Apagón en Cuba: el colapso de un régimen político

Escribe Jorge Altamira

Los trabajadores cubanos necesitan con urgencia un programa.

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Sumergida en un fuerte retroceso económico, Cuba ha debido enfrentar en estos días algo poco frecuente como el colapso del sistema eléctrico. La razón es, seguramente, la completa obsolescencia de su principal central de energía, como ocurre con el conjunto de su industria, aunque algunos voceros atribuyen el apagón a una escasez de combustible. Cuba no cuenta ya con la provisión de petróleo de parte de Venezuela, envuelta también en una crisis de energía debido a la falta de inversiones en la industria. Con este cuadro de conjunto, llama la atención de la falta de previsión de los funcionarios estatales, que incluso han demorado el comienzo de la reparación de las fallas. ‘Las fuerzas del cielo’ vinieron, por suerte, en socorro del pueblo cubano, al degradar la fuerza de un violento huracán que amenazaba con provocar grandes daños a la infraestructura de la Isla. Pero sólo hasta cierto punto porque, según la información internacional, el gobierno cubano estaría “evaluando un aumento de tarifas con las pequeñas y medianas empresas en la mira” (Clarín, 19/10). Ese aumento alimentaría el proceso inflacionario que es impulsado por la devaluación del peso.

El Ordenamiento Monetario que decretaron las autoridades cubanas para hacer frente a los enormes daños causados por la pandemia de Covid ha, indudablemente, fracasado. El propósito de recuperar el flujo del turismo por medio de ese ajuste no ha dado resultados positivos. Ha influido en ello, seguramente, el bloqueo financiero a Cuba que Biden mantuvo en pie luego del período de Trump, como también la competencia turística del Caribe. El turismo mismo no ha funcionado como vía de salida, porque ha desviado estructuralmente las inversiones que debían haberse dirigido a la industria y a la agricultura. El resultado es que Cuba importa el 90 % de los alimentos que consume, mientras el agro produce en condiciones extraordinariamente improductivas. Como desarrollo independiente y no complementario del desarrollo industrial, la industria del turismo es manifiestamente parasitaria. Es, sin embargo, el principal nexo internacional entre el aparato económico del Estado con el capital internacional, pues su socio más importante es el GAES, el Grupo de Administración Empresarial fundado por las Fuerzas Armadas de la Isla. Luego de la autorización legal al funcionamiento de pequeñas y medianas empresas (hasta cien trabajadores), el turismo se ha ampliado al alquiler temporal de viviendas y a la participación de las agencias internacionales que los contratan por vía digital. Los paquetes de turismo benefician a un sector seleccionado del pequeño comercio, donde los funcionarios del Estado invierten una parte de sus superávits salariales. En Cuba se ha cristalizado un sistema económico de carácter parasitario que beneficia a su sector dirigente.

El daño que causa este régimen encerrado en el inmovilismo se manifiesta en la organización oficial de la emigración hacia Estados Unidos. Por medio de un acuerdo con el gobierno aliado de Nicaragua, la población que desea o se ve forzada a abandonar la Isla utiliza a la patria de Sandino como cabeza de playa para partir hacia el norte vía México. El Estado cubano se ha convertido en una organización socialmente regresiva, pues ha dejado de desarrollar las fuerzas productivas en todas sus formas, e incluso expulsa a su población. Incapaz de sostener su sistema de seguridad social, evoluciona hacia un régimen de sostenimiento precario de la pobreza para los adultos mayores.

Durante mucho tiempo existió la convicción de que Cuba tomaría "el camino" de China o Vietnam hacia el capitalismo. Aquí se impone un breve paréntesis, porque mientras China busca desarrollar la Ruta de la Seda y rivaliza con Estados Unidos en un área importante del mercado mundial, Vietnam, con el mismo modelo, se ha convertido en una semicolonia financiera del capital internacional y hasta compite para desviar las inversiones internacionales de China hacia su territorio. Pero Cuba no ha seguido el recomendado "camino chino" ni ha logrado atraer inversiones de China hacia la Isla. “El colapso económico de la Isla ha perjudicado los lazos económicos con China.” La importación de bienes de China ha caído entre 2017 y 2022. La inversión de China en Cuba “es ridículamente baja”. El Estado cubano tiene deuda impaga con China y con empresas como Huawei y Yutong (Financial Times, 13/10). Como consecuencia de la crisis del sector agrario, no hay existencia de azúcar para cumplir un acuerdo de exportar 400.000 toneladas anuales a China.

El potencial alumno de China no ha conseguido financiamiento de su maestro adelantado, salvo para una limitada instalación de paneles solares. El punto es muy interesante. “China reclama a Cuba que dé un giro al modelo chino, y le causa perplejidad la negativa de Cuba a implementar un programa de mercado” (FT). El régimen cubano, con su Ordenamiento Monetario y su dependencia del turismo, no ha sido capaz de asimilar un financiamiento internacional de un país que se caracteriza por una gran tutela del Estado sobre el capital privado y que, en estas condiciones, ha desarrollado una red de financiamiento de inversiones con países de la periferia del capitalismo. En estos términos, la burocracia habría llevado a Cuba a un callejón sin salida, o sea, al estallido de rebeliones de diverso carácter. Por otro lado, China intenta imponer a Cuba su régimen económico y sus inversiones, vaale decir, una imposición política; en lugar de volver a ser una semicolonia norteamericana, se convertiría en semicolonia de China, en las costas de Estados Unidos.

El vacío aparente que se ha creado lo ha venido a ocupar Rusia, que ha mandado una flota de visita al Caribe y tiene un comercio en aumento con la Isla, pero que nunca tuvo -y ahora menos- los recursos para sacar a Cuba de la crisis.

Todo esto ha sido suficiente para producir un principio de resurgimiento del trotskismo en Cuba, que ya había sido, en la década del veinte y treinta del siglo pasado, una corriente política vigorosa e incluso procuró ofrecer una oposición antiburocrática en los primeros años de la Revolución. Pero la proliferación de grupos trotskistas no ha resultado en la producción de un programa, que es la condición para desarrollar una alternativa política realmente comunista e internacionalista. Se encuentran encerrados en una disputa talmúdica (con respeto por el talmudismo) acerca de si Cuba ya es un Estado capitalista o todavía es un Estado obrero. El Estado cubano, que nunca fue dirigido por la clase obrera, se encuentra en un estado de desintegración que la pequeña burguesía cubana no consigue llevar hacia una salida capitalista definida, en una época de crisis económicas cada vez mayores, una crisis climática histórica y una guerra mundial en desarrollo. Un programa de los comunistas cubanos debería cubrir el escenario de una etapa de crisis, con todos los giros colosales, a derecha e izquierda, que son propios de esa etapa.

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