El balance del año de Gabriel Solano

Escribe Emiliano Fabbris

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En el discurso de cierre de Gabriel Solano del Pic Nic organizando por el oficialismo del PO se ensaya un balance del año que refleja una profunda regresión política. El marco fue una convocatoria visiblemente menor a los anteriores y muy por debajo de las infladísimas 10 mil personas que anuncia Prensa Obrera.

El discurso de Solano presentó los ejes políticos que habrían sido objeto de un “gran debate” en el PO. Se trata de una forma vergonzante de referirse a la mayor crisis partidaria de nuestra historia, con más de mil militantes expulsados, intervenciones judiciales a regionales y congresos “extraordinarios” en las sombras, desconocidos por la militancia, para consumar modificaciones inconsultas de la Carta Orgánica y otorgar el monopolio del Partido a un reducido círculo semi familiar.

“Fuera Macri”, nunca

La dirigencia oficial del PO y de los demás integrantes del FIT-U, han rechazado categóricamente desarrollar una agitación política frente al derrumbe macrista, al punto de sostener por radio y TV que “Macri gobierne hasta el final”. Solano presenta este abstencionismo como una larga preparación para “el retorno del nacionalismo burgués al poder”. No importaba que Macri hambreará a las masas y saqueara el país, ni menos que se precipitara en una crisis política: para el oficialismo del PO, la prioridad era sostener una delimitación electoral en forma muy anticipada con el peronismo, incluso mucho antes de que se consumara la maniobra de F y F, la llamada “coalición peronista”.

De la lectura del programa del FIT-U no se advierte, sin embargo, ninguna diferenciación del peronismo, que no se puede reducir a denuncias desordenadas, ni menos aún a pronosticar que realizaría un gobierno de ‘ajuste’ similar al de Macri. Enunciar las diferenciaciones ideológicas con el nacionalismo burgués en abstracto, no tenía otro propósito que salvar alguna banca parlamentaria, lo que terminó en un desplome electoral sin atenuantes. La verborragia electoral contra el kirchnerismo cedió lugar, en el desarrollo de la campaña, a la súplica de “cortar boleta” o en la votación en común de la “emergencias alimentarias”. Los electores no acompañaron el pedido de quienes sostenían que ‘lo que se viene, es peor’.

El señalamiento de los límites cada vez mayores del nacionalismo burgués no tiene nada que ver con imputaciones inconexas de la realidad política. La bancarrota de Argentina y la crisis del régimen político y del aparato del Estado, obligan a todas las fuerzas políticas en presencia a determinar planteos políticos excepcionales, en un marco social explosivo y en un marco internacional de rebeliones populares. Estas cuestiones son el corazón del debate que debe impulsar una izquierda revolucionaria. Solano, en cambio, tiene en vista las parlamentarias de 2021.

El discurso de Solano hace abstracción del agravamiento crisis capitalista mundial, de guerras comerciales y monetarias, incluso de crisis políticas seriales, que socavaron por completo el “retorno al mundo” del gobierno de Macri y al propio Macri. No solamente a éste – véase el destino de los Lenin Moreno, Piñera y Duque. Aunque AF ha repetido que defiende la ‘globalización’, lo cierto es que deberá arrancar desde un ‘default’, del cierre de los mercados de deuda, y de la descomposición del aparato judicial y de inteligencia, en medio de los procesos judiciales avanzados contra su copiloto.

Las perspectivas de rebelión popular y revolución en América Latina fueron rechazadas una y otra vez, incluyendo por supuesto a Argentina. El aparato del PO se libró a una competencia interna acerca de quién era ‘más realista’ y más obsecuente en sus pronósticos negativos.

La clausura de cualquier escenario de crisis de poder, por parte del oficialismo, no es el producto de un análisis, solamente del prejuicio natural de un arribismo electoral. A eso obedece el rechazo a la agitación política, que sólo es tal cuando es de conjunto y sistemática. Estamos ante dos estrategias irreconciliables, que derivan en dos métodos de construcción del partido. De ahí el monopolio de candidaturas, el puro aparato y la apropiación del partido mediante la exclusión sumaria de miles de militantes. La proclamación de Solano –“la independencia política frente al kirchnerismo” – es un repliegue del aparato sobre sí mismo, cuando lo que plantea la experiencia que inicia la ‘coalición peronista’ es con qué política y con qué método salimos a conquistar a la vanguardia de la clase obrera y a las masas. Para el aparato de Solano, el fracaso del nuevo gobierno no abre la posibilidad de situaciones revolucionarias que hay que preparar, sino de oportunidades electorales que no hay que dejar pasar.

Electoralismo y “luchismo”

Sorprendentemente, los resultados electorales del FIT-U no le merecen a Solano el más mínimo comentario, pese a que las elecciones fueron lo único que motivó a las direcciones del PO y del FIT-U en los últimos dos años. Convertido en un aparatito electoral, ni siquiera es capaz de elaborar conclusiones políticas en ese terreno. Con desprecio total por el procedimiento, el retroceso electoral es pasado de largo por completo. Solano reivindica lo que llama la presencia callejera del PO, sin advertir que defiende un método de secta, porque un partido no gana las calles como aparato autónomo sino en relación estrecha con la lucha de clases de los propios explotados. Dice que uno de los debates en el PO ha sido el partido de propaganda versus partido de combate, sin aclarar si a eso responden las expulsiones en masa. Las elecciones últimas mostraron que el aparato ha licenciado la propaganda en los focus group y en los especialistas en spot, y que el partido de combate, si no se basa en una estrategia y en un programa, y en la agitación política y la lucha de clases, es un foquismo 4D.

El ‘combate’ sin programa es movimientismo; un “luchismo” de ocasiones que convive muy bien con el parlamentarismo. La presunción de que el aparato monopoliza la presencia física en las luchas es un insulto gratuito a todos los luchadores y una obsesiva auto-proclamación.

Por otra parte, Solano y la dirección oficial del PO encabezan una lucha faccional contra los más de mil militantes del PO que han conformado la Tendencia y han sido expulsados de manera sumaria. Hemos sido objeto de boicots electorales y exclusiones de las listas; de intentos de proscripciones en elecciones estudiantiles, en actividades obreras e incluso en listas comunes del activismo en sindicatos. Censura de prensa y expresión a nuestros dirigentes históricos e incluso acciones de espionaje. Del robo de locales, bienes y hasta páginas de Facebook personales. De arrebato a compañeros del Polo Obrero que han adherido a la tendencia de los planes sociales conquistados con la lucha. De cordones “de seguridad” dirigidos contra movilizaciones de la Tendencia. Toda esta actividad de liquidación política seria la base para que, según Solano, ahora sí exista un “partido de la clase obrera en la Argentina”.

XXVII Congreso del PO

Solano presento la convocatoria al próximo Congreso del PO con la insistente aclaración de que “todos podrían dar su punto de vista”. Es un lapsus, las ‘garantías’ son siempre una concesión de aparatos. No dice si podrá participar el último expulsado, Julián Asiner, ex presidente de la FUBA. Las “garantías” de Solano no pasan de un cinismo grosero, cuando rechaza el reconocimiento de la tendencia más numerosa que se haya desarrollado en un partido de izquierda, conforme al estatuto del PO. Retrotraer todas las expulsiones, reconocer a la Tendencia e investigar el espionaje liberaría a Solano de ofrecer ‘garantías’ de un patrón de estancia.

Solano y la dirección oficial se encaminan a un nuevo congreso partidario marcado por la regimentación.

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