¿Cuándo vuelve el fútbol?

Escribe Fede Silver

Tiempo de lectura: 3 minutos

Para el público en general, y para los laburantes, en particular, el regreso del fútbol es un deseo innegable: todos queremos volver a ver a nuestros equipos, y todo lo que el folklore en torno al deporte acarrea.

Si uno entra en los buscadores de internet y tipea "Cuando vuelve...", la sugerencia de autocompletado más popular es "...el futbol" (seguido de "... la quiniela"). Cuando promediaba la primera fecha de la Copa de la Superliga, el fin de semana del 14 y 15 de marzo, se anunció la suspensión provisoria del torneo. Un mes y medio después, se confirmó su cancelación definitiva. Esta suspensión fue motivo de idas y vueltas de carácter político ya discutidas en las páginas de Política Obrera.

En las charlas entre amigos, el tema es recurrente. Las opiniones oscilan entre la defensa de la cuarentena, viendo privarnos del fútbol como un “mal necesario”, al rechazo. En este existe también una sensación de injusticia: “Yo tengo que seguir trabajando para comer, y estos millonarios no quieren laburar”. Y es lógico: En los portales deportivos, hoy son tapa la vuelta a los entrenamientos de Messi y el Barcelona (mientras tanto se confirma un nuevo pico de contagios en España).

Lo que no visibilizan los medios del paño, es la situación de los miles de futbolistas con menos reflectores encima. Miles de contratos de jugadores de las categorías inferiores, femeninas y masculinas, terminan el 30 de junio. Esto significa en términos prácticos que se quedarán sin salario, y los clubes, sin certezas, se muestran reticentes a renovarlos. Pero incluso por estos días, varios planteles femeninos y de categorías inferiores están pagando parcialmente los salarios, pues su caja corriente depende de la venta de entradas. Es el caso de Deportivo Español, que adeuda cuatro meses. Cabe recordar que, en muchos casos, incluso cobrando su salario completo deben conseguir otro trabajo para poder mantener a sus familias. En la Primera C masculina y la Primera A femenina, por caso, los salarios mínimos son de $20.000. En este último caso, agravado porque a los clubes solo se les exige tener ocho contratos profesionales.

Los trabajadores en este ámbito no son excepción al cuadro general, y comienzan a organizarse en busca de una respuesta. Tenemos, por caso, la creación del colectivo "Futbolistas Unidxs". Bajo el lema “las y los futbolistas (también) somos trabajadores”, proponen un Salario Universal para Futbolistas, costeado por Futbolistas Agremiados, la AFA, el estado, auspiciantes y canales de televisión, y se cobre desde el 30 de junio hasta que se permita nuevamente la actividad. Este petitorio, aún en etapa embrionaria, gana rápida adhesión entre las categorías inferiores del deporte. Está claro que las empresas van a querer lavarse las manos, aduciendo que no están recibiendo ingresos por el fútbol. Pretenden que el fútbol se sostenga solo, cuando ellos no pueden sacar tajada. Pero son los futbolistas los que mueven la pelota.

En última instancia, incluso si se aceptara pagar un salario a los jugadores, es necesario discutir la renovación automática de los contratos: con la suspensión de los descensos hasta 2022, se abre un campo enorme para una mayor precarización laboral. Sin necesidad de armarse para pelear una categoría (ya sea ascenso o permanencia), ¿qué impide a los clubes aprovechar para “ajustar” en salarios y jugar los siguientes dos años con pibes ultra precarizados de las inferiores?

Esperamos, con estas líneas, poder haber nutrido el debate de tanta charla futbolera, visibilizando algunas de las complejidades más profundas, que tocan de lleno la situación de las y los trabajadores del fútbol y que requiere una respuesta de conjunto, que vaya más allá de las narices de los Tinelli o Tapia. Por estas horas, con la triste noticia del fallecimiento de Tomás Carlovich en mente, recordamos un oportuno homenaje, convencidos de que, si jugase hoy día, el “Trinche” estaría en la primera línea luchando por su trabajo, junto a sus compañeros. Porque aparte de ídolos, ellos (también) son trabajadores.

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