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A través de un comunicado, como de costumbre, el gremio dirigido por Héctor Ponce anunció un plan de lucha de un paro por 24 horas y quite de colaboración que abarca todo el fin de semana. Esto se dio a conocer luego del rechazo del gremio a la "última oferta de actualización salarial patronal".
En las negociaciones llevadas adelante entre el Centro de Industria Lechera (CIL), APyMEL (Pymes) y el gremio, las patronales ofrecieron un 36% en cuatro cuotas. Aclarando que, con este incremento, el aumento salarial para el año 2019 sería de un 61%, tomando como base el 25% correspondiente al primer semestre del año. Pero la realidad es que, de ese porcentaje, un 2% pertenece al 2018 y un 5% corresponde al 2020. Los productos lácteos han tenido una suba interanual del 115%. El comunicado no da a conocer la propuesta del gremio ni la discusión en las diferentes seccionales.
Las anteriores medidas de fuerza se levantaron sin conquista alguna y con el agravante de que no se reintegraron los días de huelga (o se reintegraron después de un mes) y se descuentan las horas de asamblea en horario de fábrica.
El balance del año 2019 para los trabajadores de la industria láctea en el país es sumamente crítico. Se han producido despidos y suspensiones en empresas como Ilolay, La Suipachense y Lácteos Verónica. Pero hay un caso que es emblemático, SanCor. En 2017, utilizando como prenda de extorsión la situación de la empresa, se acordó la reforma del convenio lácteo entre el gobierno, las empresas y el gremio. Esto a cambio de un desembolso de 450 millones de pesos para evitar la quiebra de la cooperativa. El resultado fue una flexibilización total de los trabajadores que se demuestra en el fin de las horas extras al 150%, funcionalidad múltiple, y pérdidas de licencias por enfermedad familiar y por estudio.
En cuanto a SanCor, su situación sigue siendo devastadora. Hace pocas semanas, se conoció el cierre de una de las plantas en Tucumán, dejando en la calle a 70 familias. Pero no es la única, los 21 trabajadores de Mendicrim, ubicada en la localidad de Arenaza, vienen peleando hace meses contra el cierre de la fábrica. En las grandes plantas como Danone/La Serenísima, a los extenuantes ritmos de producción con turnos rotativos, se le está sumando una gran cantidad de suspensiones y persecución patronal hacia los activistas. Y las pymes, las primeras en salir a pedir "cordura y sensatez" también son las campeonas en la superexplotación.
Por todo esto, urge un verdadero plan de lucha votado y refrendado en asambleas, donde se discutan todos estos puntos. Pero ATILRA se niega a que los trabajadores tomen un papel protagónico. La base sabe muy bien que la burocracia dejó pasar todos los cierres de fábricas, desde Parmalat hasta SanCor, y coronó toda una serie de entregas que incluye la obra social, con la entrega del convenio como frutilla del postre. La paritarias no son de las cúpulas, son de los trabajadores. En el pliego de reivindicaciones tienen que estar como puntos principales el salario básico igual a la canasta familiar (hoy en $70.000), la defensa de todos los puestos de trabajo contra los despidos, las suspensiones, los cierres de fábricas, por el derecho a huelga y en solidaridad con los trabajadores de SanCor.
Esta lucha debe garantizarse con los métodos históricos de la clase obrera: piquetes y ocupación de planta con un objetivo claro y discutido por el conjunto de los trabajadores lácteos.