Adiós, Ramona

Escribe Gustavo Merle

Tiempo de lectura: 2 minutos

“Ramona, ¿qué Ramona?” “La de las empanadas.”

Esa era la manera de ubicarla. Falleció una luchadora de toda la vida, víctima de la neumonía y de un cuadro de salud muy complicado.

Ramona tuvo una vida difícil, dura e injusta. Una vida que le enseñó a luchar.

Eso, lo de las empanadas, era su orgullo. Detrás escondía todo lo que sufrió. Una vida marcada por las contradicciones que le permitieron subsistir y defender a los suyos.

Muy creyente, pero fundamentaba la lucha por el aborto legal explicando su propio sufrimiento y el de las chicas del barrio con los abortos clandestinos. Siempre predispuesta a ayudar, pero tenía que ser a su manera, una verdadera matrona de barrio. Implacable con sus convicciones, sin filtros, lo que pensaba lo decía. Era brava.

Recuerdo un detalle que me conmovió profundamente. Fue cuando fuimos al pic-nic del Partido el año 2015. Llegábamos con el auto a Palermo, cargando, entre otras cosas, con empanadas, y a raíz de un comentario que hice (no recuerdo cual) me dijo: "nunca había estado en el Lago de Palermo". Cuántas limitaciones, cuántas privaciones, cuántas responsabilidades, cuántas prioridades antes que poder conocer el Lago de Palermo. En cambio, la lucha sí que la conocía.

Fue cocinera del INTI, despedida en el año 2000 cuando concesionaron el comedor. Organizó una olla en la puerta por la reincorporación de los despedidos y, si bien esa batalla concluyó en una derrota, no abandonó la lucha porque sacó la conclusión de organizar el Polo Obrero en su barrio. Cada tanto se aparecía orgullosa con su carnet del Partido Obrero, con alguna minuta o anotación de "aquellos años" para confirmarnos que ella fue una de las primeras y que aún seguía. Le parecía importante formarse políticamente, pero en las charlas y reuniones su preocupación era el mate cocido y la torta frita, que nadie se sintiera desatendido.

Jamás renegó de su historia, decía: "Antes del Polo, para mí sólo existían Perón y Evita", pero se mostraba orgullosa de haber comprendido la diferencia y se hizo cargo. Fueron ella y Paulo los que se cargaron al hombro la defensa del local mes a mes, alquiler tras alquiler, durante casi 20 años. Hacia un bingo y, si no alcanzaba, la rifa de una canasta o la venta de empanadas, como en el pic-nic del 2015. Pero nunca bajar los brazos. Su lucha por la tendencia se expresó con toda contundencia y coraje, cuando irrumpió patoterilmente en julio de 2019 el oficialismo del PO, en una asamblea del Polo en nuestro local. En el acampe del INTI, Ramona, organizó a los compañeros para la preparación de 501 empanadas, como un aporte a esa lucha. Una batalla que, para ella, también significó tomarse, 18 años después, una revancha por su injusto despido.

Sus convicciones fueron fundamentales en el debate con los compañeros cuando el oficialismo dejó de mandarnos la mercadería que nos correspondía, cuando nos amenazaban con la baja de los planes o cuando fuimos a una movilización en la que nos dijeron "para Zagala no hay más bandera".

Recuerdo el 20 de julio del año pasado, cuando nos visitó Jorge Altamira en el Local de Zagala, en su intervención quedó sintetizada la vida de una luchadora.

Fue delegada del Polo de Zagala y se movilizó, hasta que el banquito que llevábamos y la inyección de corticoides no fueron suficientes, para sus piernas hinchadas de tanto dolor.

Ramona tu lucha estará presente. Ahora y siempre. Hasta la victoria.

Ramona en el local de Villa Zagala

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