Un nuevo escenario político

Escribe Marcelo Ramal

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La sesión del Congreso de este miércoles, así como las movilizaciones y huelgas que acompañaron y precedieron a esa sesión, ponen de manifiesto que se está configurando un nuevo escenario político.

La sesión que trató el aumento jubilatorio, la moratoria previsional y la “emergencia en discapacidad”, prosperó gracias al quorum aportado por diputados que en oportunidades anteriores actuaban en acuerdo con Milei -los que responden a los gobernadores de Córdoba, Salta, Tucumán y Catamarca-. Adicionalmente, los diputados macristas “de Macri” y del radicalismo “mileísta” (De Loredo) se abstuvieron, dejando un interrogante respecto de cómo votarían en caso de una insistencia contra el veto presidencial. Los círculos más cercanos al gobierno liberticida ponen en duda la capacidad de Milei para lograr, como en otras oportunidades, una dilación del Senado, o incluso la imposición del veto. El mercado financiero recibió a estas fracturas políticas con una caída en el precio de los bonos argentinos.

Impasse económico y político

En el distanciamiento de los gobernadores, quien hizo punta fue el santafecino Pullaro. Al decir que “no podía gobernarse solamente para el capital financiero”, reveló el desagrado del capital agrario y exportador de su provincia, que no baja la bandera de una reducción mayor de las retenciones o, en su defecto, de una devaluación. A esta fracción capitalista, el gobierno le ofrece la zanahoria de sumarse a la bicicleta financiera o a la especulación con la deuda pública. Pero el porvenir de esas operaciones se encuentra bajo pronóstico reservado: la última licitación de deuda pública por 1000 millones de dólares debió pagar un interés ultrausurario; es que, de cara al dólar recontrabajo que promueve el gobierno, el capital financiero descuenta la devaluación a un futuro cercano. Para desalentarla, el gobierno sostiene una política deflacionaria que sostiene con la depresión económica: es lo que muestra la caída en la recaudación fiscal de mayo. El editorialista de “Clarín” (6.6) adelanta que esa caída deberá compensarse con “una mayor motosierra”, que tiene en las provincias a uno de sus flancos principales. Una reciente reunión de representantes provinciales con el gobierno libertario puso de manifiesto situaciones críticas, en algún caso, poniendo en riesgo el pago del aguinaldo. El mentiroso “equilibrio fiscal” oculta una fractura expuesta en la articulación de las finanzas nacionales, ello, sin contar el colapso de la obra pública y el impasse de las inversiones petroleras y mineras en las regiones, en medio del derrumbe internacional de precios.

Luchas

Pero la inviabilidad del planteamiento libertario también ha aflorado por abajo, con huelgas y movilizaciones de mayor combatividad. La lucha de los residentes del Garrahan ha desatado una inquietud general en los hospitales nacionales e incluso en los que dependen de la provincia de Buenos Aires. Las huelgas en la salud habían sido precedidas por un fuerte paro en la educación bonaerense, en repudio a los seudoaumentos pactados entre Kicillof y la burocracia de Baradel; por la docencia y estudiantes de Catamarca, los piquetes y movilizaciones de los choferes, los investigadores científicos, la huelga metalúrgica de Tierra del Fuego, los profesionales del área de discapacidad y, en los últimos días, los feriantes de La Salada, que fue cerrada bajo la presión de los monopolios internacionales de la indumentaria. Esta olla a presión tiene múltiples manifestaciones en las provincias, uno de los eslabones más precarios del régimen liberticida. Más allá del escenario de luchas, el cambio de escenario político se ha manifestado soterradamente en el extraordinario ausentismo de las elecciones provinciales adelantadas. La abstención masiva puso de manifiesto una transición política cuyo desenlace está abierto: una masa de la población que había votado por Milei en 2023 dejó de hacerlo, pero desconfía mortalmente de una oposición que ha convalidado puntualmente todos los atropellos del gobierno contra los de abajo.

Reacción conservadora

Por referencia a este escenario explosivo, la sesión de este miércoles ha sido extraordinariamente clarificadora, pues expuso la política con la cual la oposición –“dialoguista”, nacional o popular o de “izquierda”- aborda esta transición política. Este bloque de fuerzas aprobó un aumento jubilatorio que deja a los haberes mínimos en el 30 % de una canasta de pobreza, lo que no les impidió desgranar largos discursos en defensa de “nuestros viejos”. Prorrogó una moratoria previsional que Milei clausuró, pero que, incluso vigente, condena a un estipendio igualmente miserable para quienes fueron obligados a trabajar en negro o cuyas patronales les birlaron los aportes. Nadie planteó en el recinto imponerle al conjunto de la clase capitalista evasora el resarcimiento de las cajas previsionales vaciadas o, en su defecto, cesar el pago de la deuda pública usuraria que tiene como acreedora a esa misma clase social. En la redacción final de la ley jubilatoria, el derechista Massot impuso un capítulo de financiamiento en base a poner fin a alguna exención impositiva o pequeñas reasignaciones de partidas -incluso en perjuicio de la SIDE-. Pero se encargó de dejar intacta a la estructura nodal del presupuesto, que está diseñado en función del pago de la deuda pública. Lo mismo ocurrió con la “emergencia en discapacidad”, que ofreció una pensión de monedas a las personas discapacitadas y un socorro precario para las prestaciones. Pero dejó en pie a un régimen de tercerización (y privatización) de la salud y educación para los discapacitados, cuya contraparte es el vaciamiento de la salud pública y de las escuelas públicas especiales. El bloque que empujó este paquete legislativo se ocupó muy bien de mostrarle al gran capital que puede ser un relevo eficaz de Milei, sin tocar un ápice de la herencia antiobrera del gobierno liberticida. Es el mismo sentido de las declaraciones recientes de Cristina Kirchner, en reclamo de un “estado eficiente” y de la oposición a las huelgas en la salud y la educación.

Adentro y afuera del Congreso, la izquierda agrupada en el FITU ha sido parte de esta sintonía conservadora. Sus diputados no denunciaron el carácter reaccionario de la oposición fondomonetarista y sus compromisos de fondo con el gobierno liberticida. Presentaron a los proyectos de esa oposición como “insuficientes”, sin oponerles un planteo de salida fundado en un ataque al gran capital y una reorganización de carácter socialista. No alertaron ni caracterizaron a una oposición que pretende imprimirle una salida reaccionaria al actual impasse político. Un macrista de Milei, Fernando Iglesias, denunció al Congreso por “troskizarse”, y por haber parido una sesión “troska”. Sin quererlo, el camaleón derechista caracterizaba, no al Congreso, sino a los pretendidos “troskos”, que se han mimetizado con esa oposición al punto de conformar un interbloque con una fracción kirchnerista.

Este arco opositor ha salido a intervenir activamente en el ascenso de luchas. Después de un larguísimo letargo, algún sector de la burocracia de los sindicatos ha pasado a dar señales de vida, con el único propósito de manipular a las iniciativas por abajo. Es lo que acaba de hacer ATE nacional, convocando a una “jornada de lucha” en salud cuando ya era evidente la propagación de una ola de huelgas en los hospitales nacionales. El proceso electoral será otro gran terreno de disputa por la orientación política de esa transición, y los bloques capitalistas del Congreso también miraron para ese lado en la sesión del miércoles. La campaña será un gran escenario de esta transición política, y una oportunidad para desarrollar un programa y una salida en términos obreros y socialistas, en medio de estos desplazamientos políticos y de una guerra y una crisis financiera internacional.

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