Escribe Joaquín Antúnez
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Desde comienzos de mayo, el Estado de Río Grande do Sul, en el sur de Brasil, está siendo azotado por una combinación de factores climáticos que han dado como resultado la inundación de más del 80% del territorio donde viven más de 11 millones de personas. Las fuentes oficiales calculan que el 70% de la población se ha visto afectada. Por el momento, se han contabilizado más de 100 muertes, 130 desaparecidos y 160 mil habitantes han debido abandonar sus hogares. Otros miles han decidido permanecer en sus casas por miedo a saqueos. Más de un millón y medio de personas se encuentran con sus casas inundadas, lo que equivale a toda la población de Porto Alegre, capital del Estado.
Las inundaciones de carreteras, puentes -muchos de ellos, destruidos- han dejado aislados municipios completos y complican las tareas de rescate. La empresa de agua potable asegura que más de un quinto de los hogares con conexiones habilitadas se encuentran sin servicio. Los servicios de electricidad, teléfono e Internet no funcionan en decenas de municipios. El gobierno nacional arroja a cuentagotas comida y agua potable mediante aviones en las zonas aisladas. El aeropuerto internacional Salgado Filho de Porto Alegre, que suele recibir entre 120 y 140 vuelos diarios, se encuentra cerrado desde el 3 de mayo y “no hay ninguna previsión de reanudación de las operaciones” (Infobae, 8/5). La situación es presentada como desesperante por todas las voces involucradas.
Las fuertes lluvias, consecuencia de un frente frío proveniente del sur, así como un aumento inesperado del caudal del río Guaíba, que supera los cinco metros de altura, han llevado a esta situación. Las voces expertas aseguran que este fenómeno sólo es posible por el avance del cambio climático. "El caudal récord equivale a lo que podría esperarse en una recurrencia estimada una vez cada 10 mil años, por lo que la cantidad de agua que avanza por la Laguna de los Patos es extraordinaria y nunca antes vista", señaló en una nota la empresa privada MetSul Meteorologia. Las inundaciones en Brasil se producen a solo meses de un informe de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) que “destaca un récord de peligros climáticos en Latinoamérica y el Caribe en 2023, producto del fenómeno de El Niño y los efectos del calentamiento global por influencia de la actividad humana” (Página 12, 9/5). Andrew Kruczkiewicz, asesor científico del Centro del Clima de la Cruz Roja y la Media Luna Roja y colaborador principal de la Escuela del Clima de la Universidad de Columbia, señala: “cada vez se dan más situaciones en las que se combinan distintos tipos de inundaciones al mismo tiempo” (Infobae, 8/5).
Los gobiernos estadual y nacional de Brasil aseguran que la situación no tiene solución en el corto plazo, puesto que se esperan mayores lluvias en los próximos días y un descenso brusco de temperaturas, lo que puede empeorar la situación de las familias inundadas. Han puesto el alerta sobre posibles muertes por hipotermia en las zonas más anegadas por el desborde de los ríos y lagunas. Lula, presidente de Brasil, se ha limitado a asegurar que los estados tendrán ayuda económica una vez que haya bajado el agua y se puedan conocer con certeza los daños ocasionados. La ministra de Planificación de Brasil, Simone Tebet, dijo que “el gobierno ofrecerá créditos baratos y ayuda a familias y empresas para ayudarles a reconstruir, y que intentará aliviar la deuda del gobierno de Rio Grande do Sul para facilitar la reconstrucción de carreteras e infraestructuras” (Idem).
Eduardo Leite, gobernador de Rio Grande do Sul, dijo que el gobierno estadual está comenzando a preparar refugios para quienes lo han perdido todo. Hasta el momento las familias han vagado por la calle, los relatos de los vecinos en diversos medios internacionales muestran una población abandonada a su suerte. Las peticiones centrales del gobierno provincial han sido “personal de seguridad nacional y vehículos para hacer frente a un brote de saqueos y otros delitos.” (Ibidem) Mientras tanto, los rescates se han suspendido por el retorno de las lluvias. Gran parte de los rescatados fueron asistidos por vecinos con lanchas y jetskis que no dudaron en poner en riesgo su vida para ayudar a los damnificados.
Río Grande do Sul es uno de los estados más prósperos de Brasil. Ocupa un lugar central en la producción agropecuaria e industrial, fundamentalmente automotriz y afines. Esta “prosperidad”, sin embargo, contrasta con la ausencia completa de acciones preventivas y la falta completa de todo tipo de refugios de emergencia, para una zona que es señalada como inundable. La industria, en palabras de Claudio Shad, presidente del Sindicato de la Industria de Componentes Automovilísticos, apenas fue golpeada por las lluvias y continúa en funcionamiento, a excepción de la ciudad de Porto Alegre, donde se encuentra suspendida. Mientras las familias obreras lo pierden todo, las patronales han preparado las condiciones para que las inundaciones no afecten la producción. Los trabajadores son obligados a trabajar mientras el agua arruina la vida de sus familias.
El gobierno del PT, que cuenta con ministerios de Ambiente, Planificación y otras áreas asociadas, no ha preparado ningún plan de contingencia de envergadura. Lula se ha limitado a pedir a sus ministras y ministros que “esto no se repita”. Para ello ha anunciado en las últimas horas un paquete de inversiones en áreas de infraestructura y prevención de desastres naturales por un valor total de 18.300 millones de reales (3.560 millones de dólares), que serán ejecutados en 532 ciudades de todas las regiones del país. Ese presupuesto no alcanzaría ni siquiera para realizar las obras necesarias en el estado afectado.
La principal causa del cambio climático y las inundaciones está ligada a la destrucción capitalista del ambiente. Esa raíz sólo puede ser atacada mediante una superación histórica, es decir, la revolución socialista internacional. Mientras el ambientalismo de Estado, que sólo puede aspirar a la publicación de ´papers´, los trabajadores debemos afrontar la situación de barbarie a la que es arrastrada la humanidad.
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