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Daría la impresión de que el paso de Victoria Villarruel por la fábrica FATE no ha merecido una debida atención La Vicepresidenta asistió invitada por Javier Madanes Quintanilla, el dueño de la empresa, para conmemorar, ayer, el Día de la Industria. Los Madanes no son una familia que hubiera recibido denuncias, como otros tantos grandes empresarios, por complicidades con el terrorismo de Estado aplicado por la dictadura. Para Villarruel, una activa defensora de la dictadura, los imputados por crímenes de lesa humanidad tomaron parte en una guerra que habría ‘salvado’ a Argentina del ‘castro-comunismo’. Desde la mirada de los obreros combativos de la empresa la visita de Villarruel tiene todo el aspecto de una provocación. Su presencia no fue, sin embargo, boicoteada por el sindicato.
Una provocación de todo otro orden, ha sido invitar a una funcionaria prácticamente exiliada del gobierno por “el círculo de hierro” de la Casa Rosada. El sentido político es claro: Madanes apuesta a un recambio de la máxima jefatura de gobierno – probablemente con la anuencia de otros “capitanes de la industria”. FATE reclama contra el dólar barato y a favor del aumento de los aranceles a la importación de neumáticos. Al día siguiente del evento, Madanes se despachó, en Infobae, con el reclamo de un control de cambios, o sea un ‘cepo’ multiplicado. Aunque sin mayores precisiones, algunos medios ubican a Techint en la misma tesitura; el control de cambios serviría, por de pronto, para bloquear o encarecer el ingreso de acero de China y, lo que también es importante, la importación de productos industriales con fuertes insumos de acero. Por otro lado, detendría la fuga de dólares y la escalada de tasas de interés que, juntan, asfixian financieramente al sector industrial. El control de cambios, sin embargo, difícilmente una a toda la industria, ya que, en principio, provocaría una crisis del financiamiento internacional para las inversiones relacionadas con Vaca Muerta. En su condición de vicepresidenta, Villarruel es la primera línea de sucesión institucional de Javier Milei.
La dirección del SUTNA, disminuida en número luego de la deserción de un sector de la lista Negra, recibió a Villarruel con una declaración que la denuncia por su solidaridad y apoyo con los criminales de lesa humanidad –pero no con un boicot a su presencia. En un cruce con Alejandro Crespo, a quien escuchó sin mayores interrupciones, Villarruel lo invitó a “dejar el pasado atrás” y a trabajar “por la unidad nacional”. Con este planteo, Villarruel no solamente tomó la iniciativa del intercambio de posiciones, sino que convocó a gobernar en conjunto a todos los “degenerados” -fiscales, woke, izquierdistas, populistas- trazando una delimitación ostensible con Milei.
Aunque, como es obvio, Alejandro Crespo rechazó el convite unitario, la declaración sindical que entregó a la Vicepresidenta y el séquito que también rodeaba a los interlocutores, no hacía más que repetir los reclamos de Madanes contra las importaciones –forma de control de cambios. La defensa de la industria mediante aranceles y controles, bajo la supervisión del Estado capitalista, da lugar, sin embargo, a beneficios a grandes empresarios y a un festival de estafas aduaneras, pero no da soporte para mejoras salariales y laborales de los trabajadores. Tiene, en su esencia, contradicciones insalvables; la protección a la industria del neumático perjudicaría, por ejemplo, a la industria automotriz (autos, camiones, tractores, usuarios). Encarecería el consumo y disminuiría el nivel de vida de los trabajadores. La ventaja para la industria sería fugaz, porque sin inversiones de escala se produciría la obsolescencia del stock de maquinaría existente. Las patronales que reclaman aranceles o control de cambios, aplican el trabajo en negro y tercerizan para precarizar; el mejor ejemplo es FATE. El control de cambios es un método de rescate de un capital sin perspectivas -y más en las circunstancias de la presente crisis- no una vía histórica relevante para el desarrollo de las fuerzas productivas. Los sindicatos deberían elaborar un plan económico integral para imponerlo por medio de una lucha política independiente; no contribuir al rol de segundo violín de las patronales industriales.
El monopolio del comercio exterior es altamente positivo cuando forma parte de un plan económico que incluye al mercado internacional en el proceso de la reproducción social; sólo cuando se revoluciona el modo de producción juega un papel positivo y revolucionario, no cuando sirve para preservarlo.
La marcha de la presente crisis terminal del gobierno y del régimen político dirán si en FATE nació, el martes pasado, un trípode de recambio en el que se anotan personajes como Guillermo Moreno. Villarruel, además, carece por completo del aparato político que le pudiera servir para construir una base popular.
