Causa Yáñez-Fernández: la bancarrota del kirchnerismo y el peronismo, y los objetivos del Gobierno contra el movimiento de la Mujer

Escribe Violeta Gil

Tiempo de lectura: 4 minutos

Ya nada oculta que la denuncia de Fabiola Yáñez contra Alberto Fernández produjo una implosión al interior del PJ, pero esto recién empieza.

Los principales referentes del peronismo ensayaron su propio encubrimiento, y han tratado de desmarcarse de sus relaciones con el expresidente al punto tal de desconocerlo, empezando, como no podía ser de otro modo, por la propia Cristina Fernández. Pero esta denuncia está muy lejos de ser una mera acción individual y mucho menos, como arriesgan algunos portales afines al proyecto “nacional y popular”, de dejar indemne al peronismo.

Luego de la denuncia de Fabiola vino su ampliación, primero la presentación de un documento escrito y luego una nueva declaración en el consulado argentino en España. Yáñez prestó declaración durante 4 horas dando detalle de cómo se produjeron los hechos de violencia, las agresiones físicas y el “hostigamiento psicológico”, que según declaró, empezó en 2016. Detalló otros episodios, como haber interrumpido un embarazo bajo el hostigamiento constante de su expareja, tras lo cual buscó su “refugio” en el alcohol.

Como ya había expuesto públicamente, declaró que el peor momento de la relación, el de mayor violencia, fue durante el último año de gobierno de Fernández y reiteró, como lo hizo en la entrevista que brindó en exclusiva a Infobae, que el expresidente la responsabilizaba por haber perdido las elecciones del 2021 y del fracaso de su gobierno.

Yáñez aportó los nombres de quienes habrían estado al tanto de toda la situación: Mariela Cantero, la secretaria privada histórica de Alberto Fernández; ella habría recibido la fotografías de Yáñez, con las marcas en su cuerpo luego de los golpes y capturas de los chats que mantenía con el expresidente; Federico Saavedra, el jefe de la unidad médica presidencial durante la gestión de Fernández, según Yáñez estaba al tanto de las lesiones y, finalmente, Ayelén Massina, quien se desempeñó como ministra de Mujeres, Género y Diversidad durante el último período del Gobierno de Fernández. Yáñez contó que le pidió ayuda durante un viaje que compartieron a Brasil, entonces ella era funcionaria, pero “no hizo nada” (La Nación 14/8).

Por su parte, Fernández empezó negando todas las acusaciones de Yáñez contra él; luego reconoció discusiones frecuentes - “con violencia verbal mutua pero nunca física” (El País 12/8)-. En una entrevista que brindó al periodista Horacio Verbitsky para “El Cohete a la Luna”, dio a entender que Yáñez atravesaba episodios de desequilibrio psiquiátricos y problemas de adicción. En una entrevista en El Destape, pocos días antes de la denuncia de Yáñez, Fernández había revelado que en una comida con directivos del Grupo Clarín le comunicaron que lo tratarían mejor si "entregaba a Cristina" (sic), a lo que se había negado.

La abogada que representa la defensa de Fernández, Silvina Carreiras, solicitó formalmente que la declaración de Yáñez sea desestimada por la Justicia, debido a que no pudo ser parte presente virtual –rechazada por Ercolini-. Ercolini, por otra parte, es parte interesada en el juicio, desde que fue revelado su viaje a Lago Escondido, de Joe Lewis, en una operación secreta financiada por Clarín, junto a otros funcionarios judiciales. Ante la negativa del juez, Carreiras dejó por escrito las preguntas para la ex primera dama y propuso que otro se las hiciera en su lugar.

Desde la denuncia hasta acá, el gobierno no ha perdido un solo día para emitir opiniones. Ya sea de manera oficial o a través de su patota rentada de tuiteros, Milei celebra la descomposición del PJ. Sin embargo, dio instrucciones para que sus ministros se abstengan de hacer comentarios sobre la causa, los únicos “autorizados” para hablar son él mismo y Manuel Adorni, el vocero de prensa. La Casa Rosada entiende bien que nada la favorece más que su propio silencio. El objetivo estratégico de Milei no es acabar con Fernández ni con el kirchnerismo sino con el movimiento de lucha de las mujeres, al que caratula de feminismo y doctrinarismo de género. Lo cierto, sin embargo, es que el feminismo de colaboración de clases ha sido incapaz de enfrentar la situación. CFK le dio su martillo de remate cuando declaró que ella no era feminista. Es cierto, porque se opuso al derecho al aborto hasta que le fue imposible. El próximo Encuentro de Mujeres, en octubre, debe poner a luz el feminismo colaboracionista de clases, su apego a la integración al estado y la incapacidad, en esta situación, de dar una respuesta política, que no podría ser otra que la defensa de la organización independiente de la Mujer Trabajadora. Es la única forma de enfrentar la ofensiva derechista de Milei. Verbitsky dejó clara su posición de que las golpizas que se adjudican a Fernández no acabarán con el peronismo, como tampoco lo lograron, dice, las denuncias de las andanzas comprobadas de Perón con una niña adolescente de 14 años, en 1955, en la misma Quinta de Olivos. Sabe de lo que habla: el sobrevivió al fracaso de sus todas sus componendas políticas y golpistas (derrocamiento de Illia), el retorno de Perón –para desviar y liquidar una situación revolucionaria- y con la misma dictadura militar.

El mundo social de Fabiola Yáñez, la Residencia de Olivos y los viajes por el mundo, no es el de las trabajadoras, ni lo es tampoco el objetivo de su juicio contra Fernández –una condena financiera y penal-. Pero para luchar contra la violencia contra la mujer, contra el femicidio y contra la explotación de clase contra la mujer, y para desarrollar un movimiento independiente de la mujer trabajadora, nos plantamos en este episodio contra la explotación de la causa femenina por parte del Estado y los partidos patronales; contra la integración de las organizaciones de la mujer al Estado: contra los manejos judiciales de un caso animado por Clarín y sus secuaces políticos y el gobierno, y por el castigo de la violencia contra la mujer de todos los culpables, Fernández incluido.

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