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Desde el lunes 13, la huelga docente de Misiones se ha profundizado. Las movilizaciones se extienden en toda la provincia, así como el estado asambleario. En estas marchas se vieron, por primera vez en décadas, a directoras de escuelas acompañando la protesta.
Las movilizaciones se dirigen a los municipios a pedir la declaración de emergencia educativa dado el estado calamitoso en que se encuentran las escuelas, la ausencia de comedores, la falta de porteros y por supuesto, los bajísimos salarios. Algunas comunas declararon esta emergencia y marcan la cancha al gobierno ya que la enorme mayoría de los intendentes son del mismo palo partidario.
La lucha docente ha comenzado a empalmar con la de los trabajadores estatales, de la salud, municipales, empleados de Vialidad Provincial, policías retirados, penitenciarios, entre otros, que se encuentran en diferentes grados de movilización. Las familias de los alumnos manifiestan su solidaridad con los docentes y se organizan para movilizarse con ellos; también manifiestan su preocupación por la liquidación de escuelas y colegios alejadas o las aulas satélites. El ausentismo docente es creciente en esas escuelas: el costo de desplazarse hasta allí es superior a lo que se percibe como salario.
Aunque la CTA tiene a su secretaria general movilizada con los docentes, no existe ningún planteo de unificación del conflicto entre estatales y docentes, que es la única vía para derrotar la política de miseria salarial del gobierno. Mucho menos de organizar un congreso de delegados que permita unificar la acción y el programa entre los docentes. El conjunto gremial que intenta ponerse a la cabeza de la movilización docente intenta repetir la práctica de desgaste para luego arreglar por céntimos.
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