Copa América: Argentina salió campeón en una copa bochornosa

Escribe Juan Ferro

Tiempo de lectura: 3 minutos

Si el liberticida Milei hizo famosa la frase “no hay plata” -aunque sobra en el bolsillo de los capitalistas- para Alejandro Domínguez, el presidente de la Conmebol, el metálico abunda.

Esta frase quizás explique el bochorno organizativo de esta última edición de la Copa América. El presidente de Conmebol —un administrador de empresas que emergió en la FIFA luego del sismo de corrupción del 2015— ofreció algo muy simple: una enorme cantidad de dinero. La Conmebol triplicó los premios para esta ocasión: Argentina recibirá 26 millones de dólares por el primer premio, y son suculentos incluso para aquellas selecciones que perdieron todos los partidos, como Bolivia.

Domínguez no vendió un torneo futbolístico sino un espectáculo, asegurando entradas financieras por todo concepto, sin garantizar nada atinente al desarrollo del fútbol mismo. Las quejas del estado de las canchas, de los lugares de entrenamiento, los problemas con las entradas, entre otros, deberían costarle el cargo y alguna causa penal. Porque ninguno de los estadios estaba en condiciones para realizar un partido, un césped regado con mangueras sobre panes de pasto alineados sin tiempo de unirse, de lo cual solamente se quejaron Bielsa y Scaloni. Chiqui Tapia o el presidente de la Asociación Uruguaya de Fútbol no garantizaron ni la seguridad de los familiares ni la de los jugadores.

¿Es este desorden algo común en EE.UU.? De ninguna manera. La organización de los espectáculos deportivos en EE.UU., que se realizan por calendario, es casi perfecta, tanto del fútbol americano (NFL) como del básquet (NBA). Las entradas se sacan con casi un año de anticipación. El mismo estadio Hard Rock, donde se jugó la final, tiene las entradas vendidas para la final anual del fútbol universitario.

La Conmebol compró el set de Shakira actuando 30 minutos, a pesar de que el enfriamiento que produce el entretiempo puede provocar desgarros entre los jugadores, y al mismo tiempo se aplicaron multas a los entrenadores que llegaron un minuto tarde del vestuario. Se cobró el precio más alto por segundo de televisión para un espectáculo deportivo mundial. Los canales argentinos no pudieron televisar la Copa América fuera de los partidos que jugaba Argentina por la sencilla razón de que el segundo televisivo de la Copa costaba 11 millones de pesos argentinos y no hay “Mostaza” ni “cerveza” capaz de pagar esos costos. Sin embargo, nada pudo tapar este enorme bochorno.

¿Y el fútbol?

Una disminuida Selección Argentina fue un justo campeón. Con un gol en la agonía del alargue, se impuso a una ascendente Colombia que pagó caro la falta de experiencia internacional en las finales, algo de lo que Argentina sabe y mucho, pues atravesó una dura etapa antes de que llegaran estas victorias sucesivas.

El triunfo argentino no tuvo el encanto del Mundial sino mucho de despedida, por el retiro de un gran jugador como Ángel Di Maria en el momento justo; un fin de ciclo que también le llegará a Messi, quien hoy está jugando en ligas de segundo orden con jugadores retirados de las ligas mayores. Con sus casi 38 años, las lesiones se empiezan a hacer sentir. Scaloni tuvo la enorme virtud de encabezar un recambio que dio sus frutos. Habrá que ver si logra establecer ese recambio inevitable sin sus principales estrellas. Eso también pone en duda su continuidad. El retiro de los grandes jugadores tiene mucho de traumático. También lo viven Bielsa con Suárez y Cavani, y lo sufrió mucho el Brasil de hace una década.

Miles de argentinos están contentos por el triunfo de la Selección, mientras se retiran los panes de césped de los estadios para volver al césped sintético.

Como decía Serrat, “vuelve el pobre a la pobreza y vuelve el rico a su riqueza”. Se acabó la fiesta. Hasta la próxima.

LEER MÁS:

Copa América: corazón y bolsillo Por Joaquín Antúnez, 16/07/2024.

Suscribite al canal de WhatsApp de Política Obrera