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El gobierno liberticida sigue festejando “triunfos”. Ahora se jacta de haber logrado una deflación mayorista del 0,3% que, presume, incidirá en el futuro índice de precios minorista. La variación interanual fue de 22,4%, la menor desde diciembre de 2017.
En abril, el índice mayorista había dado un salto de una inflación del 2,8% y, ahora, esta deflación de mayo se da como resultado de una baja del 4,1% en los productos importados.
Este índice está muy relacionado con el tipo de cambio y por eso se explica el salto para arriba en abril -cuando se liberó el cepo y aumentó el precio del dólar- y esta baja en mayo -cuando se “normalizó” el tipo de cambió para abajo.
Otro factor que influye es la caída de las commodities.
Los productos nacionales no sufrieron una variación en alza de sus precios con respecto al mes anterior debido a la competencia que implicó la política de “apertura” de la economía y la miseria en los ingresos que contrae la demanda.
La caída de los precios de las importaciones se explica -además de la baja del dólar- por la “normalización” de los pagos -con bopreales- y la expectativa de estabilidad por el acuerdo con el FMI, que moderaron la especulación -la subida “preventiva” de precios.
Entre los productos nacionales, un factor que ayudó a la deflación fue la caída de “los productos refinados derivados del petróleo” algo que en junio se verá retrotraído debido a la guerra en Medio Oriente.
Por el contrario, el rubro que estuvo en alza fue “alimentos y bebidas” (0,20%).
El índice de precios mayorista suele incidir en el minorista, pero hay varias consideraciones. En primer lugar, no considera los servicios, un rubro que empuja a la inflación, como el reciente aumento del transporte público, además de muchas otras cuestiones que afectan al costo de producción como alquileres, salarios, etc.
El otro problema es que el rubro que sigue en aumento es el de “alimentos y bebidas”, y los datos que hay no apuntan a que baje.
A la disparada que sufrió la carne en las últimas semanas hay que agregarle que la disminución del stock vaticina nuevas alzas, a pesar de que aumentan las importaciones de carne porcina.
El ajuste feroz sobre salarios y jubilaciones y toda la política recesiva del gobierno debería pisar la inflación a cero, pero, el índice de mayo fue del 1,5%, el tercero más alto de América Latina.
Al mismo tiempo, la caída del consumo en algunos rubros es alarmante y demuestra que la desaceleración de la inflación no impacta en una mejora del poder de compra de la población, afectando a sectores de variados ingresos. Según datos de la Asociación de Hoteles, Restaurantes, Confiterías y Cafés (AHRCC) el consumo se contrajo 20% desde marzo, luego de la habitual baja de actividad durante el verano.
Para la Cámara de Distribuidores Mayoristas del NEA, en mayo, la caída interanual del consumo osciló entre un 10% y un 12% en alimentos básicos como pan, carne, pollo, aceite y productos congelados.
Y esto se combina con el tarjeteo y el endeudamiento en ascenso por parte de las familias para comprar alimentos y cubrir gastos corrientes.
Por lo tanto, la tendencia a la “deflación” recostada en la miseria salarial y en el congelamiento del dólar -sostenido a fuerza de liquidar reservas y tomar más deuda- no repercute positivamente en la capacidad de compra de trabajadores y jubilados.