Uruguay juega el alargue

Escribe Perla Milenski

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La derrota ‘cómoda’ que debía sufrir, de acuerdo a las encuestas, el Frente Amplio de Uruguay, se convirtió en un empate que la prensa asegura no modificará la victoria de la alianza Multicolor encabezada por el blanco Luis Lacalle Pou. Si el escrutinio definitivo no confirmara este pronóstico, hasta el ‘pacífico’ Uruguay podría ser acosado por denuncias de ‘fraude’. El pacifismo de un país que vio a los trabajadores resistir con la huelga general y ocupaciones generalizadas de fábricas el golpe de junio de 1973, y a los militares participar del plan Cóndor genocida de las dictaduras de la región, no pasa de ser un relato encomendado. Los partidos blanco y colorado de Uruguay tuvieron las manos metidas a fondo con los gobiernos militares, aunque algunos de ellos hubieran sido proscriptos y exiliados, como luego lo mostró la amnistía inscripta en el Pacto del Club Naval en 1984.

Una derrota del FA vendría ahora con demora, porque ya se la anunciaba para 2014. En el quinqueño subsiguiente sufrió deserciones en el Congreso, donde perdió transitoriamente la mayoría parlamentaria. La economía uruguaya ha perdido impulso y por sobre todo financiamiento – crece la desocupación, retroceden los salarios y el ingreso de capitales apenas cubre el repago de la deuda externa. La burguesía, como ocurrió, en Argentina, en 2013 con Massa y en 2015 con Macri, reclamaba un cambio de frente para atraer financiamiento barato del exterior. El FA intentó cumplir con la exigencia, mediante una política de ajuste y medidas anti-laborales. De todos modos, enfrentó un modesto lock out agrario, que advertía del agotamiento del FA. Ya sobre el filo de las elecciones eliminó la llamada ultraactividad, en referencia al mantenimiento de los convenios colectivos cuando hubieran fracasado las negociaciones con las patronales para renovarlos. El candidato del FA, Daniel Martínez, representa a la derecha del frenteamplismo, como lo demostró en su gestión como intendente de Montevideo.

Lacalle, de todos modos, no habría podido encabezar los votos si no fuera por la coalición de gobierno que se comprometió a formar de resultar ganador. No creció como un polo de atracción de votos opositores minoritarios sino por medio de un pacto de gobierno. En el contubernio se encuentra un partido bolsonarista, que encabeza Manini Ríos, ex jefe del ejército y notorio derechista. De acuerdo a varios corresponsales, habría sido su llamado a las fuerzas armadas a votar a Lacalle, lo que movilizó los votos que dieron el empate a Martínez en el escrutinio provisorio. En un referendo que tuvo lugar en el primer turno, los electores rechazaron la reforma constitucional que permitía el uso de los militares para la represión interna, además de habilitar los allanamientos nocturnos sin orden de juez. En esa vuelta, Manini había obtenido un diez y pico porcentual de votos.

La conexión Bolsonaro de un gobierno Multicolor ya se encuentra entonces establecida. Más allá de esto, Lacalle aboga por una reducción de aranceles del Mercosur, como lo plantea el ministro de Economía de Brasil, Paulo Guedes. Ocurre, sin embargo, que luego de postularse como un agente de Trump contra China en la guerra económica, Bolsonaro dio media vuelta y se apresta a firmar un acuerdo de esas características, pero con la propia China. Es, sin embargo, lo que acaban de rechazar las grandes patronales de la siderurgia que operan en América Latina, bajo la batuta de Techint. Alegan que la sobreproducción de acero de China las condena a la extinción.

En resumen, el FA se ha agotado en su capacidad de gobierno, pero Lacalle debuta con una coalición atravesada por contradicciones explosivas. Las políticas apuntan al fascistoide Manini Ríos; las económicas, al impasse del Mercosur. Las internacionales lo llevarán a subirse al carro del boicot a Venezuela y al reconocimiento del golpe boliviano. En algún momento podría verse obligado a elegir entre la coalición que espera ganar el escrutinio definitivo o buscar una alianza con sectores proclives del FA. Este paisaje político lo pone en un incierto antagonismo con el gobierno de F-F.

El calmo paisito oriental enfrenta las contradicciones explosivas de la crisis capitalista mundial, sin beneficio de inventario.

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