno al 75 %. A esta altura y sobre la experiencia que vivimos durante todo el año pasado, dejan de ser válidos los planteos de ajustar el salario tardíamente por inflación. Esto mismo ha sido puesto en jaque por el gobierno, al plantear que ahora los ajustes serán en función de la recaudación provincial. Los docentes necesitamos otra cosa.
Con un aumento del 200 % del salario, el cargo inicial docente estaría todavía por debajo de la canasta familiar. La remuneración por nuestro trabajo está totalmente escindida de la realidad social. La forma de salir de la miseria es luchar por un nuevo piso salarial, acorde a las necesidades de nuestras familias, y a partir de esa conquista imponer la indexación mensual automática por inflación.
En febrero, producto de las elecciones del año pasado, han asumido el rol de delegados decenas de nuevos compañeros, independientes de la burocracia, al menos en el Dpto. Paraná. En el caso de que el gobierno haga una nueva oferta, esta semana se desarrollarán asambleas en todas las escuelas. Discutamos allí cuánto es lo que tenemos que ganar y cómo defendemos ese pliego en la calle y con la huelga.
Por un salario inicial igual al costo de la canasta familiar. Indexación mensual automática por inflación. Pongamos en pie coordinadoras interescuelas y comités zonales de huelga, para darle un carácter activo a los paros.