Defolt en el Agro: una quiebra en la base social del gobierno liberticida

Escribe Marcelo Ramal

Tiempo de lectura: 3 minutos

El cierre del año 2024 ha sido sacudido por la declaración parcial de cesación de pagos de varias empresas del agronegocio. Agrofina y Los Grobo, vinculadas al grupo Grobocopatel, declararon que no podrán cumplir con compromisos de deuda que, en lo inmediato, representan unos 600.000 dólares, pero totalizarán unos 10 millones de dólares de acá a marzo. A fines de noviembre, otra empresa del sector –Surcos- había pedido el Concurso Preventivo de Crisis, dejando vencimientos impagos por 500.000 dólares.

Tanto Surcos como Agrofina-Grobo son proveedoras de insumos agrícolas -principalmente agroquímicos y fertilizantes-. En el comunicado donde el Grupo Grobo explica su defolt parcial, señala la “imposibilidad del cobro de ciertos créditos en favor de la sociedad”, así como “dificultades financieras de una firma relacionada”. Lo que está planteado, por lo tanto, es una ruptura en la cadena de pagos al interior del agronegocio. Los proveedores de insumos asisten al incumplimiento de pago de los productores agropecuarios, al alargamiento de sus plazos de pago o, sencillamente, a la venta de sus agroquímicos a precios de liquidación.

Los instrumentos de crédito que se defoltearon son conocidos como “pagarés bursátiles” -promesas de pago que pueden ser negociadas en la Bolsa-. Este mecanismo se expandió fuertemente en la última etapa del gobierno de los Fernández y Massa, y permitió a numerosas empresas financiarse muy por encima de sus garantías patrimoniales. Es el caso del grupo Grobo, ahora controlado por un fondo internacional, que se “apalancó” para extender sus operaciones en toda la cadena del agronegocio. Ahora, según reconoce el comunicado de este grupo, el mercado de pagarés bursátiles se ha paralizado como resultado de estos incumplimientos. Del mismo modo, los clientes del grupo Grobo -productores agrícolas que le suministran sus granos para la comercialización- han salido a reclamarle el pago inmediato de la producción ya entregada. No sorprende, en este cuadro, que un analista financiero presente al defolt parcial de Grobo y Surcos como “la punta de un iceberg” (LN, 28.12).

Derrumbe de precios

La burbuja crediticia que financió la expansión de la cadena agrícola en los últimos años tuvo lugar mientras el precio de la soja trepaba hasta superar los 600 u$s a mediados de 2022, pero desde entonces el precio ha entrado en picada hasta llegar en la actualidad a poco más de la mitad de ese valor. También han caído los precios y la producción maicera. Los importadores y productores de insumos agrícolas acumularon inventarios esperando una expansión del negocio, con la expectativa de la recuperación de los precios internacionales y de una sostenida devaluación. Pero el mercado internacional de la soja continuó en caída libre, mientras Milei-Caputo urdían una operación especulativa fundada en la apreciación del peso. De cara a esa situación, los capitalistas del agro se apoyan en el defolt parcial de Grobo y Surcos para reclamar una reducción de las retenciones a la exportación y, más inmediatamente, una devaluación de la moneda. Milei-Caputo, sin embargo, resistirán con todas las fuerzas a una devaluación monetaria, por sus consecuencias inflacionarias explosivas. Una reducción de las retenciones planteará, por otra parte, el reforzamiento de la “motosierra” para compensar los menores ingresos del fisco. El defolt del agro acentúa todas las contradicciones del programa oficial y una fractura expuesta dentro de la mismísima base capitalista del gobierno liberticida.

Balde de agua fría

Según algunos observadores, el defolt de los “pagarés bursátiles” no se limita al sector agrícola. La cesación de pagos también está rondando por el mercado de servicios y concesiones petroleras -como ocurre con la firma President Petroleum, operadora de pozos en la cuenca neuquina-. No se trata de una casualidad, porque también en este caso hay una expectativa incumplida: la del boom de los hidrocarburos. Los precios internacionales del petróleo también se encuentran en una pendiente y ocurre lo propio con el gas natural. En este cuadro de conjunto, el Gobierno enfrenta un escenario de quiebras, no en la industria “tradicional”, sino en las actividades que deberían encabezar “la reencarnación de la Argentina de 1880”, al decir de Milei. Los observadores financieros anticipan que estos defolts empresarios abrirán un escenario de fusiones y adquisiciones, es decir, de destrucción de capital sobrante y posterior concentración. Son las “inversiones” de un capital en retroceso, lejos de las expectativas abiertas con el RIGI y otros anuncios oficiales.

La incipiente crisis agraria, en definitiva, expone la precariedad del gobierno liberticida, en el escenario de la crisis mundial y la guerra internacional.

Suscribite al canal de WhatsApp de Política Obrera