Sobre la nota de Quilmes, una polémica

Escribe Mani

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El jueves 23 envié un artículo sobre diversos episodios de inseguridad y "justicia por mano propia. La Redacción me pidió que lea la nota en via de publicación que al respecto escribió Ana. La leí y me pareció muy buena, con dos aclaraciones que, sin embargo, vale apuntar:

  1. en mi nota se abordan varios casos de acción directa de los trabajadores contra los chorros, vale decir: la clase obrera no solo reacciona como el jubilado de Quilmes ante la problemática; incendia casas, quema vivos a los acusados, patrullan las calles de noche o advierten a los delincuentes que en determinado barrio no llaman a la policía, lo arreglan ellos directamente. Todas acciones que, obviamente no reivindicamos pero que se están dando. No lo aborda el artículo de Ana.
  2. el final del artículo de Ana está incompleto: "la autoorganización vecinal debe combatir la ‘inseguridad’, luchando contra el Estado capitalista y sus instrumentos de represión." Está muy bien, ahora ¿Cómo se lucha? ¿Qué carácter debe tener esa autoorganización? Porque como vemos, los vecinos ya se están autoorganizando, pero no contra el estado ni contra sus instrumentos de represión. Falta en el artículo de Ana la reivindicación obrera para esta problemática. En mi artículo planteo: "Reclamamos para ello que los integrantes de las fuerzas de seguridad sean elegidos por los trabajadores de cada barrio, que su cargo sea revocable y que haya un control popular de sus tareas.

Crecen las puebladas contra la inseguridad en el conurbano

Por Mani

Un nuevo episodio de “justicia por mano propia” se dio en el barrio El Quinto, de Lujan. Los vecinos cansados de los robos cada vez más violentos, echaron del barrio una familia cuyos integrantes, según ellos, son algunos de los responsables de la creciente inseguridad.

La familia en cuestión es conocida en el barrio como “Los Luján”. De acuerdo al testimonio de los vecinos, esa gente roba, son denunciados, son detenidos y finalmente jueces y fiscales los devuelven a su casa. (andigital.com 21/7). La gota que rebasó el vaso fue la amenaza por parte de los Lujan a una pareja de ancianos que los había denunciado. El viernes 17 por la noche, la policía allanó la casa de la familia Luján, incautando 9 celulares, dinero en efectivo, una zapatilla que resulta ser el par de la que quedó en el lugar del hecho y en la casa la zapatilla izquierda, un cuchillo mencionado por la víctima, dos botellas preparadas como bomba molotov, una réplica de pistola y dos billeteras de mujer (lujanenlinea.com 18/7). El sábado 18 pasadas las 15 horas, fue detenido el jefe del clan, conocido como Negruchi, de 32 años. Sin embargo, el atardecer llegó con la notica de la liberación del acusado. La furia de los vecinos no se hizo esperar. Entre 200 y 300 llegaron a la casa de los Lujan con piedras, palos y una bomba molotov. Su intención era expulsar del barrio a la familia sindicada como la responsable de innumerables episodios de violencia. La policía apostada en el lugar no pudo hacer nada ante la furia popular: la casa en cuestión fue finalmente incendiada y la familia Luján debió dejar el lugar, no sin antes amenazar con “las van a pagar”, según declararon los vecinos.

Esta pueblada no es extraordinaria ni un acontecimiento ajeno a una realidad tranquila, de hecho, va siendo una parte cotidiana de la vida de los trabajadores del conurbano. En el mes de Julio, en Merlo, vecinos de un barrio prendieron una hoguera y pretendieron quemar vivo a una persona acusada de matar a un colectivero de la empresa La Perlita. El pasado lunes 20 de Julio, en Quilmes un jubilado mató de un tiro a un ladrón que había entrado a su casa. Hoy está detenido, acusado de homicidio agravado por el uso de arma de fuego (Infobae 20/7). El ladrón conocido como “Piolo Moreyra”, vivía a unas 15 cuadras de la casa a la que intentó robar y era integrante de la barra brava del club Quilmes. Además, según una vecina entrevistada por canal 13, el ladrón asesinado era parte de La Cámpora y tenía relación con Mayra Mendoza. Los trabajadores toman en sus manos, con iniciativas que no impulsamos ni reivindicamos, la cuestión de la seguridad en los barrios, que es ni mas no menos que la cuestión de sus propias vidas.

Quedan claras dos cosas: los trabajadores que viven en los barrios más pobres son las principales víctimas de esta violencia social característica de un sistema en plena descomposición. Cada vez más personas son arrojadas al abismo de la miseria y la indigencia; el sistema social se descompone y de esa maza de trabajadores absolutamente desamparados se desprenden los lúmpenes que se transforman en víctima y victimarios al mismo tiempo; fiel reflejo de las contradicciones explosivas de esta sociedad capitalista.

Por otra parte, la sociedad se lleva puesta, en su decadencia a sus propias instituciones: ninguna de estas bandas de delincuentes podría actuar sin la venia de los comisarios locales que, de la misma manera, no gozarían de semejante impunidad sin un contacto directo con el poder municipal y provincial. La respuesta de estos poderes al acuciante problema de la inseguridad es fortalecer el aparato represivo del estado: gendarmería, policía bonaerense y policías municipales están en las calles de la provincia ¿El resultado? Crecimiento de los robos, de los asesinatos y de la venta de drogas. Todo el aparato del estado es cómplice de la delincuencia: desde la venta de drogas hasta robos menores, todo conforma una enorme caja de dinero que, lejos de querer eliminarla, los gobiernos municipales de turno se pelean por mantenerla y agrandarla.

No hay solución a este problema, que se agiganta en tiempos de pandemia y cuarentena, si los trabajadores no tomamos en nuestras manos la cuestión de la seguridad. Reclamamos para ello que los integrantes de las fuerzas de seguridad sean elegidos por los trabajadores de cada barrio, que su cargo sea revocable y que haya un control popular de sus tareas

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