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La dirección del Partido Obrero oficial ha presentado un Informe Político, para lo que sería el 27 Congreso del Partido, podríamos decir que en forma clandestina. Por de pronto, ha evitado hacerlo público, como era de praxis en el pasado, aunque en el Congreso de 2019 sólo publicó el documento oficial, pero no el que fuera apoyado por tres miembros del Comité Nacional del momento. Al igual que lo ocurrido el año pasado, tampoco se ha interesado, como es obvio, por la discusión pública del informe, un método que el PO mantuvo, a veces con dificultades, en toda su historia, en el entendimiento de que la clase obrera debe ser involucrada en lo que tiene que ver con el método con que un partido revolucionario la elabora su orientación política. No ha enviado a la Tendencia del PO el documento, ni notificación alguna sobre la realización del Congreso, a pesar de que la expulsión de mil doscientos militantes del partido aún se encuentra en lo que sería una fase ´cautelar´, porque debería ser ratificada por el Congreso, el único capacitado para decidir acerca de semejante atropello, al menos de acuerdo a los estatutos oficiales. El sigilo en que transcurre este Congreso ilustra la mutación del PO en un aparato. De otro parte, el planteamiento político que dice poner en debate es vacío de contenido, provincialista y conservador. Pone su mejor empeño en evadir el balance de su política en los convulsivos años de la crisis 2018/2020, que lejos de refluir se ha acentuado, e ignora cuestiones tan decisivas como los quórums aportados a Capitanich, para asuntos tan graves como el Presupuesto de Chaco y la venta de tierras fiscales, que el gobernador no hubiera podido consumar sin esta contribución del aparato del PO. Lo mismo ocurre con los votos favorables aportados a leyes nacionales y con el voto que sanciona el delito de opinión en la Legislatura porteña, relativo al antisetisemitismo en versión sionista, en frente único con los partidos patronales.
El texto fue aprobado por el Comité Nacional oficial – naturalmente por unanimidad, sin que se diera a conocer, también naturalmente, la discusión que llevó a las conclusiones a las que se han arribado. Esa uniformidad tiene, sin embargo, una excepción, porque se informa que A.C. se ausentó “a la hora de la votación”. A.C no es el diarero de la esquina – es Alejandro Crespo, el secretario general del Sutna. Ausente o no, ¿A.C. apoya el documento o informe, o no? Una ausencia física no justifica la omisión política, pero esto no se aclara. Alejandro y cinco otros dirigentes de ese sindicato no demoraron un instante en repudiar, en su momento, la expulsión de los militantes que reclamaban el derecho de Tendencia. Del texto del ´informe´ no se desprende cuál ha sido esa posición política. La condición de líder obrero de la gran industria de Crespo obliga a la dirección del PO y a todo el partido oficial a tener en cuenta esa posición. La pandemia golpeó las relaciones laborales y las condiciones de vida y trabajo de la clase obrera, como no ocurrió con ninguna otra crisis. Queda en evidencia aquí un problema de método: un congreso que se desarrolla en el sigilo; sin información a los militantes que deben apelar a ese congreso contra sus expulsiones; poca, si alguna, claridad acerca del debate en el grupo de dirección; ignorancia acerca de las posiciones políticas del principal dirigente obrero.
El abordaje de las cuestiones interiores desde un punto de vista internacional - es un punto de coincidencia entre los trotskistas. No estamos diciendo que debe haber un ´informe internacional´, sino que la política interior de un partido cuartainternacionalista debe ser encarada desde un punto de vista internacional. El entrelazamiento de la pandemia con la crisis mundial envuelve a todo el planeta, lo cual subraya el anacronismo de este ´informe político´, que se limita a consideraciones, incluso de poca monta, acerca de la política en Argentina.
La unidad internacional del método político que corresponde tiene hoy una vigencia suprema para cualquier país que se considere, porque la pandemia ha dado a la decadencia del capitalismo y a la bancarrota financiera una proyección histórica sin precedentes. El ´informe´ en cuestión desprecia olímpicamente este enfoque, al extremo que aborda la pandemia en el punto 9, como un tema circunstancial y estrechamente sanitario – descontextualizada de la crisis capitalista. Estamos ante un ´informe´ estrechamente provincial y como consecuencia de ello, irreductiblemente conservador. No es casual que la literatura de la fracción oficial, especialmente en este período, gire en torno a prevenir conclusiones ´catastrofistas´. Ya desde el método, tenemos una ruptura violenta y neta con la historia del Partido Obrero.
La pandemia actual, en primer lugar, no puede ser caracterizada como un accidente histórico del capitalismo. Ella está fuertemente condicionada por la destrucción sistemática del medio ambiente y el cambio climático. Se da en un marco de aguda desnaturalización de la alimentación, como consecuencia de modificaciones genéticas de semillas y una fuerte infiltración química en la agricultura. Viene precedida por una serie de epidemias en un lapso corto de tiempo – HIV, SARS, ébola. Forma parte de un mecanismo económico que desprecia la prevención sanitaria para poder desarrollar un mercado mundial impresionante de medicamentos. La catástrofe actual viene acompañada de incendios territoriales de magnitud nunca vista, devastación de forestas y aniquilación sistemática de la biodiversidad. Existe asimismo una depredación de especies, de parte de los pulpos de la biotecnología y de la industria farmacéutica. Esta tecnología de socavamiento del medio responde a la misma ley económica que precariza la fuerza de trabajo. La precarización laboral no se desarrolla aisladamente en los rubros de baja composición orgánica de capital, sino, en primer lugar, en la industria de alta tecnología y la informática. Es lo que ocurre, por ejemplo, con el ´teletrabajo´.
Aunque la pandemia puede llegar a ser beneficiosa para la industria farmacéutica y los laboratorios, introduce una incertidumbre económica y social que es distorsiva y hasta incompatible con el proceso productivo y, por lo tanto, con la acumulación capitalista de u general. Por eso, ha acentuado, por un lado, la tendencia a la bancarrota capitalista y, por el otro, la transferencia o fuga del capital hacia la especulación financiera. El bloqueo a la acumulación de capital de la industria ha reforzado la vía de escape hacia los mercados financieros. Las decenas de billones de dólares aportados por las administraciones nacionales y los bancos centrales al rescate del capital, han sido funcionales a esa fuga. Cuanto más crecen los concursos de quiebra, mayor es la asistencia a las diferentes formas del capital financiero. Esto ocurre incluso cuando la caracterización oficial de la crisis es que no afecta al capital financiero, como en 2007/9, sino a la actividad industrial. La gran industria utiliza los fondos de socorro para acumular valores líquidos, no para reactivar inversiones e impulsar la demanda agregada. La exacerbación de la especulación bursátil y títulos de deuda pública y privada anticipa la inevitabilidad de un crack financiero sin precedentes. Así es cómo ha sido interpretada la decisión, calificada incluso de inaudita, de la Reserva Federal, de abrir la canilla de la emisión monetaria por tiempo indefinido. La espiral enorme del endeudamiento del estado y las compañías anticipa una política de ajuste violento en el gasto fiscal para salarios, infraestructura y atención social. El déficit fiscal de Estados Unidos ha alcanzado el 12% del PBI, y la deuda pública supera el 120% de esa relación. Los registros de China y Gran Bretaña son los mismos o peores. La pandemia, al potenciar las tendencias precedentes, ha producido un salto de calidad en la crisis capitalista
Kristalina Georgieva, la directora del FMI, acaba de señalar (Foreign Policy, 9/20) que “incluso cuando hay gente que vuelve al trabajo, las tasas de empleo no han retornado en ningún lugar ni de cerca los niveles de pre-crisis... la Organización Mundial del Trabajo estima que se perdieron 400 millones de empleos de tiempo completo en el segundo trimestre de 2020… y el Banco Mundial proyecta una suba de 71 millones adicional de personas en la extrema pobreza”. Es necesario, advierte, “prevenir que un número excesivo de firmas vayan a la quiebra...”, lo cual significa ir al salvataje de empresas insolventes o ´zombis´, en referencia a aquellas que tienen un flujo de fondos negativo; el FMI proyecta unos 12 billones de dólares de pérdidas de la economía global al final de 2020”.
Estos señalamientos son más ilustrativos de lo que parecen, porque advierten contra la política de dar libre vía a un reajuste capitalista, que es la forma cíclica con que el capitalismo pasa de la depresión a la recuperación. Es un reconocimiento de que la ley del valor, que fuerza la eliminación del capital excedente, como se manifiesta en el ciclo económico del capitalismo ´clásico´, ha dejado de ser el factor regulatorio del capital, para convertirse en un factor de crisis revolucionarias. La destrucción del capital excedente permitía entrar en una fase de ascenso, acompañada de nuevas tecnologías. Así como Lenin había caracterizado a la época del imperialismo como una fase de transición al socialismo, porque socializaba al máximo la producción y privatizaba al máximo la propiedad, creando un estado intermedio entre dos sistemas sociales antagónicos, del mismo modo la extinción de la ley del valor, como consecuencia de la sobreproducción crónica de mercancías y capitales, y la acumulación de un enorme capital ficticio, constituye una fase de transición catastrófica del capitalismo al socialismo.
El choque explosivo que acaba de producirse entre Gran Bretaña y la Unión Europea en torno al Brexit, es una medida de los extremos que va alcanzado la crisis. GB ha decidido romper el tratado de transición para su salida de la UE, con el propósito de tener las manos libres para recurrir a un subsidio extraordinario a la industria y la banca británicos. Además de violar el acuerdo de salida con la UE, esta ruptura diplomática ha desatado un conflicto con todas las potencias restantes encuadradas en la Organización Mundial de Comercio, por violación de las normas de competencia internacional. La decisión ha provocado una nueva crisis política en el Reino Unido, ahora entre los propios partidarios del Brexit. El otro elemento explosivo para el conjunto de la economía y la política mundiales es la aceleración de la pandemia en India, incluso fuera de control. India es casi un continente de 1.300 millones de personas – la mayoría en la pobreza más extrema, de modo que se convierte en el epicentro de una crisis gigantesca en Asia Central.
Es claro, a la luz de lo precedente, que el capitalismo no se apresta a enfrentar los desafíos de vivienda y de salud que dejó expuesta la pandemia, ni los de desocupación, precariedad o educación. Los sistemas de salud han colapsado en todo el mundo (basta ver lo que ocurre con el más sofisticado, desde el punto de vista de la tecnología, el de Estados Unidos), ni hablar de la capacidad de prevención, que contraría el enorme negocio que representa la expansión de las enfermedades. La retórica de los Trump y Bolsonaro se conjuga con los enormes intereses capitalistas que lucran con las enfermedades; el combate al nuevo coronavirus sufre el sabotaje del propio régimen capitalista. Por otro lado, los estados se enfrentan a la necesidad de solventar un rescate del capital, que multiplica la dimensión del impasse capitalista, simplemente porque ese rescate representa una acentuación del endeudamiento, la especulación y la tendencia a mayores quebrantos. La organización social presente pone al lucro y a la reproducción del capital por encima de cualquier otra consideración humana. La pandemia ha actuado como un acelerador de la crisis mundial. De otro lado es un despertar violento de la conciencia de vulnerabilidad por parte de centenares de millones de personas. América Latina aparece como la región más castigada por la pandemia, tanto sanitaria como económicamente. Un programa elemental de salud, vivienda, educación y empleo es incompatible con el capitalismo; un programa de reivindicaciones inmediatas en este sentido conduce a un choque de masas de gran escala contra el capitalismo. Esta debiera ser la conclusión más elemental de cualquier congreso de un partido de la clase obrera. En Argentina, esta conclusión se observa en los choques por ocupaciones de terrenos, sublevaciones policiales, tensión explosiva en las empresas por el aumento de contagios, quiebras masivas, desempleo en alza, derrumbe del salario y las jubilaciones y, por último y más importante la rebelión del personal de salud. Asistimos, cotidianamente, a un desequilibrio de conjunto y a enfrentamientos políticos más y más polarizados. Los regímenes políticos en presencia no reúnen las condiciones para arbitrar una lucha de clases que crece como consecuencia de los contagios y fallecimientos en aumento y como consecuencia del quebranto fiscal e industrial.
Las rebeliones populares que crecen en espiral en gran parte del mundo están directamente conectadas a esta simbiosis entre la pandemia y el capitalismo. ¡Cómo la pandemia no se iba a introducir en el engranaje de la acumulación capitalista! No existe pandemia, por un lado, y organización social capitalista, por el otro – ni económica ni históricamente. La mencionada Georgieva habla de la “Gran Cuarentena” (“Great Lockdown”), para destacar la continuidad con la “Gran Recesión” – de 2008/9. La libre empresista del FMI es más perceptiva que muchos marxistas – ni hablar de la capilla oficialista que redactó el ´informe político´ al Congreso del PO oficial. Pero el capital es incompatible con el ´lockdown´, más aún con uno grande. El capital ´encerrado´ pierde su condición de capital y es destruido por la quiebra o por la competencia. Medra, en el ´Great Lockdown´, como un parásito social. El socorro que le brinda el sistema fiscal y de la banca central acentúa esa condición. El capital empuja cada vez con mayor fuerza por la eliminación de la Gran Cuarentena que limita su movilidad; se establece una contradicción explosiva.
En este contexto crecen las rebeliones populares, que son impulsadas, antes que nada, por la quiebra de las condiciones de vida existentes. La rebelión popular contra el Estado racista tiene, en EEUU, un carácter multirracial. La crisis sanitaria, los despidos, la miseria de las masas, impulsan la lucha contra la brutalidad policial y explican que evolucione hacia luchas más amplias y métodos más radicales. En Estados Unidos se pronostican 400 mil muertes para diciembre. Sin el reconocimiento de que el capitalismo mundial es hoy un polvorín, no puede haber política revolucionaria en ningún país – sólo queda la adaptación a los vaivenes u ondulaciones de una crisis que domina el campo político, y da la espalda a una crisis revolucionaria. La crisis de Bielorrusia, donde la clase obrera intenta desarrollar una huelga general, es además de una crisis internacional, de la que participan las principales potencias en una zona geopolítica explosiva, una crisis social, económica y política que fue acelerada por la “Gran Cuarentena”. Esta crisis se dirimirá en conjunto con la crisis en Rusia y el ex espacio soviético, y la crisis en la Unión Europea.
Para el ´informe´ en cuestión “las rebeliones son (“otro”) factor fundamental y determinante del panorama (sic) internacional”. La distopía capitalista es reducida a un ´panorama´; estamos ante un planteo pre-”mecanicista”. No es un planteo inocente, busca obsesivamente el provincialismo y la conclusión conservadora. Lo que se denomina ´panorama´ consiste en un derrumbe de todas las condiciones económico-sanitarias-ambientales, entrelazadas, de la sociedad capitalista. Asistimos a la respuesta de las masas a estas condiciones de existencia de la humanidad, y a los estados encargados de proteger y viabilizar la reproducción de esas condiciones. En Estados Unidos, las movilizaciones excepcionalmente prolongadas en casi todos los estados; la polarización en las calles entre la reacción fascistizante y el pueblo; el apoyo del gobierno a la confrontación; la advertencia de las fuerzas armadas acerca de que no desplegarán tropas con fines de represión interna; el choque abierto potencial entre el alto mando y el Ejecutivo; todo esto constituye un desenvolvimiento de aquellos factores que forman, a término, una situación revolucionaria. El ´informe´ se empeña en neutralizar todos estos factores para disipar el alcance revolucionario del conjunto de la crisis, y derivar, por medio de este procedimiento, la conclusión preestablecida por supuesto, de que ´no hay nada nuevo bajo el sol´. Toma a Argentina como ajena a la crisis mundial, para amañar conclusiones alejadas de la lucha por el poder.
La “Gran Cuarentena” no logró el propósito de impedir las movilizaciones de las masas empobrecidas, ni la ola de rebeliones contra la brutalidad policial y contra el racismo. Es un hecho extraordinario. El PO oficial y el PTS sostuvieron lo contrario y polemizaron furiosamente con la Tendencia, pero el ´informe político´ ni alude al asunto, ni tampoco al hecho de que la bandera de la ´libertad´ contra el aislamiento social es levantada por la derecha. En lugar de un ´estado de excepción´, se ha desarrollado una disgregación mayor de los regímenes políticos, tal como lo habíamos previsto. No es suficiente el gobierno por decreto para tipificar una ´estado de excepción´ - es necesario que exista poder suficiente para hacerlo valer. No hay política con capacidad para lidiar con la crisis. La crisis del capital se ha fundido en una unidad con la crisis de la humanidad. La metáfora de la incapacidad del capital para hacer frente a la crisis ¡es la destrucción del personal de salud!
Claro que siempre está la vacuna. Descontada la ´pos-pandemia´ con el surgimiento de la vacuna, los economistas de turno ya han proyectado el rebote que tendrá la economía y la forma que adoptará. Es un planteo simplista. Por lo pronto, los interrogantes acerca de la vacuna son numerosos – el tiempo en que será aplicable, la duración de la inmunidad que logre, la lucha comercial que desate, las mutaciones que ofrezca el virus, y la posibilidad de otras pandemias. Es un cuadro todavía de incertidumbre suficientemente viral para el capital. Lo que es claro es que las masas saldrían de la pandemia más empobrecidas, con salarios menores, hipotecas impagables y condiciones mucho más críticas (luego de la experiencia de la pandemia) en materia de salud, vivienda, transporte urbano, educación. El resorte del consumo personal se limita al ´efecto riqueza´ que se desparramaría a ese consumo de parte de quienes se han beneficiado de la especulación financiera o la acumulación de activos rentables. De otro lado, tendremos un capitalismo ´zombi´ o en quiebra, al que habrá que retirarle el pulmotor, con el riesgo de quiebras en cadena; un endeudamiento fiscal y privado en nivel de default; y una fuerte exigencia de políticas de ajuste. Esto vale también para China, que se encuentra súper-endeudada. Aunque posea una deuda internacional relativamente baja, es suficiente para sofocar una reactivación que necesitaría un elevado financiamiento. Todo este lastre capitalista deberá confrontar con una presión por mayor gasto social, de parte de los trabajadores, aumento de salarios y jubilaciones; y un formidable desarrollo de infraestructura de vivienda, salud, educación y servicios básicos. Más allá de las fluctuaciones de corto plazo, la llamada ´pos-pandemia´ podría desatar una crisis de alcance revolucionario aun mayor, porque los trabajadores se verían liberados del chaleco de fuerza del ´aislamiento social´, para manifestar, organizar huelgas y piquetes, ocupar empresas u oficinas del estado. La ´pos-pandemia´ dejaría al desnudo la responsabilidad del capitalismo (con el virus ´controlado´) con la crisis de la humanidad. Como coinciden varios observadores, habría una explosión de necesidades. Emanará con fuerza indisimulada la actualidad del socialismo, del gobierno de los trabajadores, de la revolución mundial.
El ´informe´ no hace el menor intento de vincular la crisis mundial con la monumental crisis de conjunto que no deja de avanzar en Argentina. Tampoco caracteriza al gobierno, al régimen político ni, sobre todo, la etapa. Al final del texto, postula un abanico de consignas y reivindicaciones, sin dar las razones de ellas ni el método para imponerlas. Contiene, si es correcto expresarse de este modo, una omisión descomunal: no plantea el gobierno de la clase obrera. En una mención perdida, el texto dice “desenvolvemos esta lucha como parte de una pelea de fondo por una salida obrera a la crisis, es decir, como parte de la lucha por el gobierno de trabajadores”. Separa al gobierno de trabajadores del programa, no es formulada como una consigna de agitación política, los obreros se enterarán de ella cuando la lucha haya cumplido ciertos requisitos previos, serán llevados a ese gobierno de las narices. Aunque parezca lo contrario, este planteamiento de la cuestión del poder no es nuevo – podría decirse que ha sido corriente en los grupos trotskistas desde la última guerra mundial. Se manipula el concepto de que los obreros deben llegar a la conclusión de luchar por el poder ´a partir de su propia experiencia´, para justificar el ocultamiento de ese objetivo. En este caso, el proletariado no puede identificar la lucha por el poder con el partido que plantea esa lucha y ese poder, y se convierte al programa de transición en un vehículo ciego de contenido economicista. Lo que, sin embargo, convierte a un programa de reivindicaciones en un “sistema” de movilización política es el planteo del poder. Si carece de ese planteo unificador se convierte en un amasijo deshilvanado de consignas, y pierde su condición de sistema, programa, o estrategia.
Cuando el programa de transición estableció, en 1938, la lucha por un gobierno obrero y campesino -sinónimo popular de la dictadura del proletariado-, la IV Internacional tenía menos militantes, en todo el mundo, que el FIT en Argentina. La necesidad de un planteo de poder no tiene que ver con el número de militantes ni con la precariedad relativa de la organización revolucionaria. Es una cuestión objetiva. Esto ha quedado demostrado por todas las revoluciones. Para tomar a América Latina, la revolución boliviana de 1952 se tomó 24 horas para acabar con las fuerzas armadas; la revolución cubana fue el triunfo de novecientos guerrilleros contra un ejército de cuarenta mil soldados; la victoria de la revolución nicaragüense, en 1979, fue arrancada por tres focos guerrilleros de escaso número y ásperamente divididos. Simplemente explotaron una situación explosiva, en cuya preparación participaron, sin menoscabo de crisis y divisiones.
La falta de un planteo de poder, de parte del ´informe´, no constituye un olvido; desde que el planteo de gobierno de trabajadores desapareció de las plataformas partidarias, en la campaña electoral de 2017, el oficialismo actual resistió todo lo que pudo, en el Comité Nacional, su reinstalación. Fue uno de los incidentes políticos principales de lo que hoy es la Tendencia con el aparato partidario. La reivindicación del gobierno de los trabajadores -sinónimo de la dictadura obrera-, fue expulsada junto con la Tendencia. El planteamiento concreto del poder es lo que convierte a un programa en un “sistema” para la acción. Fuera de esto, las reivindicaciones del programa se convierten en enunciados propagandísticos en lo formal y/o en una adaptación al estado capitalista, en el contenido.
De acuerdo al ´informe´, la tarea de hoy es combatir el acuerdo con el FMI, y reclamar que la crisis la paguen los capitalistas. Según el texto, el acuerdo con el FMI “replanteará (sic) una nueva ofensiva contra las masas” y “permi(irá) desarrollar un programa de fondo (sic)”. Hasta que no se produzca ese acuerdo no habría esa “ofensiva contra las masas”, pero después tronará el escarmiento. En resumen, el programa, muy lejos de ser un “sistema” es una escalera rodante que va llevando a consignas de “fondo”, pero nunca lo suficientemente de fondo como para que gobierne la clase obrera, con métodos propios, es decir revolucionarios. Es curioso, pero no por ello menos interesante, que en el “sistema” de consignas no figure la confiscación del sistema de salud privado, bajo control de sus trabajadores, incluso cuando en su punto 9 el ´informe´ dice que “La situación sanitaria se mantiene (sic, sic,) en el centro de la situación política”. Se trata entonces de una ´situación sanitaria´ abstraída del régimen capitalista, y de un régimen capitalista que es abstraído del derrumbe de las condiciones de vida y de la vida de la masa del pueblo.
Sin una caracterización de conjunto de la etapa mundial, tampoco se puede caracterizar el conjunto de la situación nacional y sus perspectivas. Los nueve meses del gobierno de los Fernández han destruido la muletilla del oficialismo del PO, acerca de que el peronismo está vivo en las masas y es el recurso “vivo” de la reconstrucción del estado y de “contención” de los trabajadores. Una contención, cuando no es un recurso último o de emergencia está condicionada a la capacidad de desarrollar una salida efectiva a la crisis capitalista y del estado. A nivel mundial no hay ninguna fuerza política patronal que reúna esa condición. El grupo dirigente del PO se sumó -¡con cuánta demora!- a la tesis de quien posa mentirosamente como su archi-enemigo, nos referimos al PTS, para quien una victoria en la ´batalla cultural´ había producido una “Argentina Kirchnerista”. Los redactores del ´informe´ operan con las mismas categorías de su rival – la posibilidad de victorias culturales desligadas del derrumbe de las condiciones materiales de la sociedad capitalista. Aquí se revela que para el dueto PO-PTS la “subjetividad” de las masas es una entelequia, que podría ser manejada a fuerza de discursos y peroratas.
El régimen político se encuentra en disgregación en varios sentidos. El gobierno es una coalición fragmentada, a la que une el temor al ostracismo político y a lo que llaman ´vacío político´, o sea el temor a que desencadene una situación revolucionaria. En una emisión reciente de A Dos Voces, Julio Bárbaro dijo, textual: “el peronismo ya no existe para los humildes”. Además, los jefes de los dos bandos patronales de Argentina son reos de la Justicia. El macrismo, por su lado, vive su propio proceso de fragmentación. Se diseña, como ocurrió en España, un régimen de cuatro a seis partidos ´alternativos´, o como ocurrió en 2003, cuando peronistas y no peronistas se repartieron en seis listas electorales, en una elección a Presidente, para sacar en forma definitiva patente de ingobernabilidad. El macrismo, aniquilado por su gestión 2016/9, encuentra ahora puntos de apoyo en la pérdida de la escasa cohesión del FdeT. El impasse entre oficialistas y opositores se manifiesta en las rupturas y reconciliaciones parlamentarias sin solución de continuidad.
El estado mismo atraviesa un proceso de disgregación. La judicialización de los litigios políticos convoca a un arbitraje de la Corte y la tendencia a un doble poder institucional. El descontrol de la justicia federal y de los aparatos de represión y seguridad es cada vez mayor. La Bonaerense se amotina por salarios; la santafesina ha perdido el control de la violencia frente al narcotráfico; con Berni como escudero, CFK queda alcanzada por esos desmanes y el encubrimiento de la muerte de Facundo Astudillo Castro. Macristas y kirchneristas se encuentran comprometidos en el espionaje político, desde el Proyecto X y las infiltraciones de la AFI en las comunicaciones de propios y ajenos – con la complicidad de los jueces. Es objeto de disputa la designación y remoción de los jueces y del Procurador General. Argentina tampoco tiene Presupuesto, y el que se va a discutir en los días próximos volverá a ser un dibujo. No existe régimen monetario, como lo prueba el patrimonio negativo del Banco Central, cercado por una deuda feroz con los bancos (Leliq) y una acelerada desvalorización de sus activos. El canje de deuda reciente ha provocado una devaluación de 60% de los títulos en poder del Banco Central y Anses. Martín Guzmán parlotea acerca de la creación de un mercado de capitales ´doméstico´, como llama a una mesa de dinero a cortísimo plazo y tasas de interés alevosas. El régimen monetario tampoco goza de un ancla internacional, como se advierte en la emisión ilimitada de moneda de los bancos centrales más importantes y tasas cero, o incluso negativas, lo cual inviabiliza el sistema de depósitos bancarios y los fondos de pensiones de retiro, que no encuentran dónde capitalizar los aportes que reciben. Todo esto ha impulsado una fuga de la moneda de reserva internacional. Las bisagras de las finanzas internacionales están afectadas por un alto grado de desgaste. A pesar de contar con una devaluación del peso comparable a 2002, el mentidero financiero no deja de hablar de devaluación y de un desdoblamiento del mercado de cambios – uno comercial, otro financiero. Con este cuadro, se perfila un nuevo default alrededor de la fecha de las elecciones presidenciales, a fines de 2023.
No sorprende en estas condiciones que haya voces que propician una reforma constitucional. Aunque es claro que esta crisis no tiene salida constitucional, el planteo es revelador del impasse político. Uno o dos fallos controvertidos de la Corte, de carácter político, detonarían un movimiento a favor de una Asamblea constitucional. Como el ´informe político´ desprecia la crisis de poder, ni se detiene en considerar las alternativas de desarrollo de esa crisis. Lo cual le evita caracterizar la reivindicación de una Asamblea Constituyente Soberana, que solamente podría ser convocada por un gobierno de trabajadores. La omisión del oficialismo partidario es tanto más flagrante cuanto que la vecina Chile ha ingresado en un proceso de recambio constitucional a partir de una rebelión popular – obligando a un reacomodamiento del poder político de la derecha y del conjunto de los partidos patronales, y los históricos partidos socialista y comunista. Para el aparato, Chile es Chile y Argentina es Argentina, del mismo modo que la crisis mundial es una crisis mundial, y en tierras criollas otra cosa. Aún si todo ese dislate fuera cierto, es necesario sacar conclusiones de la experiencia chilena para Argentina, y más necesario aún determinar la etapa histórica mundial para diseñar la perspectiva que ella plantea para el Río de la Plata. Después de todo, la identidad es un principio cambiante.
La gobernabilidad de los Fernández es precaria. Los realineamientos de fuerzas son constantes. La conformación de situaciones pre-revolucionarias está al acecho; toda protesta popular tiende a convertirse en rebelión. Las reivindicaciones de los trabajadores son conocidas, pero sobre todo vitales. Una agitación política a favor de esas reivindicaciones debe concluir que su realización plena y sostenida depende de un gobierno de trabajadores y de los métodos de lucha de las masas.
El gobierno de los F-F representa, en el contexto latinoamericano, una forma de resistencia a la preponderancia que habían recompuesto Norteamérica y la UE bajo el gobierno de Macri. Esto sin infringir la línea entreguista que han tenido los gobiernos bolivarianos con los acreedores internacionales. No ha reconocido al venezolano Guaidó, sin salir del Grupo de Lima, donde Macri metió a Argentina, ni tampoco al golpismo boliviano; en este caso se encuentra apoyando la votación a favor del MAS del numeroso exilio en Argentina. Ha buscado recomponer la alianza con movimientos políticos afines, que en su ostracismo intentan organizar Frente de Todos en sus países, como ocurre con Lula (¡y el PSOL!), en Brasil. El ´informe´ del aparato oficial decidió ignorar este aspecto de la situación nacional, para no perturbar un denuncismo que sustituye la comprensión política de los acontecimientos. Los Fernández siguen una vieja política de la burguesía latinoamericana, que busca ampliar la autonomía política del país por la vía de la diplomacia, porque no pretende hacerlo con golpes al capital internacional que opera en el país. Es una obligación de los luchadores que realmente se empeñan en lograr el avance político de la clase obrera, distinguir a estos gobiernos impotentes y cobardes, de aquellos que operan como filial local del imperialismo mundial. El aparato oficial ignora esto, para mejor disfrazar el conservadorismo con una dosis fuerte de infantilismo. Lo cierto es que el choque político del gobierno argentino con el de Trump en especial, cobrará importancia ante crisis como las que anuncia el acuerdo Maduro-Capriles en Venezuela, las elecciones en Bolivia, el pedido de destitución del peruano Vizcarra, y sobre todo la crisis político-constitucional en Chile, sin minimizar las consecuencias de la proscripción de Correa en Ecuador – cuyo partido podría ganar las elecciones ya convocadas. Sin establecer una diferencia real, no ficticia o inconsistente, con estos gobiernos autonomistas formales y los procesos políticos que protagonizan, es imposible llevar a buen término la lucha por la Unidad Socialista de América Latina. La reciente consagración de un derechista norteamericano en la presidencia del BID, bajo una fuerte presión de amenazas por parte de Trump, fue muy ilustrativa. Los Fernández intentaron boicotear el evento sin éxito, pero el resultado final mostró una abstención en masa de la UE, de China y de cuatro países relevantes de América Latina, en especial Chile y México. La cuestión del BID devolvió toda la actualidad al protagonismo de China, el principal cliente e inversor de los países más desarrollados de la región. En definitiva, América Latina, la zona más golpeada por la pandemia, es, por un lado, la principal afectada por la crisis económica y política mundial; el escenario privilegiado de las crisis políticas que se incuban; y el teatro más importante, por lejos, de las rebeliones populares. Un congreso que se vea incapacitado para deliberar sobre este conjunto decisivo de cuestiones es una farsa. Tomen nota, compañeros de nuestro Partido Obrero.
El fracaso del acuerdo con los acreedores de la deuda de Argentina, para habilitar un reequilibrio de la economía, ha tenido el efecto de acentuar sus desequilibrios monumentales. La desvalorización creciente del peso en términos internacionales amenaza con desatar una hiper-inflación e incluso un ´rodrigazo´. Bien mirado, el default de la deuda externa operó como una mampara de ocultamiento de esos desequilibrios, que quedaron más expuestos con el acuerdo. Por lo pronto, un desequilibrio social brutal, que coloca al gobierno frente a la amenaza de un estallido y recorta por lo tanto el alcance de la política de ajuste del gobierno. Lo sigue el tendal de concursos y quiebras de empresas. Todo sumado, Argentina se encuentra acosada por una explosión económica que romperá los precarios equilibrios políticos entre las fuerzas en presencia y el conjunto del régimen político.
A pesar de que el gobierno actual ha sido electo hace menos de un año y de que la irrupción del nuevo coronavirus sorprendió a las masas y desorganizó sus condiciones de vida y de trabajo, las luchas no se hicieron esperar, en especial por la difusión de los contagios en los barrios y en los lugares de trabajo, y por la completa falta de preparación del gobierno nacional, provinciales y municipales. No se hicieron esperar en la salud y en la educación; los trabajadores de salud consiguieron el reconocimiento del Covid como enfermedad laboral, y los de la educación el bloqueo a la presencialidad. Fueron ocupados centros de salud, en varios casos con victorias. Fueron inaugurados métodos de lucha nuevos, las huelgas virtuales. En Timbúes se produjo la primera huelga contra la presencialidad en labores no esenciales; se produjeron numerosas huelgas de transporte y municipales, ocupaciones de fábricas muy importantes como Bed Time, Sedamil, conflictos mineros y los propios paros del Sutna. En algunas provincias se desarrollaron movimientos autoconvocados de los más diversos sectores. Los docentes de Amsafe organizaron manifestaciones muy importantes, antes y después de la irrupción del virus – con el apoyo de la seccional combativa de Rosario y otras localidades. En CABA hubo asambleas virtuales masiva que terminaron vetando la “vuelta a las aulas” de Larreta y el ministro Trotta. Un lugar destacado ocupó -como, por otra parte, en todo el mundo- la lucha de los trabajadores de reparto, cuya organización comenzó a crecer. Una pelea fuerte, aunque menos visible, ocurrió en las empresas, por los protocolos sanitarios y los salarios, incluidos a los trabajadores suspendidos por su condición de “grupos de riesgo”. Los trabajadores desocupados se movilizan de a miles contra la miseria social.
El gobierno ´nacional y popular´ aprovechó la pandemia para atacar a los jubilados, como parte del “gesto de buena fe” que reclaman los acreedores. Dictó un decreto anti-despidos que enseguida violó para avalar los despidos negociados por la burocracia de los sindicatos con las patronales, otra vez como un “gesto de buena fe” para constituir el prometido Consejo Económico-Social. Bajo el paraguas de los subsidios y asistencias por la pandemia, la burocracia sindical se hizo la distraída con el ajuste del salario frente a la inflación. Los perjuicios enormes causados por la crisis capitalista a los trabajadores y los contubernios de patronales y gobiernos para sacar el mayor provecho de ella, no configuran una ofensiva política del capital. Nadie despojó con mayor brutalidad a los obreros que la hiperinflación que inició el gobierno de Isabel, en junio de 1975 hasta marzo de 1976; pero la ofensiva política contra los trabajadores comenzó con el golpe militar. No existe un signo igual entre desorganización capitalista y ofensiva política, cuya condición es la articulación de la clase capitalista con el poder político. En la actualidad, muchas compañías capitalistas tienen pérdidas, van a la quiebra o se retiran del país, y financian además las acciones desestabilizadoras. La relación entre el estado y las masas no está presidida por un gobierno fuerte sino débil, de modo que el escenario para las masas es diferente, en una gran medida, si estuviera frente a la situación contraria. Así como en la historia del internacionalismo obrero la tesis de la ofensiva permanente fue una grosería política que causó grandes perjuicios al movimiento, lo mismo ocurre con quienes, sin que importe quién y en qué circunstancias gobierne, abruman con sus peroratas acerca de la ofensiva permanente del capital.
Se puede decir, hasta cierto punto, que las masas de todos modos están a la defensiva. Pero una cosa es que se encuentren a la defensiva frente a un régimen político de ofensiva capitalista, y otra que lo estén ante un gobierno tambaleante, contradictorio y precario. ¿Cómo se expresa esta diferencia en la práctica? Que en el primer caso los obreros sólo podrían retomar la ofensiva luego de una serie relativamente larga de victorias parciales, y de procesos desestabilizadores para el gobierno en cuestión, mientras en el segundo caso la tortilla se puede dar vuelta en un plazo corto y merced a una serie breve de victorias parciales – entendiendo siempre a la victoria como representativa de un golpe de timón en su conjunto. La clase obrera de Argentina se encuentra en esta segunda situación – un va y viene de luchas, que hace oscilar la relación defensiva-ofensiva. En esto juega un rol importante la ´aptitud´ y la ´capacidad´ de la vanguardia de la clase obrera.
La intervención de un partido revolucionario en esta situación concreta pasa, en primer lugar, como es natural, por medio de una agitación política contra la opresión política del estado y del gobierno, contra el imperialismo y contra todas las arbitrariedades y ataques del presente régimen. La punta del ovillo para desarrollar una clase obrera independiente pasa por la movilización de los sectores de vanguardia de la clase, que debe ser la inspiración el ejemplo. En apariencia, estos sectores clasistas estarían agrupados en el Plenario Sindical Combativo, pero esto es más que falso, es un verdadero engaño, porque ahí se nuclean los aparatos políticos a los que están vinculados dirigentes de sindicatos y agrupaciones, de ningún modo los sindicatos y las agrupaciones, que se encuentran políticamente al margen de ese Plenario. Al haberlo convertido en una lateral sindical del FIT-U, el Plenario no es un factor de movilización y de conscientación de clase de los trabajadores sindicalizados que han elegido a esas direcciones sindicales o que siguen a las agrupaciones combativas o clasistas, e incluso trabajan con ella.
El aparato oficial del PO ha vaciado de contenido la consigna de Congreso de Bases, al no desarrollar esa consigna en el terreno del Plenario Sindical Combativo, que ni siquiera tiene mandato votado de las organizaciones que agrupa. El desarrollo de Congresos Obreros, votado por la dirección del PO, en 2018, fue distorsionado hacia ese Plenario, que apenas moviliza a los militantes de sus partidos, cuanto mucho, que pertenecen al FIT-U. Como consecuencia de esta metodología distorsiva, el Plenario se ha convertido en el “campo de disputas” en que se convirtió el propio FIT-U, con mayor énfasis y faccionalismo desde que el PTS ganó las internas de las Paso de 2015. El distanciamiento de las bases de los sindicatos y de las agrupaciones que se encuentran en el Plenario se ha acentuado al extremo, incluso hasta la hostilidad. El FIT-U y el PO oficial han llevado adelante un trabajo de liquidación política en el movimiento obrero. Los apetitos electoralistas se han impuesto sobre los intereses históricos de la clase obrera y el desarrollo de una vanguardia obrera en las organizaciones sindicales.
La simpatía política de una masa de activistas hacia el partido Obrero, como se expresó en el proceso que llevó a la conquista del Sindicato del Neumático, se ha desvanecido. El aparato del PO no construyó nada en el Sutna. Cuando se compara la masa militante que ganó el ´viejo´ MAS en la Sanidad de Capital en los 90, con el reclutamiento cero del aparato del PO, se obtiene una medida exacta del liquidacionismo de la política del aparato partidario en el movimiento obrero. El FIT-U ha llevado su “campo de disputas” al Sutna, por medio por sobre todo del PTS, algo que se repite en las asambleas de la Multicolor en el Suteba. El PTS disfraza su labor ´disputista´ con una supuesta diferencia de estrategia entre lo que sería impulsar “direcciones clasistas”, en oposición a impulsar “nuevas direcciones”, pero no tuvo empacho en hacer un frente con el PCR en la Alimentación, claro que en una lista encabezada por ellos. Esta construcción de aparato la ha llevado a un retroceso marcado en el sindicato. La disputa electoral entre fracciones del FIT-U en el sindicato ferroviario del Sarmiento, ilustra de un modo cabal el impasse del PSC, y el carácter embustero de la propaganda que hacen de él, quienes sólo buscan parasitar una sigla. El ´informe político´ votado por dirigentes que tienen “el oído pegado a las masas” y otros que pregonan un programa de transición escalonado, no integral, que pone a la cabeza las reivindicaciones económicas y deja para las calendas griegas un planteo de poder, no se ha atrevido a presentar un balance de resultados y perspectivas de su política en el Sutna – la conquista más importante del clasismo y el socialismo, como se reivindica gran parte de su dirección, en la organización de la clase obrera de Argentina.
La consigna de Congreso de Bases requiere un método político, que consiste en el desarrollo de este planteo, por parte del clasismo, en primer lugar, en su propio terreno. Dada su posición histórica relevante en Argentina, desde el siglo XIX, es necesario que el movimiento obrero se convierta en un referente político propio, mejor aún si es apoyado, formado, ilustrado por las corrientes políticas internacionalistas del país. Sólo la intervención de contingentes más numerosos de trabajadores, masivo, podrá poner fin al pseudo método del ´campo de disputas´, o sea a la división como método. Hace muy poco, los defensores del ´campo de disputas´ proponían la unidad acelerada, sin principios de toda la izquierda, incluido algún grupo nacionalista, en un solo partido electoral.
La iniciativa de congresos o plenarios de delegados de los sindicatos con direcciones combativas o clasistas y de las agrupaciones clasistas militante, adquiere una urgencia incuestionable frente a la posibilidad, e incluso la inevitabilidad, de una ruptura catastrófica de la economía. En este caso, la huelga general entraría en el escenario de un modo intempestivo. Fue lo que ocurrió en 1975, donde una iniciativa de la vanguardia desató la huelga general más prolongada de la historia nacional. Quienes luego nos vimos forzados a formar la Tendencia, iniciamos este debate en 2017, con textos muy amplios, y obtuvimos como respuesta el fastidio político del aparato. No sorprende que entre las reivindicaciones del ´informe´ oficial, nada se diga acerca del método, ni de la huelga general.
La adopción del Manifiesto Político, en 2013, marcó el punto más alto de elaboración política revolucionaria del Frente de Izquierda. Desde 2016 en adelante tuvo una marcada derechización, bajo la forma de plataformas y slogans democratizantes, y una adaptación política al estado cada vez más notoria. Del mismo modo, alcanzó su tope electoral en 2013, cuando en numerosos distritos obtuvo registros de dos dígitos, en forma más destacada en Mendoza y Salta, la victoria sobre el peronismo en la capital de esta última, y la conquista de diputados nacionales. De ahí en adelante se estancó y retrocedió, y tuvo su mayor revés en las provinciales y la nacional de octubre de 2019. La fuerte corriente de adhesión en la clase obrera en 2013 se paralizó y revirtió, en parte por las derrotas de algunas luchas importantes en la Panamericana, donde hizo gala de petardismo y un faccionalismo acentuado. El ´informe´ oficial no hace ningún balance acerca de esto, persiste en el auto-bombo crónico de definir al FIT como un fenómeno único en la izquierda internacional. El duro retroceso en importantes provincias, en 2019, fue precedido por una campaña centrada en el feminismo pequeño burgués mediático, que no atrajo el voto de la mujer, en un período de ascenso de la lucha femenina. La exasperada reacción del aparato a este retroceso no se manifiesta en un análisis en ninguna parte del ´informe´. Como ocurre con el ocultamiento de la experiencia política en tantas otras cuestiones, el ´informe´ constituye una estafa política sin atenuantes. Las denuncias cotidianas del aparato acerca del “electoralismo” del PTS constituyen una prueba de juicio de la deriva democratizante del FIT, y al mismo tiempo una desvergonzada tentativa de deslindarse de esa deriva con exclusivas motivaciones faccionales.
Un examen honesto de los quórums otorgados al gobierno de turno o incluso votaciones favorables a sus proyectos de leyes, dejan el claro que estas manifestaciones agresivas de oportunismo político no son accidentes sino parte de una tendencia. La habilitación del Presupuesto de Capitanich, en Chaco, a principios de año, ante el abandono de la sesión por el radicalismo, fue justificada, en la prensa del oficialismo del PO, por supuestas concesiones que el ´Coqui´ habría hecho en materia de Educación. Este argumento convierte al oficialismo en un bloque de ´izquierda´ del parlamentarismo. La segunda vez – ante el otorgamiento del quórum, de nuevo ante la deserción de la UCR -, la prensa oficialista se refugió en calificarlo como un “error”, y prefirió el método más económico de endilgarle la responsabilidad al diputado en cuestión, sin señalar que éste actuó siguiendo la norma que el aparato partidario sí había avalado en ocasión del presupuesto -las concesiones menores a algún sector. Así, habilitaron a Capitanich a consumar el negociado por excelencia de los gobiernos de Argentina – la privatización de terrenos fiscales. En contraste con la expulsión de mil doscientos compañeros que apoyaron el reclamo al derecho de Tendencia, la violación de toda la política del partido en su historia no mereció siquiera una advertencia del tribunal de inquisición en que se ha convertido la Comisión de Control. Más importante todavía, no ha merecido ninguna crítica de parte del PTS, el MST e IS, dentro de un frente donde el faccionalismo no perdona el menor traspié del adversario. Han preferido ´el mal menor´ de la complicidad, para no extender aún más la crítica formulada por nuestra Tendencia del PO.
La política parlamentaria del -ahora- FIT-U desprecia el uso del parlamento como tribuna de denuncia política agresiva y de formación de una conciencia de clase, y ha adoptado la línea del parlamentarismo “positivo” que Guillermo Kane y el aparato del PO fueron los primeros en poner por escrito. Esta línea produjo una divergencia coyuntural cuando el PTS y el PO oficial votaron a favor de una “emergencia alimentaria” que no era tal, en tanto Izquierda Socialista se abstenía, cuando se trataba, en realidad, de un acuerdo entre JxC y FdT para "ordenar" una transición de características convulsivas en todos los planos.
Tampoco el voto a favor de la ´ley sionista´ fue un accidente – fue, por el contrario, una de las decisiones más reflexionadas. Alcanza para probarlo la denuncia del proyecto por parte de la diputada de AyL, naturalmente antes de pasar a votar, o las críticas de Pérez Esquivel y otros, con mucha antecedencia. El ´error´ fue reconocido recién una semana después de consumado, como consecuencia de las fuertes denuncias de los sectores de apoyo al pueblo palestino, el MST, IS y otros. Como lo señala ´Left Voice´, la sucursal estadounidense de Izquierda Diario, el proyecto tenía una redacción ´democrática´ acerca del antisemitismo, que parecía disipar una intencionalidad de confundir al antisemitismo con el antisionismo. Con estas premisas, el PO oficial y el PTS consideraron correcto, o mejor, conveniente, otorgar al estado facultades penales para combatir las opiniones antisemitas. Por eso nuestra Tendencia puso el acento en denunciar el delito de opinión que consagraba la ley y el voto indiferenciado del FIT-U con macristas, kirchneristas y otros. De nuevo, un bloque de izquierda dentro del parlamentarismo burgués. Como es habitual en el caso de los reconvertidos, quienes votaron el proyecto de ley hicieron el camino del arrepentimiento a la embajada de la Autoridad Palestina, cuyo ´gobierno´ oficia de policía de seguridad del estado de Israel, precisamente el que ha promovido esta ley, en primer lugar. Para mayor información, la Autoridad Palestina integra con Egipto, Israel, Chipre y Grecia el comité de explotación del gas en el Mediterráneo Oriental, que podría desencadenar una guerra con Turquía. Para que valga la caracterización de un ´error´, el ´informe´ habría debido tratar el asunto ante el congreso que ha convocado en forma sigilosa, y desentrañado las causas profundas de esta deriva reaccionaria.
Más allá de las cuestiones de principios decisivas de todo esto, la crítica al parlamentarismo democratizante es más necesaria que nunca, porque el derrumbe del régimen político y social en Argentina va a acrecentar la importancia de los episodios electorales y de la centralidad del Parlamento como campo de lucha y agitación política. Una cosa es la caducidad de la democracia burguesa y el parlamentarismo como vías de progreso social, lo que significa que es una corporación reaccionaria que conspira contra los trabajadores, otra cosa es su relevancia como escenario de una confrontación política. Tenemos evidencias de esto todos los días. Por eso oponemos con vigor el uso revolucionario del parlamento como tribuna, a la adaptación democratizante, que sólo puede interesar al arribismo pequeño burgués. Los militantes del Partido Obrero oficial deben reflexionar con seriedad acerca de todo esto y desechar el exitismo parlamentarista ficticio del aparato, si quieren que el Partido Obrero milite en el FIT como una fue fuerza revolucionaria independiente crítica, y no -como ocurre hoy- como perro faldero de las corrientes democratizantes.
El oficialismo ha mimetizado por completo el Partido Obrero al FIT; se puede decir que lo ha disuelto políticamente, con la prioridad puesta en las candidaturas para 2021. El PO oficial no tiene una existencia política independiente del FIT, está agarrado a él como un salvavidas electoral. Sólo ha quedado del PO, la cáscara, el aparato. Se ha disuelto políticamente al PO en el “frentismo”. De aquí surgen las afirmaciones trasnochadas de un FIT-U de independencia de clase y de su excepcionalidad. Una independencia política sin política revolucionaria no existe, es una formalidad: Esa independencia es desmentida todos los días por una agitación que no es política sino publicitaria, por ´spot´ cinematográficos, donde no se cae una idea. Minutos de silencio pedidos a Espert por las masacres de las masas ecuatorianas perpetradas por los Espert ecuatorianos. Una abundancia de tuiterismo chicanero y de conventillo. El Partido Obrero debe recuperar su propósito de construir el partido revolucionario. Ha tomado la falta de ese partido para asumir una posición derrotista frente a las rebeliones populares, y pone todo su empeño en abandonar la construcción de ese partido en favor de un frentismo sin delimitación, salvo que se llame así a las violentas diatribas faccionales de unos contra otros. El método de la revolución proletaria pasa por la construcción del partido, no por la dependencia de frentes, que aún en el mejor de los casos representan compromisos inestables y no una estrategia política. El oficialismo se encuentra en una trayectoria de liquidación del Partido Obrero, que es contenida por la presencia vigorosa de nuestra Tendencia, el verdadero PO. Esto lo han advertido sus socios, cuyo ataque faccional al oficialismo tiene el propósito de darle una indigna sepultura.
Al convocar a una Conferencia Latinoamericana de sus colaterales (el aparato no tiene ninguna), el FIT-U afirmó querer promover una movilización política continental, para lo cual aparcó las diferencias políticas, enumerando la mayor parte de ellas, sea del presente, del pasado y hasta del futuro. La hilacha fraccionista de una declaración que pretendía la unidad de acción, se vio enseguida: en la Conferencia quedaron al margen las acciones comunes, que fueron sustituidas por un pugilato en torno a las divergencias aparcadas. Se reiteró el método de clanes o sectas; como ya dijimos en la crítica a la Conferencia, es necesario un debate abierto y organizado acerca de la estrategia política para el dramático presente histórico, en lugar de quejas arbitrarias por faltas pasadas o prevenciones por las futuras. Es lo que nadie en el FIT-U quiere hacer - una Conferencia programática, en base a textos y boletines internos, con fecha tope, probablemente para no poner en evidencia una incapacidad vertebral para exponer un programa de conjunto.
Un aspecto instructivo, al examinar el carácter del FIT-U es el derrumbe de experiencias internacionales similares, como el NPA de Francia, el PSOL de Brasil y los Socialistas Democráticos de Estados Unidos. La participación en esas experiencias, por medio de una política de maniobras, sea con fines electorales, como en el PSOL y el SDS, sea para reclutar disidentes por medio de peleas sin principios con el aparto mayoritario, como en el caso del NPA, no lograron ningún progreso político u organizativo, aunque sí una desmoralización militante, que se manifiesta en una salida en masa de ellos. El FIT-U, con el ´campo de disputa´ sin principios, en el que participan todas sus vertientes, terminará de la misma manera, y corre el riesgo de apartar de la militancia socialista a cuadros obreros que ya han demostrado todo lo que valen.
El oficialismo del PO predica como un loro la “independencia política”, sin advertir que el FIT-U quedó fuera del combate en la crisis de 2018/19 – una crisis económica y política -, cuando adoptó para si la consigna kirchnerista “tenemos 2019”, y se dedicó a los spots electorales. Esa abstención política no solamente explica su fracaso electoral en las provinciales y nacionales de 2019 (que esfumaron los avances en Mendoza, Salta y Jujuy, y un hundimiento en Córdoba), sino por sobre todo la crisis política sin salida que lo atraviesa en la actualidad. Si el oficialismo partidario intuye algo de esto, no lo refleja en el ´informe político´.
La expulsión sumaria de mil doscientos militantes es por si mismo un procedimiento liquidacionista; sólo ha ocurrido en la socialdemocracia contrarrevolucionaria y en el stalinismo. Es una violación al centralismo democrático y sólo responde a un interés de aparato. Las bases del partido carecen de control sobre la vida interna y no tienen voz ni voto a la hora de designar o renovar compañeros rentados, que se han convertido en elenco estable de una dirección inamovible, que no admite renovación ni rotación. Nos referimos a propuestas centrales de Altamira, que aplicó unilateralmente consigo mismo.
De todos modos, lo importante es esto: la degeneración organizativa del PO, o sea las expulsiones, el régimen burocrático interno, la censura y hasta el espionaje de los correos electrónicos, y encima la intervención de comités de provincia por medio de la Justicia, o sea el estado capitalista, no es un fenómeno aleatorio sino la expresión del abandono del programa político y del método político marxista. Las desbandas de los grupos parlamentarios demuestra la falta de control colectivo de la actividad parlamentaria y del comité ejecutivo y nacional, por parte del conjunto del partido. El ´informe´ del grupo dirigente no aborda la crisis partidaria, que reservará para una diatriba administrativa de la comisión de control, porque es incapaz de establecer la conexión de esta crisis con la deriva anti-socialista de su política. El destino de un régimen interno de partido es indisociable de su estrategia política. Aquí es importante señalar la complicidad de los partidos del FIT-U con el aparato y sus expulsiones, como si la crisis y los métodos de un partido trotskista fueran indiferentes para otras corrientes que se reivindican trotskistas. Con menor brutalidad, porque no han debido enfrentar una postura crítica de sus militantes, el burocratismo de los regímenes internos es común a todos ellos. Hace 25 años, cuando el ´viejo´ MAS enfrentó una crisis similar a la del PO en la actualidad, la dirección de nuestro partido se pronunció por escrito contra la violencia y el método de expulsiones en las discusiones partidarias, con la conciencia de estar defendiendo un legado histórico internacionalista. A 80 años del asesinato de León Trotsky, recordemos a quienes han perdido la memoria, que Trotsky defendió el derecho a seguir en el Socialist Workers Party de Estados Unidos, de la corriente contraria a la defensa incondicional de la Unión Soviética, con la condición correctísima de que debía someterse a la decisión de la mayoría en las acciones cotidianas. Y la defensa incondicional de la URSS era un pilar insustituible de la estrategia de la revolución mundial, incluida la Unión Soviética, de la IV Internacional.
A los compañeros del partido oficial: Buena lectura.
14 de septiembre de 2020