La desaparición de la "izquierda" del escenario electoral y político en Brasil

Las elecciones municipales en Brasil, el domingo pasado, exhibieron una victoria amplia de la derecha. En cuanto a los distritos que van a segunda vuelta, Bolsonaro consiguió el mayor número de candidatos. La derecha, en general, conquistó el mayor número de intendencias y también las de mayor importancia. En el tercer distrito más importante del país, Belo Horizonte, capital de Minas Gerais, los tres candidatos que quedaron mejor ubicados revisten todos en el campo de la derecha política. Un resultado que confirma la regla es el de Río de Janeiro, donde el intendente Eduardo Paes fue reelecto con el 60% de los votos. Paes, del derechista PSDB, es visto como de centroizquierda simplemente porque su partido integra la coalición de gobierno que encabeza Lula.

Lo ocurrido en la megalópolis de São Paulo sirve de microcosmos del estado de la situación política brasileña. La elección fue disputada, en esencia, por tres candidatos –el actual intendente, Ricardo Nunes, un hombre de derecha del PMDB; Guilherme Boulos, del izquierdista PSOL, apoyado por Lula; y Pablo Marçal, un delincuente político millonario de ultraderecha que supera por lejos en extravagancia a Javier Milei y Jair Bolsonaro juntos. La expectativa del PT, que apoyó a Boulos, fue que la segunda vuelta fuera disputada por éste y el reaccionario Marçal, para llevarse la mayor parte de los votos del Nunes. Esta apuesta de encomendarse políticamente a un juego de los dados, no se dio. Será Nunes el encargado de vencer a Boulos con los votos de Marçal. Nunes obtuvo el 29,4% de los votos; Boulos, el 29%: y Marçal el 28,5%.

Para el enviado de Clarín a São Paulo, estos resultados evidencian la desaparición de la izquierda del escenario brasileño. Pero esta operación de extinción política viene de antes, porque Lula participó de las elecciones presidenciales de octubre de 2002 con un frente derechista, con el que repartió luego los 36 ministerios necesarios para conformar a sus aliados en el Gabinete; entre esos derechistas se destacan los que propiciaron el golpe de Estado contra Dilma Roussef y el encarcelamiento de Lula por casi dos años. La autodisolución del PT se manifestó en forma abierta cuando Lula rechazó el fraude electoral en Venezuela, en acuerdo con todos sus ministros de derecha, mientras la dirección de su partido, el PT, reconocía un ‘triunfo’ de Maduro. La posibilidad de que el PT pueda ganar las elecciones en Fortaleza, capital del Estado de Ceará, luce incierta. Era de esperar que los oportunistas del izquierdismo local atribuyan toda esta situación al ‘atraso’ de las masas o, incluso, a un viraje reaccionario, pero este resultado ha sido alcanzado por la complicidad del ‘izquierdismo’ brasileño con la derecha, incluida la burocracia de los sindicatos. Al cabo de dos años de gobierno en coalición con la derecha, los trabajadores no han visto ninguna mejora en su situación social, en cuanto la burocracia sindical se encargaba de enterrar varias huelgas de importancia con el conocido pretexto de que ‘las masas no dan’.

Boulos fue el candidato del PSOL, donde junto a su aparato patronal de antiguo cuño, militan los ‘trotskistas’ brasileños - ‘críticamente’, claro. Una suerte de Juan Grabois, en el pasado, cuando lideró al movimiento de los Sin Techo, en la campaña para estas elecciones, se comprometió a poner fin a las “usurpaciones”. La candidata a viceintendenta fue Marta Suplicy, ex jefa de gobierno paulista por el PT, pero que revistaba, hasta las vísperas de las elecciones del domingo pasado, en el gobierno derechista de Ricardo Nunes. Boulos, por su lado, se empeñó en despolitizar al máximo su campaña: preguntado por su posición ante la masacre sionista en Gaza, respondió con todo cinismo, que debe haber confundido con ironía, que no era candidato a intendente por Tel Aviv. Si pierde en la segunda vuelta, según indican las encuestas, deberá ir a quejarse al Muro de los Lamentos.

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