Ni dólares ni pesos: Caputo en la cuerda floja

Escribe Marcelo Ramal

Ni dolariza ni monetiza.

Ni dólares ni pesos: Caputo en la cuerda floja

Tiempo de lectura: 4 minutos

Al anunciar que los dólares guardados en el colchón podrán usarse para todo tipo de transacciones, “sin que nadie nos pregunte nada”, el gobierno despertó diferentes especulaciones entre economistas y tributaristas. La primera interpretación que abre este anuncio es la conversión de Argentina en un paraíso fiscal hecho y derecho, algo que muy bien podría estar en la cabeza de los actuales criptogobernantes.

El operativo no sería admitido, sin embargo, por los organismos internacionales de crédito, comenzando por el FMI y, por sobre todo, por las agencias que controlan las operaciones de narcolavado, como el GAFI. Si se descarta esa posibilidad, lo que pergeña Caputo es alguna variante para extender o reabrir el blanqueo dispuesto el año pasado.

Pero el destino del anuncio es incierto. De acuerdo a las leyes vigentes, los que tienen ahorros no declarados deberían hacer una “presentación espontánea”. El gobierno podría perdonarles multas o intereses, pero no el pago del impuesto a las ganancias. Algunas versiones señalan que, para compensar a los que blanqueen, ofrecerían exenciones impositivas a los que paguen sus compras en dólares, por ejemplo, no cobrarles el tributo a los débitos bancarios. Cualquiera de estas variantes exige un blanqueo de fondos, en favor de quienes decidieron no hacerlo hasta ahora.

Ahorro, consumo y reactivación

Lo de Caputo es una versión refritada o extendida de lo que se dispuso en enero pasado, cuando se habilitó a comprar y vender en dólares todo tipo de consumos. Esa medida “bimonetaria” no tuvo ninguna trascendencia. Para fundamentar este nuevo salto al vacío, Caputo acaba de decir que “un 6% de crecimiento económico es insostenible con este (bajo) nivel de monetización”.

Lo que señala, en realidad, es que este régimen monetario no produce dólares ni, por lo tanto, la posibilidad de emitir pesos con su ingreso al Banco Central. Los dólares son retenidos hasta que coticen a 1.400 pesos. En medio de un consumo planchado, Caputo quiere reanimar al muerto apelando a quienes disponen de ahorros en dólares, declarados o no.

Para eso, aspira a montar una “bimonetariedad” con incentivos fiscales. En ese caso, la Argentina de Milei-Caputo se parecería demasiado a la Cuba de Díaz Canel, con sus “tiendas especiales” donde sólo compran los que tienen dólares. El resto de la población, la “pesificada”, deberá conformarse con sus consumos elementales de alimentos, a los que tampoco llega. Como intento de reactivación, los límites de este anuncio son brutales. Los recursos del colchón, que algunos estiman en 200.000 millones de dólares, tienen una finalidad de ahorro y reserva de valor. Los únicos que “vuelcan al consumo” esas reservas son los pequeños ahorristas que rematan sus dólares de a poco, y para llegar a fin de mes. En cuanto a los grandes evasores, ya demostraron que la decisión de invertir sus fondos atesorados no depende de un blanqueo sino de una devaluación.

El impasse del plan Caputo

El anuncio del gobierno pone de manifiesto un empantanamiento del plan acordado con el FMI. En primer lugar, el de acumular reservas internacionales para afrontar los próximos vencimientos de deuda. El gobierno pactó con el Fondo reunir unos 4.500 millones a mediados de año, y aún no incrementó en un solo dólar las arcas del Banco Central. El presidente del Banco ha reiterado que sólo comprará divisas cuando la cotización llegue al piso de la banda de flotación, unos 1.000 pesos por dólar. Pero los liberticidas no consiguen bajar la cotización por debajo de los 1.200 pesos. Una parte de los que especulaban con la deuda pública en pesos se ha retirado de ese mercado y se vuelca a la compra de dólares baratos –a desmonetizar y no a remonetizar. En tanto, se ha desatado una sorda puja con el agronegocio, que sólo acepta liquidar sus exportaciones con un dólar en el techo superior de la flotación, o sea, 1.400 pesos. Para el gobierno, conceder esa devaluación implicaría echar más nafta a una inflación que ya ha retornado a los niveles de Massa y los Fernández.

La tentativa de "volcar los dólares al consumo” es un intento desesperado por abatir la paridad cambiaria y extorsionar a los exportadores. Pero incluso si prosperara, lo cual es incierto, redoblará otras contradicciones, como un mayor encarecimiento en dólares del conjunto de la economía. Caputo, al mismo tiempo, dijo que esta economía “bimonetaria” debería tener salarios “razonables (sic) en dólares”. Es una forma de señalar que las paritarias deben ser pisadas, y que la “dolarización” en grado de tentativa no debe llegar a la clase obrera. Las huelgas en curso, incluso retaceadas y boicoteadas por la burocracia, como ocurre en el transporte y en los metalúrgicos de las grandes acerías, ponen de manifiesto el esfuerzo de los trabajadores por darle una salida en sus términos a esta situación intolerable.

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