Santa Fe: Pullaro tiene vía libre para reformar la Constitución

Escribe Cuki M.

Santa Fe: Pullaro tiene vía libre para reformar la Constitución

Tiempo de lectura: 3 minutos

Pasadas las elecciones y los balances de los resultados, el gobierno de la provincia de Santa Fe comunicó la decisión de que la Convención comenzará el 14 de julio y no el año que viene, como se esperaba. El apuro no responde a ningún interés “democrático”, sino a tener controlada tanto la Convención como también los Concejos Deliberantes antes del recambio electoral de este año.

La modificación de un tercio de la Constitución se hará, entonces, entre las generales de la Provincia y las generales de la Nación, de julio a septiembre. Un trámite exprés que augura poco debate.

Pullaro buscó mostrarse abierto al diálogo, pero las reuniones que mantuvo con las fuerzas que integrarán la Constituyente no sirvieron para nada. La oposición, en su conjunto, quiere hacer la Convención en 2026. Sabe que tiene muy poco margen para maniobrar y apostaba a que pase el tiempo y a otro escenario político. Pero no se les dio.

Pullaro tiene la potestad de convocar a la Constituyente y también posee una mayoría garantizada. Sus 33 alfiles, más los tres del Frente por la Esperanza, le dan la posibilidad de aprobar los cambios en la Carta Magna.

De fondo, está la certeza de que, si bien ganó en casi todos los distritos, el oficialismo no tiene que desperdiciar tiempo antes de que el escenario político empeore. Perdió más de 500.000 votos y puestos claves -como el convencional por el departamento Rosario (que ganó La Libertad Avanza)- y en distintos Concejos, sobre todo en Rosario, donde salió tercero. Como la Constitución entra en vigencia una vez que finaliza la Convención, no quiere discutir autonomías municipales con los Concejos cambiados. Se juegan a dejar todo firme este año antes de octubre, incluso sin utilizar los 20 días de extensión.

Hay un aspecto que deja tranquilo al oficialismo, además de su mayoría, y es que la oposición no representa amenaza alguna. El peronismo, abiertamente, no tiene conducción. Juan Monteverde de Ciudad Futura fue el ganador de una interna entre tres con Marcelo Lewandowski y Roberto Sukermann, que hace rato encontraron su techo político y electoral. Un candidato por fuera, como Monteverde, que todavía no se ganó el apoyo del Partido Justicialista ni de su estructura, es el mayor interlocutor que tiene Pullaro. Los personajes más o menos referenciados, como Agustín Rossi, no dijeron nada y se mantienen al margen a la espera de cerrar la lista de diputados nacionales para octubre.

Porque el otro elemento del escenario es que en el medio de la Convención hay dos campañas electorales que tendrán a los partidos políticos en disputas internas. Todavía no se sabe si Monteverde no le gana el lugar a Rossi como cabeza de la diputación nacional, mientras en Unidos, el oficialismo, ya se augura una ruptura. El Partido Socialista, gran perdedor de todo este proceso, anunció que podría tener candidatos propios.

Por el otro lado, Somos Vida de Granata y La Libertad Avanza conquistaron algunos lugares como convencionales, pero no han aportado ni siquiera al debate. Reclaman que Pullaro los escuche y no tome decisiones “unilaterales”, mientras proponen “bajar los costos de la política” y “eliminar el Senado”, aspectos que no forman parte ni entrarán en el temario, por la simple razón de que ya ha sido establecido. Lo mismo con las propuestas de aumentar las penas de los delitos considerados graves, ya que ni siquiera es materia provincial, lo cual sería aberrantemente inconstitucional.

La Convención que reformará la Constitución no es soberana. Se discutirán los temas que se votaron en la ley de reforma y, como ya se está diciendo en todos los medios, el oficialismo tendrá el texto escrito para su aprobación o rechazo.

En este contexto cobra mayor relevancia la campaña que desarrollamos desde Política Obrera en contra del proceso, que viene con las cartas marcadas, y también de la campaña que realizaron tanto el oficialismo como la oposición.

Más allá de algunos comentarios aislados, todas las fuerzas se subieron al tren de la reforma constitucional como una “mejora democrática”. Las campañas fueron una estafa al electorado y no hubo una sola crítica a la forma en que fue convocada ni a los tiempos de la misma. Ahora, el oficialismo puede avanzar más tranquilamente que nunca al margen de los otros partidos y a espaldas de la población.

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