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El viernes primero de noviembre decenas de miles de manifestantes salieron a las calles de Argel para conmemorar el 65 aniversario de la guerra de independencia. Ahora, ante la completa bancarrota del nacionalismo militar, reclaman una “nueva revolución”, Gritaban “Argelia recuperará su independencia” y “Fuera todos los militares”; pedían “Liberar a presos políticos, injustamente encarcelados”, y “Proporcionar al pueblo, una asamblea constituyente soberana y revocable” (ElWatan, 1/11). Fue una de las manifestaciones más grandes desde que comenzaron las protestas de febrero de este año.
El 5 de noviembre, en una marcha donde confluyeron estudiantes y trabajadores, una bandera se colgó en las afueras de la Asamblea Nacional: “Parlamento de traidores” (ElWatan, 6/11). La AN acababa de aprobar una vergonzosa ley de liberalización de la explotación de hidrocarburos para favorecer la inversión extranjera. Como garantía: los recursos “estratégicos” todavía bajo control estatal (la compra de Anadarko por parte de Total). Estas movilizaciones son parte de lo que se denomina “Hirak”, movilizaciones que comenzaron el 16 de febrero, y que tiraron abajo al presidente Abdelaziz Bouteflika, que iba por el quinto mandato.
Presidente de larga data, Bouteflika (del Frente de Liberación Nacional), renunció en abril pasado después de semanas de protestas callejeras, coronadas con una huelga general y la masiva movilización del primero de mayo. Sin embargo, quienes asumieron sostuvieron al mismo régimen podrido, con el respaldo de la burocracia de la Unión General de Trabajadores (UGTA). El presidente interino, Abdelkader Bensalah, permanece en el poder junto al jefe del ejército, Ahmed Gaid Salah. En Argelia está de un lado el Ejército y del otro, la clase obrera y el pueblo. De allí los cantos populares: “queremos un gobierno civil, no uno militar” y “Gaid Salah, eres uno de los traidores”. Sin otra salida a la vista, se pactaron elecciones amañadas para el 12 de diciembre.
El ejército argelino tiene una historia de represión violenta de levantamientos populares. Ahora desempeña un rol de árbitro del proceso político (y electoral), incluido el propósito de evitar una ‘salida islámica’, una corriente que se ha hecho poderosa como consecuencia del fracaso del nacionalismo laico en Medio Oriente y Noráfrica. y trata de evitar el control por parte del islamismo. Podemos decir que es un régimen controlado por los militares, por el prestigio del FLN. En los últimos meses Amnesty Internacional declaró que había un “clima de represión”, luego de violentas detenciones contra manifestantes, periodistas y opositores. La contradicción es que las masas no quieren seguir jugando el juego del Estado Mayor del Ejército (Gaid Salah), los servicios de inteligencia (General Toufik), y las mafias, que designan candidatos a dedo.
La burguesía parásita e improductiva, junto a las FFAA, cooperan con el imperialismo en la “guerra contra el terrorismo”, más dominación imperialista. Esa alianza ha convertido a Argelia en un campo de concentración de la inmigración a Europa causada por la guerra imperialista. Los reclamos contra este estado de cosas, necesitan la unidad y solidaridad socialista de los trabajadores de ambos lados del mediterráneo. Como en otros países, el aparato militar les es visceralmente hostil.
La UGTA, sindicato de 4 millones de afiliados, está alineado con los militares y el régimen. Hay un sector de sindicatos independientes (CSA) que ha impulsado las movilizaciones y la huelga general desde el primer momento: docentes, abogados, asociaciones judiciales, estatales y estudiantes. Ahora, una parte quiere negociar una “transición ordenada”. Las Forces de l’Alternative démocratique (FAD) piden una Asamblea Constituyente, y junto al islamista Frente por la Justicia y el Desarrollo (FJD), llaman a boicotear la elección en nombre de un “estado de derecho”. Varios sindicatos y organizaciones sociales habían firmado un petitorio para una transición democrática bajo una Asamblea Constituyente que crear una “República democrática y social” (http://www.droits-laddh.org/la-sc-algerienne-propose-sa-feu…). Sin embargo, la Confederación Sindical Autónoma (CSA) ha entrado en negociaciones con el régimen, para pactar una transición pacífica.
A pesar de las protestas, se ha convocado a nuevas elecciones para el 12 de diciembre, luego del boicot de candidatos que sufrió la llamada para el 4 de julio pasado. Esta una maniobra de que está apoyada por Macron. Israel, que tiene las miras puestas en el Sahel, ve con buenos ojos que Argelia se “Libianice” (y reclama que Jordania no le compre más gas). Los candidatos “aprobados” son cinco, e incluyen a los ex primeros ministros Abdelmadjid Tebboune y Ali Benflis, el ex ministro de cultura Azzedddine Mihoubi, el ex ministro de turismo Abdelkader Bengrine y Abdelaziz Belaid, jefe del partido del Movimiento El Mostakbal. Es el viejo aparato. El impasse político, de un lado, y la rebelión popular, del otro, no han concluido.