Un acuerdo confiscatorio para colocar a la Argentina en la trinchera de Trump

Escribe Marcelo Ramal

Un acuerdo confiscatorio para colocar a la Argentina en la trinchera de Trump

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Milei y Caputo no han sido originales para presentar al acuerdo que acaban de firmar con el FMI. Como todos los gobiernos que terminaron “en el Fondo”, sostienen que el auxilio de 20.000 millones de dólares constituye “otra etapa” de un plan que venía sin tropiezos. Por el contrario, el acuerdo con el Fondo es la confesión de que el plan Caputo se estrelló prematuramente. La carga explosiva de la deuda argentina -que ronda los 600.000 millones de dólares- no tiene condición de ser refinanciada. Pero los 15.000 millones de dólares de “libre disponibilidad” anunciados por el gobierno tampoco podrán afrontar esa hipoteca. Servirán, en lo inmediato, para solventar urgentes vencimientos de deuda externa con privados -en julio próximo, 4.500 millones de dólares de bonos ´globales´y Bonares-. Con 900 puntos de riesgo país, Caputo no tiene posibilidad de refinanciar esa deuda con privados.

En la conferencia de prensa donde anunció el acuerdo, Milei comparó a la economía argentina con un “acorazado”. El barco, sin embargo, se encuentra averiado y los liberticidas han aportado su cuota. Para afrontar vencimientos anteriores de deuda pública y privada, gastos de turismo, utilidades y la salida de capitales especulativos, el gobierno evaporó 15.000 millones de dólares de superávit comercial. Como en otras bancarrotas nacionales, los recursos del FMI vienen a cubrir la salida de capitales que las exhaustas reservas internacionales ya no pueden abastecer. En la fila de los que quieren salir, se encuentra la remisión de utilidades y pago de deudas de las corporaciones capitalistas, así como las de los importadores. El acuerdo libera el cepo para los ahorristas. Le ofrece a una fracción social con mayores ingresos la zanahoria de subirse al carro de la fuga de capitales. Pero los beneficios de ese ahorro en dólares serán rápidamente devorados por las consecuencias inflacionarias y devaluatorias del acuerdo.

Devaluación

El acuerdo ratifica la parodia de la “emisión cero para financiar al Tesoro”, después que la pasada deuda del Banco Central fuera transferida compulsivamente al fisco. Ahora, esa deuda será bancada por trabajadores y contribuyentes. Pero la anunciada recapitalización del Banco Central comporta otro ajuste, porque ha reemplazado a la deuda del Tesoro con el Banco -unos pagarés de renovación indefinida y ya licuados por casi dos décadas de inflación- por otra deuda, del Tesoro con el FMI. Para afrontar esta nueva hipoteca, vendrán mayores ajustes contra los trabajadores.

Pero el gobierno anuncia ahora que habrá una emisión dirigida a compensar las consecuencias monetarias de la devaluación –imprimir pesos equivalentes al nuevo valor del dólar-. El timador serial Caputo, que aseguraba que “no habría pesos” suficientes para una corrida, se encarga de proveerlos para cuando la “banda flotante” alcance el tope de los 1400 pesos. O sea que los sacerdotes de la escuela austríaca convalidan las consecuencias devaluatorias e inflacionarias del pacto con el FMI. Es lo que ya viene ocurriendo con la aceleración de la carestía en los últimos sesenta días. El mismo día en que Caputo y Milei celebraban el pacto fondomonetarista, la inflación de marzo (incluso malversada) llegaba al 3,7 %.

Con paritarias del 1 % mensual y ajustes jubilatorios de acuerdo a la inflación pasada, el mundo del trabajo ha pagado estos cimbronazos con un nuevo desplome de sus ingresos. Esto ocurrirá en forma agravada con la devaluación que arranca el lunes. Los economistas que dicen que la inflación no debe dispararse, saben a qué apuntan: esperan que los salarios sigan planchados, con la colaboración de la burocracia sindical y la persistente recesión industrial. Después de haberse envuelto en la bandera de la “macro ordenada”, los que gobiernan se han subido al carro de los inflacionistas, para continuar perpetrando una confiscación a los trabajadores.

Guerra internacional y letra chica

“Estamos viendo”. Eso es lo que respondió Caputo cuando le preguntaron si el acuerdo implicaba una reforma previsional, laboral y tributaria. No es un secreto que el socorro del Fondo tiene en la mira al aumento de la edad jubilatoria, la cancelación definitiva del derecho del trabajo y un reforzamiento de la carga de impuestos a los asalariados y a las provincias. La apuesta a que estos fondos permitan una victoria electoral de Milei en octubre es la apuesta a que este paquete de reformas reaccionarias prospere después de octubre.

Pero el acuerdo no puede ser considerado por afuera del escenario de la guerra internacional agravada después de los anuncios de Trump. Días pasados, los funcionarios yanquis manifestaron su “incomodidad” por el swap de China, que es el 60 % de las reservas internacionales de Argentina. La visita del titular del Tesoro, con la posibilidad de un auxilio financiero directo del gobierno de Trump, plantea una incorporación sin condiciones de Argentina al “campo de Trump”, en el escenario de la guerra imperialista. Las concesiones económicas y políticas por venir abren la puerta a nuevas crisis y choques, por caso, en el comercio con China.

El acuerdo devaluatorio, inflacionario y confiscatorio sacudirá la estantería del movimiento obrero y la deliberación política en todos los planos. Es necesario un planteo de lucha por el salario y las jubilaciones, y una agitación resuelta en favor de una salida obrera y socialista contra los gobiernos y partidos de la deuda y de la guerra.

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