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La renuncia del premier Justin Trudeau, tras 10 años al frente del gobierno y del Partido Liberal, es la culminación de un agotamiento político de larga data. El golpe final se lo asestó Donald Trump, quien amenaza con imponer fuertes gravámenes y proclama expresamente sus pretensiones anexionistas sobre Canadá. La derecha canadiense, próxima a suceder a Trudeau, simpatiza abiertamente con el estadounidense.
El partido gobernante había perdido la mayoría electoral y parlamentaria en 2019 y, en una nueva elección, de tipo anticipada, en 2021, confirmó su retroceso. El gobierno de Trudeau ha sobrevivido gracias a los votos y el apoyo del “izquierdista” Nuevo Partido Democrático (NPD). Esta formación ha anunciado que retira el apoyo al Gobierno y también que votaría favorablemente a un proceso de destitución en el Parlamento.
Trudeau ha sido sometido a fuego cruzado tanto fuera como dentro de su partido. Su ex viceprimer ministra y responsable de Finanzas del gobierno, Chrystia Freeland, lo acusó públicamente de demagogo por entregar bonos a familias trabajadoras y por la rebaja parcial de impuestos, denunciando que no existía ningún plan para hacer frente a los aranceles del 25 % que ha prometido Donald Trump contra las importaciones canadienses. Freeland abandonó el gobierno cuando debía presentar el Presupuesto ante el Parlamento. Desde ese momento, el Congreso canadiense se encuentra cerrado y no volverá a sesionar hasta fines de marzo, cuando se espera que los liberales puedan presentar un nuevo líder que asuma de manera interina como Primer Ministro. En sintonía con la ´onda política´ que emana de Estados Unidos, los candidatos liberales exhiben un perfil más derechista que el de Trudeau. Entre las candidaturas principales se cuentan, además de la antes mencionada Freeland, el exgobernador del Banco de Inglaterra y del Banco de Canadá, Mark Carney, y la ministra de Relaciones Exteriores, Mélanie Joly.
El Partido Conservador, principal candidato a conquistar una mayoría para formar gobierno, ha postulado al derechista Pierre Poilievre, un seguidor de Donald Trump. Las principales encuestas le otorgan un 47 % de intención de votos; se apoya en sus recientes victorias en municipios históricamente dirigidos por los liberales en importantes provincias, como Ottawa. Poilievre ha conquistado cierta popularidad en base a sus posiciones antivacuna y contra las medidas de restricción y aislamiento bajo el COVID-19. Acompañó a un grupo fascista denominado “Convoy por la Libertad” que ocupó el centro de Ottawa con armas para terminar con las medidas de prevención contra el coronavirus. También se presenta como un enemigo de la política inmigratoria promovida por Trudeau, reclama “recuperar las fronteras”, acabar con el crimen y destruir la inflación.
Trump no ha perdido oportunidad para confrontar contra el gobierno canadiense. Trudeau se apresuró a concretar un encuentro con el magnate en Mar-a-Lago, apenas conocidos los resultados de las elecciones estadounidenses, lo que no ha tenido ningún resultado en suavizar los anuncios sobre aranceles y cierre de fronteras. Por el contrario, Trump ha denunciado un aumento exponencial de tráfico de drogas y el ingreso de inmigrantes ilegales desde el norte, algo que no ha sido comprobado ni respaldado por las cifras oficiales. La amenaza de Trudeau de imponer gravámenes extraordinarios a la exportación de combustible a EE. UU. como represalia le ha valido una crisis con los Estados petrolíferos, entre los que se destaca Alberta -en manos de la derecha-. Ante la renuncia de Trudeau, Trump escribió en Truth Social -su red social-: “si Canadá se fusionara con Estados Unidos, no habría aranceles, los impuestos bajarían, y tendrían total seguridad frente a las amenazas de barcos rusos y chinos que constantemente los rodean. ¡Qué gran nación seríamos juntos!”.
Las elecciones legislativas pueden desarrollarse hasta octubre. Para restar daños, Trudeau ha conseguido una ampliación del receso parlamentario hasta fines de marzo.
La agitación derechista se vale de la disparada de la inflación y la caída real de los salarios. Trudeau no ha escapado al alineamiento incondicional con la guerra de la OTAN contra Rusia, ni al desarrollo de una guerra comercial con China. Canadá acaba de asumir la presidencia rotativa del G7. El liberal canadiense, durante la primera gestión Trump, firmó junto al expresidente mexicano López Obrador un tratado de libre comercio con Estados Unidos en reemplazo del logrado por Obama.