Escribe Elena Florín
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Viacha es un municipio del departamento de La Paz, Bolivia, afectado por la contaminación de sus ríos con cianuro. Sus pobladores deben abandonar sus viviendas por la contaminación del agua que los enferma a ellos, sus animales y sus cultivos.
El cianuro es un compuesto de carbono y nitrógeno que, combinado con hidrógeno, es el venenoso ácido cianhídrico. Combinado con sodio, forma cianuro de sodio, muy soluble en agua. Este se utiliza en la minería para separar el mineral buscado -oro, plata, cobre, níquel, cobalto, molibdeno, por ejemplo- de la roca y tierra en la que se encuentra.
Viacha queda en la zona altiplánica del departamento paceño y recibe el caudal de dos ríos, lamentablemente contaminados con cianuro. Son diez las comunidades de Viacha afectadas por el cianuro de al menos 23 empresas mineras que usan el químico en sus operaciones. Los ríos contaminados desembocan en el famoso lago Titicaca, al que terminarán envenenando también. El lago Titicaca, ubicado en la frontera entre Bolivia y Perú, es uno de los lagos más grandes de Sudamérica y el cuerpo de agua navegable más alto del mundo.
La industria minera defiende el concepto de que las concentraciones diluidas de cianuro empleadas, sus métodos de uso y la rápida descomposición de estos compuestos, hacen de la extracción con cianuro una alternativa muy segura. Sin embargo, Vialcha demuestra que eso es falso, que muchos compuestos cianurados tienen propiedades altamente tóxicas para los humanos. El cianuro no se descompone así nomás en productos inocuos, sino que forma múltiples compuestos, muchos de ellos tóxicos y pueden persistir en el ambiente por periodos prolongados.
Los estados no les exigen a las mineras los estudios correspondientes del agua de desperdicio y del agua del emplazamiento minero. Algunas de las formas tóxicas de estos compuestos en el agua incluyen a los cianuros libres, los complejos metalocianurados, compuestos órgano-cianurados, cloruro de cianuro, cianatos, tiocianatos, cloraminas y amoniaco. Muchos de estos químicos no son detectados en los análisis de laboratorios convencionales que normalmente se llevan a cabo en las aguas mineras. Así se asume que dichos químicos no existen. Las agencias nacionales e internacionales reguladoras (y prestatarias) no reclaman el monitoreo para estas variedades químicas.
En nuestro país, la contaminación minera tiene nombre y apellido: Barrick Gold.
En San Juan, opera la minera más grande del mundo, de origen canadiense, dedicada a la extracción de oro a cielo abierto. Su principal actividad en Argentina es la operación de la mina de oro Veladero, ubicada en plena cordillera de los Andes, en el departamento de Iglesia, provincia de San Juan. Hay informes contundentes sobre la contaminación de Barrick Gold en Veladero por reiterados derrames de agua con arsénico, cianuro y mercurio. En septiembre de 2015 tuvo lugar el peor derrame de la historia minera en Argentina: la Barrick derramó un millón setenta y dos mil litros de solución cianurada, mercurio, entre otros metales pesados, sobre el agua de cinco ríos. Una válvula estalló y el veneno se filtró a las cuencas, pero la empresa, en connivencia con funcionarios públicos nacionales, provinciales y municipales no alertó a la población de forma inmediata.
Los daños ambientales nunca son controlados ni compensados. Las regalías son ínfimas y, desde la implementación del RIGI, los recaudos serán todavía menores. Bolivia es un ejemplo que anticipa las consecuencias de la depredación de los pulpos mineros en nuestro país y en todos los países del mundo.