Sudán: las Fuerzas de Apoyo Rápido toman el último reducto de Darfur con armamento británico y apoyadas por Emiratos Árabes Unidos

Escribe Aldana González

Hay 14 millones de desplazados que huyen del hambre y las masacres.

Tiempo de lectura: 4 minutos

Sudán vive una tragedia humanitaria con hambrunas y genocidio debido a una guerra civil que lleva dos años.

En abril de 2019 cayó Omar al-Bashir, tras 30 años de dictadura, debido a una rebelión popular encabezada por mujeres y jóvenes que se movilizaron durante meses. Finalmente, el ejército intervino, destituyó a Bashir e instauró un gobierno cívico-militar.

Entre los militares empezaron a coexistir dos facciones: las Fuerzas Armadas de Sudán (FAS) dirigidas por al-Burhan y las Fuerzas de Apoyo Rápido (RSF), milicia paramilitar comandada por Mohamed Hamdan Dagalo —Hemedti—.

Ambos bandos hicieron un autogolpe en octubre de 2021 para destituir a los civiles. Ese quiebre inició la disputa interna dentro del propio bloque militar. Las milicias de Hemedti comenzaron a expandirse, controlando minas de oro, rutas comerciales y regiones enteras de Darfur. Burhan, por su parte, intentó consolidar al ejército como única fuerza legítima, ante la evidencia de que Hemedti estaba construyendo un Estado paralelo. Las negociaciones para integrar a la RSF en el ejército fracasaron y el 15 de abril de 2023 estalló la guerra abierta entre ambos bandos.

Desde entonces, en Sudán no existe un gobierno central efectivo. Burhan mantiene una autoridad simbólica desde el puerto de Suakin y zonas del norte, mientras Hemedti gobierna de facto el oeste del país con una estructura paramilitar que actúa como Estado propio.

Así, desde 2019, Sudán pasó por al menos tres rupturas claras: la caída de Bashir, el autogolpe de 2021 y la fractura armada de 2023, que selló el fin de cualquier intento de transición democrática.

Masacre en El Fasher

En las últimas semanas, la ofensiva de las RSF sobre la ciudad de El Fasher —la última ciudad que resistía en la región de Darfur— dejó un paisaje de horror: cadáveres en las calles, hospitales reducidos a ruinas, niños huyendo a pie bajo el fuego cruzado. Testimonios de sobrevivientes hablan de mujeres violadas sistemáticamente, aldeas enteras arrasadas y fosas comunes cavadas a la fuerza por los propios prisioneros. Hay un genocidio en marcha contra las etnias no árabes de Sudán. Así las RSF se apoderaron del último reducto importante que estaba en manos del gobierno. La ciudad había estado sitiada durante un año y medio y todavía no se sabe la suerte de miles de civiles que no lograron escapar.

En marzo de 2024, el Programa Mundial de Alimentos declaró a Sudán como el país con la mayor crisis de hambre del mundo. Meses después, se reportaron condiciones de hambruna en cinco zonas de Darfur del Norte y las montañas Nuba, en el estado de Kordofán.

Más de catorce millones de personas han sido desplazadas dentro y fuera del país y los servicios sanitarios se encuentran en colapso. Los pocos hospitales que aún funcionan lo hacen sin medicamentos, sin agua, sin electricidad.

La mitad de los 51 millones de habitantes de Sudán, incluidos 3,7 millones de niños menores de cinco años, necesitan asistencia humanitaria que no reciben. Los drásticos recortes en la ayuda exterior, incluidas las órdenes de suspensión de actividades de USAID a principios de este año, que alcanzaron hasta el 80 %, han agravado la situación. En Reino Unido también desviaron los fondos previstos para ayuda humanitaria para abultar el presupuesto de armamento, sin miedo a la alevosía. La poca ayuda que llega, por norma, solo es repartida a los jefes de familia-hombres-, por lo que las mujeres que logran escapar solas dependen por entero de los varones. Las organizaciones humanitarias y la ONU estiman que hay unos 140.000 muertos por la guerra, si se cuentan los provocados por sus consecuencias indirectas, como la epidemia de cólera.

Trasfondo económico y geopolítico

El trasfondo del conflicto es el control de las minas de oro, justo cuando la guerra comercial y bélica provocan devaluaciones e inflación a nivel mundial que revalorizan el metal. Los bancos centrales de varios países están estoqueando sus reservas con oro llevando su precio a máximos históricos. En general, los propietarios de las minas de Sudán tienen su origen en varios de los países que intervienen apoyando a una u otra facción.

Por otro lado, Sudán tiene una ubicación estratégica por los 800 kilómetros de costa que tiene sobre el mar Rojo, que comunica con el canal de Suez y por el que circula el 15 % del comercio marítimo mundial.

Así, la crisis humanitaria de Sudán es una consecuencia directa de la contienda mundial.

Las RSF fueron financiadas desde su origen por Emiratos Árabes Unidos, quienes incluso los llevaron como mercenarios para combatir contra los hutíes en Yemen. Actualmente sigue abasteciéndolas con armas, vehículos blindados y apoyo logístico. Reino Unido -en el pasado, colonizador de Sudán- es cuestionado porque gran parte del armamento de las RSF es de origen británico. El épiteto de “rebeldes”, que la prensa occidental utiliza para llamar a los paramilitares que utilizan la violación sistemática de niñas y mujeres como arma de guerra, es una demostración de que las RSF tienen los favores del imperialismo. Hay una denuncia formal presentada por el gobierno sudanés ante la Corte Internacional de Justicia contra Emiratos Árabes Unidos por su presunto papel en el genocidio. Sin embargo, ambas facciones son acusadas de cometer crímenes de guerra contra la población civil.

Del otro lado, el gobierno militar de al-Burhan y las Fuerzas Armadas de Sudán (SAF) son sostenidos por Egipto, Arabia Saudí, Turquía e Irán. Rusia, que en el pasado apoyó a las RSF, ahora viró modestamente en función del acomodamiento del tablero mundial y llegó a un acuerdo con al-Burhan para construir una base naval en Puerto Sudán. Turquía e Irán proporcionaron drones y misiles a las FAS motivados por su interés de acceder al mar Rojo. Irán pretende una base naval para apoyar a los hutíes de Yemen.

Las tensiones se extienden por toda la región que aloja a miles de desplazados, que cuentan con facciones y gobiernos que apoyan a uno u otro bando y por donde circulan las armas.

Atrás de Emiratos Árabes Unidos está el interés de Estados Unidos e Israel por cortar cualquier influencia de Irán y China en la región. Detrás de cada conflicto está la decadencia del imperialismo y sus manotazos de ahogado para hundirnos con él.

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