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En las últimas horas, los medios escritos y audiovisuales se han cansado de calificar de “imposible” y “caótico” al debate de los diecisiete candidatos inscriptos en la Ciudad de Buenos Aires, que en la noche de ayer expusieron sus planteos a razón de dos minutos por cabeza. Pero estos “denunciantes” se cuidaron muy bien de decir que sus emisoras tienen el acceso vedado a una parte de esos candidatos -de un modo general, los ligados a la izquierda, o retaceado a quienes no representan a los lobbys de cada medio-. La prensa, en definitiva, se escandaliza por el “hacinamiento de listas” (después de haber hablado hasta el infinito acerca de la “fragmentación” política) que fue producido en el único espacio de un canal estatal que depende del gobierno local por falta de la mas mínima autonomía de un medio público.
El debate expuso, efectivamente, la extraordinaria fragmentación política de los partidos del régimen, aunque no tanto de sus planteamientos políticos; hubo un corrimiento de todos hacia la derecha. La ultraderecha se presentó partida en al menos tres candidaturas; esto, sin contar al neonazi Biondini o a un oscuro farmacéutico llamado Peretta, que solía frecuentar a Patricia Bullrich. Adorni, en primer lugar, reivindicó la impronta fascista de los Milei, para lo cual calificó a la izquierda de “zurda”. Reivindicó, en medio de la aceleración de la suba de precios, haber “aplastado” la inflación. La “carta” de representante de Milei en la CABA le augura un pronóstico reservado. En cuanto a los otros ‘fachos’, Marra y Yamil Santoro propusieron la erradicación de las villas de la Ciudad y la expulsión (¿adónde?) de las personas en situación de calle. Pero las gestiones de la Capital han elegido otro método para expulsar a los trabajadores de su perímetro: mediante el acaparamiento del suelo urbano por parte del capital inmobiliario. Después del fracaso de la “topadora” sobre las villas, los Macri y Larreta ofrecieron a sus pobladores urbanizaciones cosméticas, que han acentuado la crisis social al interior de los barrios precarios. En la larga noche del debate, la crítica socialista a esta gestión capitalista urbana cantó “ausente”.
Del lado del pejota-kirchnerismo, Leandro Santoro se dedicó a exponer lo que Kicillof ha llamado la “nueva partitura”. Es decir, la adaptación de “nacionales y populares” a la agenda ultrarreaccionaria de los liberticidas. En un país y una ciudad golpeada por la polarización social, la crisis educativa o habitacional, Santoro se dedicó a perorar sobre los concesionarios de basura o las grúas porteñas. En ese ataque de localismo, el candidato de la UP se cuidó muy bien de ocultar los centenares de pactos que tuvieron lugar entre el peronismo y el PRO en la legislatura porteña, bajo los gobiernos de Macri y Larreta. Esos pactos permitieron un fantástico proceso de privatización de tierras y de superbeneficios a la patria contratista. Al declararse partidario del “Estado y también del mercado”, Santoro se ocupó de decirle a los contratistas del Estado porteño que nada deberían temer de una futura gestión “nac y pop” en la Ciudad.
La cuestión de la guerra internacional se coló en el debate a través de la cuestión de Medio Oriente. Fue el caso de Lula Levy, del radicalismo, de Yamil Santoro y del propio Larreta, que repudió los dichos de Vanina Biasi “contra el Estado de Israel”. Lucas Bonfante, el candidato que representó al FITU en el debate, replicó a este ataque denunciando el genocidio del Estado sionista contra el pueblo palestino, y rechazando la pretensión de asimilar como antisemita a la denuncia del sionismo. La insistencia en el punto, por parte de varios candidatos “centristas” del régimen, ha revelado el peso del sionismo en la elección de CABA.
Bonfante, sin embargo, no se presentó al debate como un socialista. En su primera intervención, se autocalificó como “zurdo”, una inadmisible concesión a los liberticidas; se identificó como parte de la lucha universitaria y de las marchas por los jubilados. “Poner el cuerpo” y “ser solidario” fueron los atributos que añadió a su testimonio. Presentó a la izquierda como una fuerza “resistente” u opositora al gobierno libertario, no al conjunto del régimen capitalista. La ‘resistencia’ a Milei no caracteriza, sin embargo, a una fuerza obrera y socialista, ni tampoco la solidaridad con los jubilados y los estudiantes. El candidato del FITU no presentó un programa socialista. Denunció la masacre de Gaza de contragolpe, como resultado de los ataques de los candidatos sionistas, a quienes sí los caracteriza el antisemitismo. El planteo política y programáticamente restrictivo de Bonfante es otra expresión del corrimiento a la derecha de los protagonistas políticos en la Ciudad y en el país.