Sobre la esclavitud en Brasil y EE.UU.

Escribe Norberto Malaj

Tiempo de lectura: 4 minutos

En su brillante artículo Brasil, la próxima parada, Altamira hace una afirmación incorrecta. En Brasil, dice, “la cuestión de la brutalidad policial contra las personas negras es más fuerte que en Estados Unidos – en gran medida porque los descendientes de esclavos, en Brasil, son mayoría de la población, y la esclavitud ha sido tres veces mayor en números”.

Pues bien, me permito corregirlo. Es erróneo que la esclavitud en Brasil haya sido tres veces mayor: EE.UU. fue, desde mediados del siglo XVIII, -es decir desde poco antes de la guerra de independencia hasta poco antes de la guerra de Secesión- el mayor importador de esclavos africanos a escala planetaria. Superó primero a Santo Domingo, hasta la guerra nacional e instauración de la primera república negra (Haití) que Toussaint L´Ouverture emancipó de la esclavitud. De paso sea dicho: ni la famosa “declaración universal de los derechos humanos” de la revolución francesa cuestionó la esclavitud, ni siquiera en la era jacobina. Luego, bajo el thermidor napoleónico, Francia llevó a la masacre al pueblo haitiano. (Haití era la colonia más famosa y próspera del planeta; antes de su independencia reportaba casi un tercio del producto bruto francés).

EE.UU. supera después a Jamaica en importación de esclavos, a pesar de que la colonia inglesa relativamente suplanta a Haití como principal economía de plantación azucarera en el Caribe. Por último, EE.UU. supera cómodamente a Brasil durante todo el siglo XIX. Brasil comienza entonces ya su largo estancamiento. En EE.UU. ocurre todo lo contrario. Las colonias del sur esclavistas, según todos los historiadores, fueron durante los 50 primeros años de EE.UU. independiente la columna vertebral de la economía yanqui. Ésta se afirmó a base del desarrollo y ampliación de la economía de plantación-esclavista de tabaco y algodón. Los ´padres fundadores´ de EE.UU., en su inmensa mayoría del estado más racista de todos, Virginia, con excepción del también virginiano Thomas Jefferson, fueron todos esclavistas. De ese estado que reunía la mayor concentración de esclavos de todo EE.UU. salieron casi todos los presidentes hasta 1830.

Mientras en toda la historia del Brasil esclavista (colonial e independiente) ingresaron alrededor de 3 millones de esclavos; sólo en los 80 años que van desde la independencia de EE.UU. hasta la guerra de Secesión ingresaron a EE.UU. casi 1 millón y medio de esclavos. EE.UU. fue el país más pérfido del planeta por perpetrar lo que hoy ´castiga´: ¡EE.UU. no pagó (desconoció) su deuda externa a Francia y España, sin cuya ayuda Washington y los suyos jamás hubieran triunfado en la guerra de independencia (1776-1783). Luego, EE.UU. bajo presión internacional, desde principios del siglo XIX formalmente ´prohíbe´ el tráfico de esclavos, pero en verdad se burló siempre de ello. La mayor parte de los esclavos africanos recalaban primero en puertos del Caribe y de allí eran trasladados de contrabando a puertos de EE.UU., especialmente a los nuevos estados, la mayoría de los cuales nacen como estados esclavistas (todos los estados del Mississipi).

¿Por qué este señalamiento? En absoluto por una cuestión académica o histórica. Contra la supuesta ´excepcionalidad´ que toda una corriente historiográfica afirma sostener y se dice ´izquierdista´, es falso que EE.UU. se distinga de América Latina porque en el norte no se planteó la cuestión ´indígena´ o de los pueblos ´originarios´. En toda América los conquistadores, y luego los “criollos” de aquí y de allá, buscaron esclavizar primero a los indígenas. Cuando esto no fue suficiente (porque se los exterminó por enfermedades que portaban los blancos o porque se los extenuó en obrajes, minas y plantaciones) y se requirió de más fuerza de trabajo, se recurrió al trabajo esclavo. En esto no hubo diferencia alguna entre británicos, franceses, holandeses, españoles o portugueses y sus ´herederos´ de todas las colonias.

Lo que sí diferenció a EE.UU. del resto del continente fue otro fenómeno de carácter absolutamente único. Nadie lo explicó mejor que un gran historiador norteamericano que revolucionó la historiografía: Edmund Morgan. En EE.UU. se presentaron “dos procesos aparentemente contradictorios” pero que “ocurrieron simultáneamente”.

Por un lado, un movimiento revolucionario democrático que abrazó a todas las colonias, pero que tuvo su principal impacto en el norte no esclavista (Massachusetts, Filadelfia) y lideró la que, con seguridad, es la segunda mayor expresión de la revolución burguesa-democrática, junto a la gran revolución francesa. Esa revolución ´inconclusa´ llevará 80 años después a la guerra de Secesión, segundo episodio de la gran revolución norteamericana. Por el otro, junto a esto y dándole la espalda a los reclamos de las masas indígenas y negras esclavizadas, EE.UU. fue el país que vivió la mayor acumulación capitalista de la historia contemporánea a base de la esclavitud (la esclavitud yanqui abonó el surgimiento capitalista norteamericano, explicó Marx).

En palabras de Morgan: “Durante un período de tiempo prolongado, desde el siglo XVII hasta el siglo XIX, es la paradoja central de la historia de los Estados Unidos de Norteamérica” (“Esclavitud y Libertad en los Estados Unidos, de la colonia a la independencia”, Siglo XXI editores, 2009).

En EE.UU., en la época de la guerra de independencia y hasta mediados del siglo XIX, los negros constituían más de un 20% de la población. Si se considera a los indígenas, probablemente superaran el 30%. Lo que hoy se vive bajo la pandemia del coronavirus, que se cobra tres veces más vidas de negros que blancos, ocurrió siempre durante toda la historia de EE.UU. bajo condiciones de vida y trabajo absolutamente más gravosas (la expectativa de vida de los negros hasta hoy es menor en EE.UU. en negros que blancos). Todo esto llevó al descenso relativo de la población negra. A esto se suma que en los últimos 50 años a esa población precarizada se han sumado a los EE.UU. más de 60 millones de asiáticos y ´sudacas´ que compiten por esos puestos de trabajo. Es todo este fenómeno el que explica que los negros hayan retrocedido relativamente en proporción a los blancos en EE.UU. –Brasil no vivió nada comparable. En este sentido, la opresión racial yanki está sin dudas entre las más altas.

Es incorrecto buscar un medidor de ´brutalidad´ para comparar EE.UU. y Brasil. Según el último número de The Economist, por choques entre negros y la policía en EE.UU., “entre los años 2000 y 2014 murieron 2.445 uniformados cumpliendo sus obligaciones. Pero a la inversa el fuego policial mató a alrededor de mil personas cada año. Los afroamericanos tienen en promedio más probabilidades de ser asesinados por la policía que los blancos. En EE.UU. ser asesinado por la policía es actualmente la sexta causa de muerte entre los jóvenes negros”.

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