Escribe Marcelo Ramal
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La decisión de la asamblea multitudinaria del parque Lezama de convocar a una marcha “antifascista” para el próximo primero, a la Plaza de Mayo y en todo el país, es la primera manifestación de un planteo de confrontación política directa con el gobierno, en contraste con las demostraciones de lucha del año pasado, que, aunque objetivamente políticas, tuvieron un carácter conmemorativo o ajustado a reivindicaciones concretas, como el caso de las marchas universitarias y hasta la ocupación parcial de facultades. Celebramos este importante paso adelante.
Bien mirado, los ataques fascistas de Milei contra los derechos de las mujeres y diversidades, además de su carácter reaccionario, constituyen un operativo de distracción del escenario de desmoronamiento de la actividad manufacturera y agraria, así como del impasse en que ha entrado nuevamente la política económica. La camarilla liberticida se ha montado sobre la ofensiva lanzada por Trump contra la inmigración, los derechos ciudadanos y las libertades políticas, con la finalidad adicional de disimular su marcha forzada a un acuerdo impuesto por el FMI.
La semana arrancó con una marcada caída en los títulos públicos y acciones de la Argentina, que sintieron el shock que provocó la china DeepSeek en la Bolsa de Nueva York, y provocó mayores ventas de dólares del Banco Central en los mercados paralelos. “Los inversores argentinos están sensibles, por otras preocupaciones que vienen golpeando a bonos y acciones” (Infobae, 28/1). Por caso, los funcionarios del FMI han terminado su misión en la Argentina sumidos en un completo silencio; han hecho saber que el otorgamiento de un préstamo está condicionado a una devaluación del peso. Una prolongación del impasse reforzaría la tendencia del capital agrario al acaparamiento de la cosecha -la pasada y la que viene- a despecho de la reciente rebaja de las retenciones a la exportación. El último indicador mensual de actividad (EMAE), noviembre de 2024, señala un aumento interanual del ¡0,1%! en noviembre mientras la construcción cae un 14,2% interanual, y la industria registra “19 meses consecutivos de caída”. El consumo continúa postrado y la mayoría de los préstamos refinancian deudas anteriores.
La crisis se ha instalado con toda su fuerza en las grandes fábricas. Las patronales avanzan en la liquidación del derecho laboral, y la posibilidad de reemplazar a planteles de trabajadores con derechos adquiridos por otros precarizados, llegando incluso al monotributismo. En Bridgestone o Granja Tres Arroyos, por caso, los despidos masivos anticipan esa reestructuración laboral. La pretensión de promover estos relevos laborales con despidos encubiertos (“retiros voluntarios”) se encuentra largamente agotada en muchos establecimientos.
En Acindar, un paro general frenó la tentativa de agravar las suspensiones; el mar de fondo se hizo sentir también en Concepción del Uruguay, empujado por los delegados y trabajadores de la avícola Tres Arroyos. En este cuadro, los ferroviarios de la Fraternidad pararon parcialmente este martes, y Omar Maturano, el secretario general, anunció un paro nacional, pero para dentro de un mes. La caída del salario denunciada por los maquinistas es del 56%. La inquietud salarial que recorre a los ferroviarios se extiende, cuanto menos, a todos los gremios del transporte.
La marcha del primero de febrero se enlaza con este cuadro general. Un abanico de liberales y macristas que “lamentan” los ataques fascistas de Milei como “un exabrupto” minimiza o disimula el significado estratégico del discurso de Davos. El ataque fascista apunta a un cambio del régimen político. Es lo mismo que anuncia Trump en los Estados Unidos –en este caso, para lidiar con una crisis financiera en ciernes y la guerra internacional.
El primero de febrero debe convertirse en un canal de movilización independiente de toda la población explotada. La marcha antifascista del “orgullo gay” nació de una autoconvocatoria de las diversidades de género, lo que ya significa de por si una ruptura del inmovilismo que se esconde detrás del reclamo “a un paro de la CGT”. Porque la revolución social será la obra de una acción de masas dirigida por la clase obrera y por un partido revolucionario, los obreros debemos formar nuestras columnas el próximo sábado con nuestros compañeros de trabajo y nuestras familias, en la marcha antifascista que convocan las comunidades de las disidencias.