Bancada de Kane

Balance a la carta

Escribe Laura Kohn

Tiempo de lectura: 5 minutos

El título de “La banca que se plantó contra el consenso ajustador de Vidal y el peronismo en la Legislatura”, es una definición por sí solo. Don Quijote se absuelve o se reivindica a sí mismo, como se quiera, peleando sin acompañamiento en el recinto parlamentario o en las oficinas anexas, sin ofrecer ninguna prueba sobre la calidad de su acción, sea en reclutamiento organizativo o en número de votos en las elecciones. De hecho, se perdieron las dos bancas nacionales que se habían ganado en la provincia. El dislate de don Narciso es mayúsculo: un aparato que se auto-califica a sí mismo, pues no se recoge la opinión de algún obrero, ni, para el caso, de un admirador del bando contrario. Una ola recorre al aparato del PO oficial: cuanto peor les va, mayor es la auto-complacencia.

Apoyar con el discurso un reclamo o lucha popular, o convocar a audiencias públicas, es una tarea de oficina de cualquier parlamentario que quiera justificar al menos el salario que recibe. Kane reivindica su osada oposición a lo que llama “el consenso ajustador”, pero no hizo campaña para echar a Macri en nombre de una Constituyente Soberana, como lo había decidido la dirección de su partido en mayo de 2018, el Congreso, en abril de 2019, y el programa del FIT-U para las elecciones recientes. Hizo algo más módico, es cierto, pedir el juicio político a Vidal, ante las muertes en Moreno por el estallido del sistema de gas, para lo cual necesitaba los votos del peronismo, que en su balance execra. El ‘balance’ de Kane es una suerte de currículo adulterado para justificar su candidatura a futuras elecciones.

¿Cuál es la función de una bancada revolucionaria? ¿’Plantarse contra el ‘consenso’ de gobernabilidad de las fuerzas políticas del Estado? ¿Y donde no hay ese ‘consenso’, como ha ocurrido en Honduras, Paraguay, Brasil, donde tuvieron lugar golpes parlamentarios? Cuando la ‘disidencia’ reemplaza al ‘consenso’, ¿cuál es la política a seguir? ¿Ignorar esa disidencia y seguir dándole al consenso? Kane no tiene siquiera una idea meridiana de lo que es el trabajo revolucionario en el parlamento: en primer lugar, como en todos lados, separar al proletariado de la burguesía y conquistarlo para la construcción de su propio partido. En este caso la agitación parlamentaria debe integrarse a la agitación política del partido en su conjunto, de modo que cuando ésta no existe, no pueden pedirse peras al olmo del parlamentarismo.

Es muy común desde el mandato de aquel Zamora como diputado nacional, que los parlamentarios de izquierda balanceen sus mandatos enumerando sus cuantiosos proyectos de ley, al servicio de los intereses de los trabajadores, ahora suman los de la mujer y la juventud. La política revolucionaria en el órgano legislativo no se reduce a esto, que es lo que hace cualquier representante patronal en función de sus propios intereses. .

Cogobierno a la carta

Los bloques oficialistas y opositores funcionaron bajo la presión de asegurar una gobernabilidad en un país que viene de emergencia en emergencia, o sea, de violaciones permanentes de las leyes, incluida la destrucción de la ley 10.430 que rige a más de 450 mil empleados del estado, o el estatuto docente que rige a unos 300 mil docentes provinciales.

El “consenso” es una maniobra forzada, que viene acompañada de su contrario, la ‘desestabilización’, como le ocurrió a Alfonsín, a De la Rúa, a Duhalde, a Kirchner con la 125 (cuando perdió a su propio vice), y de nuevo en 2013, cuando Massa le movió el piso de la re-reelección a CFK. Es precisamente lo que ocurrirá ahora con la emergencia de los Fernández, donde el ‘consenso’ discutible dará paso a su contrario, de acuerdo con lo que hagan los acreedores y el FMI, de un lado, y los trabajadores, del otro. Kane se agarra del ‘consenso’ para ponerse como el mosquetero insustituible de una política carente de estrategia. Se olvida que, en el parlamento nacional, el aparato al que responde votó el ‘consenso’ de la ley Micaela, que reserva al estado (y por lo tanto a la policía) la protección de la mujer, y el ‘consenso’ mucho mayor entre Macri y AF para asegurar la transición con un mentiroso pacto alimentario. En otros casos, el ‘consenso’ estuvo ausente, pero en el bloque del FIT, con relación al repudio al golpe en Bolivia.

Juicio político

El diputado Kane tiene como emblema de su mandato su proyecto de juicio político a Vidal (que nunca salió de una comisión) ante las muertes de Sandra y Rubén en la localidad de Moreno. Ante este verdadero Cromañón educativo, escuelas y terciarios paralizados, tomas y asambleas permanentes en todo el distrito, asambleas masivas en La Matanza, la bancada del FIT se perdió la enorme oportunidad de ser parte organizadora de un llamamiento general al pueblo en la constitución de asambleas populares.

La banca prefirió un proyecto dentro de los canales de la burocracia parlamentaria, que naturalmente pasó completamente desapercibida, en primer lugar, en la docencia del distrito de Moreno. Si justamente se trataba de una legislatura que actuaba bajo el consenso de oficialistas y opositores, no podía prosperar ningún juicio político; había que denunciar el ‘consenso’ y llamar a la acción y organización. En cambio, el jury que sí prosperó en ambas cámaras, como lo reglamenta la legislación provincial, fue el del juez Arias, que terminó con su destitución. Para destituir un juez, se necesita la aprobación de senadores y diputados. Mientras Kane batía el parche contra Vidal mediante un juicio político, Vidal ganaba en ambas cámaras el jury contra el juez más progresivo que tuvo la provincia. No cabe más una risa orientar un juicio político nada más y nada menos que a la gobernadora, en un parlamento al que se presenta como arreglado. La política revolucionaria, en cambio, debía ponerse al servicio de la revuelta popular como muy bien lo peticionó la UJS de Moreno.

Audiencias publicas

Es muy común también, el recurso de apoyar las luchas con la realización de audiencias en los espacios parlamentarios. No hemos visto nunca hasta ahora, ni si quiera una audiencia convocada de cara a las masas, en las calles, que actúe verdaderamente como un canal popular de las peleas que los trabajadores realmente necesitan para ir por la victoria de sus demandas. Ejemplos sobran, sin ir más lejos, la legislatura porteña tuvo que retroceder en su intento de aplicar una precarización mayor para con los residentes de CABA, gracias a la pueblada de sus residentes.

La lógica de Kane tiene su origen en el propio Congreso nacional, cuando todo el FIT dio quórum a la sesión maratónica de 2015, que desesperadamente ofició el kirchnerismo, para hacer aprobar decenas de proyectos de su conveniencia. Los diputados de izquierda justificaron su permanencia en que el paquete de proyectos contenía dos reclamos obreros, a sabiendas de que podían ser rebotados en el Senado y que por otra parte no tuvieron destino. ¿Basta con meter un anzuelo en un paquete de proyectos de leyes para que los parlamentarios patronales se carguen a una bancada que se autoproclama revolucionaria?

Las expectativas que colocan nuestros diputados en el Parlamento asustan en demasía. La función revolucionaria debe ser la de denuncia sistemática, ilustran una desnaturalización en los principios y en la estrategia.

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