La sesión de preguntas en la mesa Callinicos-Altamira

Escribe Jorge Altamira

Tiempo de lectura: 9 minutos

Bueno, espero haber anotado todas las preguntas.

Voy a comenzar por la más espinosa y es por qué no hay un movimiento de apoyo al pueblo palestino en Argentina.

La Argentina de los 30.000 desaparecidos y el genocidio palestino

La razón es eminentemente política. Desde la victoria de Milei, una parte entera, si no toda, del movimiento obrero y de la izquierda llegó a la conclusión de que con el 56 % de los votos hay que adaptarse a la situación. Vimos esto, recientemente, en un debate sobre el SUTNA en que reclamaba “tener cuidado con la táctica de lucha”. La burocracia sindical o el kirchnerismo dicen que hay que esperar a 2025-2027. Con este enfoque, manifestar por Palestina cuando tenemos a un agente del Mossad en el gobierno era una “provocación”. La comunidad árabe en Buenos Aires no hace nada. Si estuviera gobernando Kirchner los tendríamos a D’Elia y a Grabois llevando gente a la embajada israelí; es lo que hacían antes. ¿Qué pasó con estos “iranianos”? Está Milei, está Bullrich, hay acuerdos con el Mossad. Ese proceso puede darse en otro país. En el caso de Brasil, donde Lula denuncia el genocidio, a diferencia del resto de su gabinete, por esto mismo no quiere que el tema de Palestina le arruine su construcción política.

El problema es, entonces, eminentemente político. En otras circunstancias no hubiera habido necesariamente una marcha revolucionaria por Palestina, pero sí una de protesta. Es una expresión de adaptación política a Milei, que se manifiesta en otros aspectos. No hay ninguna propuesta en el Congreso de repudio a las masacres en Gaza. En el país de los 30.000 desaparecidos, de las marchas a Plaza de Mayo, miramos las masacres en Palestina sentados en un sillón a la noche, cuando las pasan por televisión. ¡En el país de los 30.000 desaparecidos, fenómeno mundial, campeón de los Derechos Humanos, las Madres de Plaza de Mayo! Cuidado, porque esa es una batalla política y la gana Milei, no en Tel Aviv: la gana en Buenos Aires, por eso levanta cabeza Villarruel. Recuerdo que cuando la Corte dictó el 2x1, teníamos una reunión de dirección nacional y yo, inmediatamente, propuse una manifestación al día siguiente, no, una manifestacion en 48 horas, que fue votada por unanimidad, y a las 48 horas hubo una manifestación superior a la marcha universitaria de abril. Para encontrar un colectivo para volver caminé 25 cuadras. En cambio, ahora con Palestina, no. Es un problema político. Por lo tanto, en las facultades formen comisiones contra la masacre en Palestina, por minoritarias que sean. Para mí, una sola persona con un volante abre un rumbo y, de otro modo, sin hacer nada, les cierra el camino a los demás.

Malvinas

El otro punto es sobre la cuestión de Malvinas. Si Milei se fortalece, su proyecto es recuperar las Malvinas como las Islas Mauricio acaban de recuperar las islas de Chagos, en el Océano Índico, donde existe una base militar norteamericana. Las bases militares que Milei prometió al Pentágono en Tierra del Fuego van a estar en Malvinas. Lo único que tienen que hacer es correrse 400 kilómetros; ahí van a tener una buena “cabeza de puente” o “cabeza de playa”. Claro, no se puede ignorar eso porque el problema de la base en el Océano Índico no es Gran Bretaña, sino Estados Unidos. Esa base ahora es una base norteamericana; ya era una base norteamericana, pero ahora con el acuerdo ha ganado estatus jurídico.

Democracia y dictadura en la Segunda Guerra

El otro tema que hay que señalar -antes que otros- es que en la Segunda Guerra Mundial señalé el desarrollo de una guerra de conquistas por parte de Alemania, no dije que era una guerra de regímenes políticos. La diferencia no es menor. El imperialismo de los Aliados no fue a la guerra con Alemania por una cuestión de principios. Cuando tuvo que asesinar en masa a los alemanes bombardeó Dresde y la destruyó, como ahora lo está haciendo en Gaza. Después hizo lo mismo en Hiroshima y en Nagasaki, ¿cómo va a ser una disputa de regímenes? Había una diferencia de regímenes, claro, uno era un régimen democrático constitucional y el otro un régimen fascista, pero no era una guerra de regímenes. la guerra de regímenes podía ser para la Unión Soviética, porque el propósito del fascismo era destruir un Estado obrero, a través de la conquista territorial de la URSS.

La cuestión ucraniana

El otro tema crucial que planteó un asistente es el caso de Ucrania. Es oportuna la pregunta que hicieron porque durante la Segunda Guerra Mundial la ocupación de Francia por los alemanes era también parte de una guerra imperialista internacional. Como era una guerra de conquista, apareció un movimiento nacional apoyado por el imperialismo democrático. Es decir que en una guerra imperialista había una bandera nacional. Si no hubiera sido una guerra de conquista, eso no hubiera ocurrido. Esto lo advirtió Lenin en la primera guerra. Dijo cuidado, que si hay una guerra de conquista algunas cosas cambian. Es impresionante lo de Lenin, porque eso que previó como posibilidad, entre 1914 y 1918, tuvo lugar entre 1939 y 1945. Es una de las cosas admirables del pensamiento político de Lenin. Se planteó la cuestión nacional, por ejemplo, en Yugoslavia, con la guerrilla yugoslava, que defendía a la Unión Soviética y recibía ayuda militar del Churchill. Tomando una bandera nacional, contra los nazis, la guerrilla comunista derrotó a la guerrilla fascista, porque tanto en Yugoslavia como en Ucrania había guerrillas fascistas que creían que con la ayuda de Alemania impondrían un gobierno nacional.

Zelensky no representa el interés nacional, sino la sujeción de Ucrania a la OTAN y a la UE. Tampoco Putin, que ha invadido Ucrania en función de los intereses geopolíticos capitalistas de Rusia. Lo que debemos plantear es la unidad de los trabajadores de Rusia y Ucrania, por la autodererminación de Ucrania, contra la OTAN y Putin. Porque también hay que plantear fuera Putin y la defensa de la autodeterminación ucraniana en esas condiciones. En las condiciones de una alianza de la clase obrera de Ucrania y de la clase obrera rusa, una lucha común para poner fin a la guerra, por la autodeterminación de Ucrania y por la democracia y la reconstrucción soviética. Este es el único planteo nacional válido para los trabajadores de Rusia: la unión de ambos países bajo gobiernos de trabajadores. Naturalmente que es una orientación de propaganda. No me detengo ante las dificultades de la clandestinidad, para ofrecer un planteo político, como se planteó acá. En la edad más útil de mi vida viví en la clandestinidad. Mantenemos la línea política que expuse hoy acá, estas son nuestras posiciones.

El otro punto es el siguiente: ¿cuál es el problema fundamental que tenemos hoy en este periodo denominado de “catástrofe”? Se ha dicho acá que ese problema es que la izquierda es débil. El problema de que la izquierda es débil simplemente no existe. La ‘izquierda’ defiende a la OTAN en Ucrania o a Putin. Además, el nivel de desnaturalización política de la izquierda no tiene precedentes. En Alemania una dirigente de izquierda muy importante, comunista, que apoyaba al régimen de Alemania oriental, ahora es la cabeza de la lucha contra la inmigración y tiene posturas fascistas. Nadie probablemente hubiera imaginado eso hace dos o tres años, pero un estalinista también es nacionalista y ese elemento, el nacionalismo, en determinadas circunstancias puede llevar a ocupar posiciones fascistas. Ya ocurrió en la segunda guerra, no en masa, pero ocurrió en la segunda guerra. El problema es la desorientación política, porque estrictamente la izquierda hoy no es más débil de lo que era el bolchevismo internacional en la Primera Guerra, cuando la Segunda Internacional se pasó al campo imperialista.

Hay que tener cuidado con la lectura de la historia; cuando uno sabe quién ganó en la historia, le atribuye una fuerza que parece natural: si derrocó al zarismo, es porque siempre fue una alternativa. No, Lenin estaba solo y el libro de sus escritos y Zinoviev, en ese periodo, se llama “Contra la corriente”. ¿A qué voy? Acá hay que desarrollar una política revolucionaria y todo este proceso de catástrofes, de crisis, situaciones revolucionarias, van a ir creando el terreno para un avance. Me parece muy ilustrativo para tomarlo en el caso de Argentina lo que está pasando con las universidades, porque hasta hace muy poco todas las encuestas decían que Milei estaba fenómeno y no se podía manifestar en la calle. Ahora se ocupan las universidades, se hacen clases públicas, la izquierda gana en algunos colegios secundarios y en algunos sindicatos. Milei usa una frase trágica: “los trotskistas me quieren voltear” (risas), pero que no es casual. Es la tercera vez que la burguesía argentina le atribuye al trotskismo que la quiere voltear. La primera fue en 1989. Alfonsín declaró “30 trotskistas no me van a torcer el brazo”; eso fue a fines de mayo y cayó en junio. El comité nacional nuestro cayó todo preso y a mí me arrestaron en la Casa Rosada. La segunda vez fue Federico Storani, que en alusión a una reunión del Polo Obrero en el Sindicato de Prensa, dijo posteriormente que nos habíamos reunido para preparar el derrocamiento de De La Rúa, lo cual no tenía nada que ver porque fue una reunión anunciada en el periódico. Pero me ganó Storani, porque al año cayó De La Rúa, y ahora viene Milei, que dice que los trotskistas lo quieren voltear. Naturalmente, en ninguno de los casos defendí la idea de que nosotros poíamos voltear a Alfonsín, ni a De La Rúa ni a Milei. Eran las contradicciones del régimen las que llevaban a ese tipo de situación. Es decir que es preciso hacer un planteo revolucionario, con ese trabajo de minorías, formando comités por Palestina, etcétera, hay que acercarse más a las masas, trabajar con ellas para orientarlas frente a un marco de incertidumbre. En la experiencia argentina, ¡siempre dio resultados! No es un proyecto, es una herencia histórica. Así surgió el Cordobazo, así surgió la huelga general de 1975, así surgió la caída de la dictadura militar, el Argentinazo.

Callinicos

Dos últimas cosas que quiero decir: entre las discrepancias que presentó el compañero Callinicos, quiero hacer dos observaciones. Él acaba de señalar que Rusia era económica y políticamente muy débil. Esto es importante; en general, una nación que tiene una capacidad imperialista, como él atribuye a Rusia, ya no es tan débil. Si tiene esa debilidad, es porque el capital financiero de Rusia reside en Londres, ya que la burguesía rusa no tiene raíces históricas en el país, entonces, a la hora de cuidar sus propiedades y hacer sus negocios invierte en la Bolsa de Londres. Hasta cierto punto Rusia es un satélite financiero del Mercado de Valores de Londres.

El otro tema es que China ha entrado en una crisis, como señaló el compañero. La pregunta es: a la crisis china, ¿la vamos a tratar como fenómeno nacional, o la vamos a tratar como fenómeno internacional? Porque a la hora de una gran crisis la Bolsa de Shanghai no es la de Nueva York. El 60 % del comercio internacional se factura en dólares, aunque Estados Unidos participe con el 25 %; el 85 % de las reservas internacionales son en dólares. En cierto modo, como lo digo en el texto que presenté como ponencia, la industrialización china es una refracción de la evolución parasitaria del capitalismo norteamericano, que se ha concentrado en el capital financiero, ha dejado una avanzada obsolescencia industrial, una infraestructura que no ha sido renovada, y ese espacio industrial lo ha ocupado China. China ha ocupado, incluso con el apoyo del capital norteamericano, un espacio industrial que Estados Unidos en declinación ha dejado.

El análisis hay que hacerlo de un modo más global también. China entra en el mercado mundial capitalista casi como una semicolonia, vende zapatillas. Es el capital internacional el que motoriza a China a un estado superior, vendía zapatillas, ¿se acuerdan? En aquel momento China era un gran exportador, tenía saldo comercial favorable y los dólares los invertía en la bolsa de Nueva York, en la deuda pública norteamericana, un dinero que el capital norteamericano metía en China. China financió al capital norteamericano la penetración en China. Entonces, ¿en qué momento y con qué característica se transforma en imperialista? Indudablemente, si hay una guerra China va a demostrar que su objetivo es imperialista. Una guerra precipita el paso. China fundamentalmente es una nación industrial. Aunque el Estado tiene importantes stocks financieros, no le alcanza para rescatar a las empresas inmobiliarias quebradas, o queda en una posición vulnerable.

El desafío teórico es el siguiente: se disuelve la URSS, se restaura el capitalismo, ¿qué proceso histórico conduce a que Rusia y China tengan ese desenvolvimiento a partir de una restauración del capitalismo, más precisamente del capitalismo internacional en su territorio? Porque en el pronóstico de Trotsky, en la década del 30, en las condiciones de aquel momento, si se restauraba el capitalismo estos países (China todavía no existía como potencia no capitalista), Rusia se transformaba en una colonia y en una colonia esclava.

Nuestro análisis responde a varias inquietudes. La primera es la posición frente a la guerra. Es una guerra imperialista de este y del otro lado, porque el desarrollo de la guerra plantea la cuestión del imperialismo como un todo. El compañero Callinicos señaló que el imperialismo es un sistema. Eso hay que tenerlo siempre presente. Ahora, les hago una pregunta: si Israel, Estados Unidos y la Unión Europea atacan a Irán, ¿defendemos o no defendemos a Irán, al Irán que mata a mujeres que no usen velo? ¿Lo defendemos o no? Ese sistema imperialista, como todo sistema, es una red de contradicciones. Están los que están abajo y los que están arriba, los que están entrelazados de una manera y los que están entrelazados de otra. Una vez que uno reconoce la unidad de la dominación imperialista, luego es necesario ver la estructura de esa unidad. El sionismo no podría atacar Irán si no contara con todo el armamento y el apoyo financiero norteamericano. Estados Unidos ya instaló una base en Israel, parece una semicolonia de los yankis; ha instalado una base con personal norteamericano, antiaérea, para derribar misiles llamada THAD. El asunto no es determinar que acá hay un campo y aquí hay otro, porque lo concreto a veces se presenta de esa manera ficticia. Lo que debemos tener presente es que en ninguna circunstancia el proletariado debe apoyar a la burguesía de su país, sino que, cuando tiene que defender, históricamente, a su nación contra el imperialismo, lo debe hacer con los métodos de la lucha de clases internacional y con los métodos del gobierno obrero.

Esas son mis respuestas.

Suscribite al canal de WhatsApp de Política Obrera