Escribe Jacyn
Un pacto del FITU y el partido Justicialista en el Congreso.
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Una denuncia formulada por el Nuevo PST, un partido que reivindica a la corriente morenista (por Nahuel Moreno), nos puso en conocimiento de que el interbloque del FITU armó un segundo interbloque, pero esta vez con dos diputadas de la UxP, bajo la rúbrica de “Frente de Izquierda- Nacional y Popular”. Como consecuencia de ello, las diputadas peronistas Mónica Macha y Julia Strada comparten espacio parlamentario con Christian Castillo, Alejandro Vilca, Nicolás del Caño (PTS), Vanina Biasi (PO) y Vilma Ripoll (MST). Macha y Strada recibieron la autorización del bloque de UxP para consumar esta ‘fusión’, de modo que estamos, en definitiva, ante una unión política parlamentaria de “la izquierda que se une” con el kirchnerismo y el peronismo. El propósito explícito de este operativo es lograr el ingreso de Castillo y Strada a la comisión investigadora del caso $Libra en representación de un grupo superior a los cinco parlamentarios, como exige su reglamento. La maniobra añade dos diputados a la Comisión, en beneficio del FITU, por un lado, y de la UxP, por el otro. Este tipo de maniobras no es una novedad en el kirchnerismo que, en su oportunidad, dividió a su bloque en el Senado con un propósito similar. Sí lo es para el FITU, que ha armado un bloque político con el partido Justicialista: el partido histórico de la patronal nacional. Julia Strada no es una activista de fábrica, sino una exdirectora del Banco Provincia, la caja de las patronales industriales y agrarias. Este acuerdo político es todavía deliberadamente ocultado por el FITU, que no ha emitido comunicado alguno, ni publicado ningún artículo en sus periódicos o redes sociales. Se confirma de este modo, sin atenuantes, nuestra advertencia de que el FITU marchaba derecho hacia un bloque político con el peronismo. La pseudoizquierda ha terminado aceptando la ‘oferta’ de Sergio Massa a Myriam Bregman, en el último debate presidencial, para actuar en forma conjunta en el Congreso nacional.
El reglamento de la comisión -elaborado por el peronismo, Democracia para Siempre (UCR Martín Lousteau-Facundo Manes) y Encuentro Federal (Miguel Ángel Pichetto y Nicolás Massot)- determina que cada bloque con cinco miembros tenga un representante y que los espacios con más de cinco puedan reclamar dos. Otorga, asimismo, un miembro adicional por cada 20 diputados que conformen los bloques. Este esquema debía garantizarle una mayoría a la oposición, encabezada por el peronismo, y fue concebido para recoger la adhesión de los bloques más chicos, como la Coalición Cívica y el Frente de Izquierda, con el ´gancho´ de incorporarlos a la comisión. Pero el FITU había quedado reducido a cuatro diputados como consecuencia del hiato producido en la rotación entre la diputada Mónica Schlotthauer (IS) y Vilma Ripoll (MST). Experto en explotar las vacilaciones y apetiros ajenos -en este caso, el oportunismo del FITU-, el bloque del pejota autorizó a las dos diputadas de Unión por la Patria a conformar el bloque “Nacional y Popular” y a sumarse al interbloque con el FITU para alcanzar los seis representantes y enviar dos diputados a la Comisión.
La ´movida´ fue replicada en espejo por el oficialismo ‘libertario’, que incorporó a una diputada tucumana y promovió la ruptura definitiva del bloque de los ´radicales con peluca´. Con el mismo método, el bloque del PRO ‘integró’ al MID del desarrollista ‘libertario’ Oscar Zago y al monobloque Somos Fueguinos. Diputados, incluidos los supuestos trotskistas del FITU, entró en modo “swinger”, con intercambios a diestra (derecha) y siniestra (izquierda). El resultado es un virtual empate entre los 28 miembros de la Comisión. La mayoría de las previsiones anticipa que el resultado de esta “guerra de maniobras” (Infobae, 12/4) será un impasse.
La maniobra parlamentaria, ¿justificaba un paso de alcance estratégico como un bloque político con la patronal justicialista? La posibilidad de que la comisión investigadora del caso $Libra arribe a un pedido juicio político a Milei es nula y menos aún es la posibilidad de que el juicio prospere. Los grandes desafíos políticos se resuelven en el marco de una lucha de clases, no por medio de arreglos de esta especie. El FITU sabe esto de memoria, pero ha vuelto a comportarse como cuando dio los votos (Solano, Bregman) a la ratificación del acuerdo sobre antisemitismo redactado por Netanyahu y Trump. Sabe también que la disputa por el delito $Libra ha sido introducida por el kirchnerismo para canjearlo con el oficialismo para que no se vote Ficha Limpia, que impediría la presentación electoral de Cristina Fernández, y para presionar contra una sentencia final de la Corte por el asunto Vialidad. $Libra vs. Vialidad. En definitiva, el FITU ha dado un paso estratégico, un pacto político con el Partido Justicialista, para conseguir un puesto en una comisión. La trapisonda perpetrada es una expresión de la bancarrota sin retorno de una izquierda trucha y democratizante. En la trapisonda, el rol del aparato del Partido Obrero ha sido fundamental. Ha roto una línea histórica y demostrado que las más de mil expulsiones de 2019 han tenido por objetivo esta integración al Estado capitalista. Esta política la ha llevado a buscar el apoyo del Ministerio de Trabajo de Kicillof para revertir los despidos masivos en SUTNA, en lugar de impulsar un plan de lucha de conjunto con base en asambleas soberanas.
Lo que se presenta como una maniobra no es tal; es una capitulación estratégica. Tampoco es una ´palanca´ para movilizar a los trabajadores para acabar con Milei; por el contrario, es instrumental a la política de evitar la bancarrota del peronismo. El FITU avisó de sus intenciones cuando, en el balotaje de 2023, todos su partidos llamaron -unos de manera abierta, otros vergonzante- a votar por Sergio Massa, el exsocio de Macri, hombre de la AmCham y admirador de la ´tolerancia cero´ del trumpista Rudolph Giuliani. Sergio Massa ha asegurado, sin recibir ninguna réplica, que el FITU ha votado 25 leyes del gobierno de los Fernández.
La participación en una comisión inocua, o más aún, distraccionista, y peor todavía, con el propósito de canjear la absolución de delitos recíprocos era la oportunidad, no para una operación ´táctica´ de apoyo, sino para una poderosa denuncia. Los ‘discípulos’ del estratega militar alemán, Carl Von Clausewitz, son unos farsantes. El secretismo de la maniobra, en cambio, subraya su carácter espurio. Lamentamos esta degeneración política, pero saludamos su contribución a la claridad de las posiciones.
Llamamos a los militantes del FITU a que tomen la palabra.