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La situación en el centro de la provincia, que tiene como epicentro a Olavarría, ha dado un giro. La circulación de casos autóctonos no solo presenta el riesgo de contagios que ingresan por el AMBA, ahora también, por propagación local y regional. La carencia de planes integrales alimentarios y sanitarios tienen como damnificados directos a los barrios populares, donde el hambre y la desocupación crecen desmesuradamente. La falta de alimentos y elementos sanitizantes dejan en claro que la preocupación de Galli y Bertellys está en garantizar los intereses de Loma Negra, General Electric y el gran capital.
La declaración de emergencia financiera que han llevado en simultaneo un importante número de distritos bonaerenses ha sido la excusa de negación de demandas populares.
Las consecuencias de la “nueva cuarentena”, han avanzado a velocidad del rayo hacia el interior de la provincia, acelerando incluso la posibilidad de un colapso hospitalario. Los choques entre provincia y CABA tienen sus réplicas en el interior. Los Jefes Comunales confederados bajo el liderazgo de Vidal intensificaron la presión a Kicillof para la flexibilización de la cuarentena, con la apertura de comercios, restaurantes, bares, la habilitación de actividades deportivas y paseos. En estos horizontes lo que se esconde es un protocolo a merced del gran capital, subordinando la política sanitaria de las ciudades a los intereses empresariales.
El ejemplo más claro es la apertura forzosa de actividades en Olavarría, donde en menos de una semana los casos pasaron de ser escasos o nulos a estallar en casi un centenar, registrándose hasta el momento de escribir esta nota un fallecido de 81 años, paciente de un geriátrico. Sin embargo, hasta hace pocos días el intendente macrista Galli era uno de los abanderados “anti-cuarentena”, incitando al levantamiento de la misma en sus redes sociales. Los resultados de esa política se cristalizan al día de la fecha.
Hoy con una ciudad desbordada y con vastos choques sociales en puerta, el ejecutivo olavarriense se dedica a despotricar contra los vecinos. Incluso cuando los primeros contagios se sucedieron en Loma Negra, la cementera más grande del país. El retroceso a fase uno en la ciudad del cemento no contempla el cese de actividades productivas, exponiendo a los trabajadores a contraer el virus y a transmitirlo en forma mucho más virulenta.
En Olavarría el colapso sanitario está al caer, y esto sacudiría a los hospitales de la región donde ya comienza a crecer la demanda propia.
En el caso de Azul, el intendente Bertellys sigue los pasos de su ciudad vecina, anunciando que la circulación del virus se dará más temprano que tarde. A pesar de ello, el ejecutivo ha mostrado todas sus ansias de habilitar las salidas recreativas, y la apertura de bares y restaurantes a un 50% de su capacidad.
Los contagios en el Parque Eólico, y la falta de condiciones de seguridad e higiene en el frigorífico Devesa, han puesto sobre el tapete la complicidad del gobierno con el empresariado, quedando de manifiesto quienes llevan las riendas. Las denuncias de los trabajadores de las distintas áreas han atinado fuertes golpes a la imagen del ejecutivo, decayendo a su vez su credibilidad. La reducción del 30% del salario a funcionarios de segunda línea, y la fricción de la coalición gobernante (Pro, pejotistas, radicales, ex Gen) encuentra a un gobierno sumamente debilitado, que no puede dar un paso sin tropezar sobre el próximo.
Mientras tanto en los lugares de trabajo se delibera y se acciona ante los atropellos de los gobiernos y las patronales. El caso más elocuente es el de los operarios de la construcción de L amali, (Loma Negra), quienes movilizaron por el pago de salarios y por las condiciones de trabajo en forma independiente a la UOCRA.
Planteamos que se discutan protocolos de seguridad e higiene en asambleas obreras, clausura de actividades con goce de sueldo en todos los lugares de trabajo donde se registran casos de COVID. Ningún despido ni suspensión. Refuerzos alimentarios y sanitarios que abastezcan las necesidades de las barriadas bajo el control de las asambleas vecinales, urbanización de los barrios. Abastecimiento de insumos en hospitales y salas periféricas. La clase obrera debe discutir una salida propia ante el desastre al que nos conducen los gobiernos y el capital.