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Distintos dirigentes del Partido Obrero oficial acaban de hacer una contribución enorme, aunque involuntaria, al debate político, al denunciar la publicación, de nuestra parte, del Informe Político que presentaron para el Congreso de su fracción, que figura como Apéndice o Suplemento de nuestra Crítica a ese Informe. Por lo pronto, asistimos a la extravagante molestia de una organización por la difusión de sus ideas o planteos, en este caso por parte de nuestra Tendencia. ¿A qué interés puede responder la ´incomodidad´ de que se hagan conocer las posiciones políticas propias, cuando lo que caracteriza a cualquier organización política es, por el contrario, conseguir el ámbito más amplio para sus elaboraciones e ideas? Por nuestro lado, simplemente nos hemos limitado a un acto de verdad, o sea a hacer conocer las posiciones que pretendemos criticar. Se quiera o no, el ´repudio´, ni más ni menos, a la difusión de ese Informe se convierte en una censura a nuestra posibilidad, o a la de cualquier otro, de criticarlo. Este curioso ataque, aunque viola en forma ostensible el sentido común, es un repudio al ejercicio de la democracia política. Esto, sin embargo, se cuece hace mucho y fue advertido a tiempo: en 2016, Guillermo Kane pretendía que la discusión acerca de la historia de la Revolución Cubana quedara confinada al boletín interno, lo que Altamira calificó como una “ideología de aparato” (hace casi cinco años). Como militantes que luchamos por un gobierno de trabajadores, advertimos que este gobierno es incompatible con la negación de la democracia para la clase obrera y los explotados. Como corriente de la IV Internacional, hemos luchado toda la vida por la democracia proletaria y por el derecho al pluripartidismo en la clase obrera.
El ´repudio´ en cuestión (aclaramos que defendemos el derecho al repudio y también el derecho al ´repudio´ entre comillas simples) va contra toda la tradición histórica del socialismo, del comunismo y del cuartainternacionalismo. Esa tradición consiste en la publicidad de las posiciones políticas y el debate público de ellas. La totalidad de los textos de esas internacionales, los conocemos porque fueron públicos, en los diarios, semanarios y revistas partidarias – no en boletines internos de circulación restringida. Quienes tienen que responder por los atropellos son quienes nos denuncian, que no dicen por qué han optado por esconder sus posiciones políticas, una intención y un propósito que ahora confirman con sus denuncias de ´delación´. En resumen, estamos ante claras diferencias acerca del régimen de un partido revolucionario – que, como enseñó Marx, “no tiene nada que ocultar” sino que “proclama abiertamente sus objetivos”. Si un debate político debe quedar encerrado entre quienes promulgan la misma profesión de fe, el régimen interno se convierte en un chaleco de fuerza contra la democracia en el partido.
Objetivamente, la disputa que genera la ´delación´ no es otra cosa que una continuación del debate que abre (y que ha abierto) nuestra Crítica al Informe Político. Quienes salieron a denunciar una supuesta inconducta de nuestra parte, cuando hemos hecho público el documento que criticamos, y hemos hecho la crítica sin esconderla entre las ropas; esos denunciadores han leído nuestra Crítica, y la única respuesta que tienen es ´delación, delación”. De otro lado, ¿qué hemos hecho de ´innoble´ que no hubiéramos hecho durante medio siglo, que es discutir públicamente nuestras posiciones con todos los interesados, en los períodos de debate pre-congresal? No es solo la tradición del Partido Obrero -incluso hasta su 26 Congreso- sino de toda la historia de todos los partidos socialistas de todo el mundo, que publicaban y debatían sus caracterizaciones y programas abiertamente en sus publicaciones y periódico. En esa escuela abrevamos todos los militantes revolucionarios, aprendiendo a discernir, entre planteos y orientaciones contradictorios, la calidad de cada facción y de sus dirigentes. En ocasión del congreso de 2019, el grupo dirigente hizo público su documento en la revista En Defensa del Marxismo – algo que no hizo, aclaramos, con el documento interno de otro sector de la dirección, que lo criticaba. Difundir un planteo político, como parte de una crítica, no significa hurgar los correos electrónicos de los militantes, y luego reivindicar que tal cosa no es espionaje sino celo revolucionario. Los partidos revolucionarios deben pertrecharse contra la infiltración policial, no contra el debate político en base a textos.
En junio del año pasado, estos mismos merodeadores de las redes sociales, hicieron público, en su página de comunicados, el documento “Por qué una fracción pública del Partido Obrero”, que nuestra Tendencia, recién en formación, envió al boletín interno partidario, para fundamentar el reclamo de reconocimiento, como pide el estatuto del PO. Hicieron público un texto que tenía por objetivo un debate interno, para justificar la expulsión, en ese momento, de 372 firmantes, más tarde 1.200 - ¡sin responder nunca a los términos políticos de nuestro texto!, como sí lo hacemos nosotros con el Informe Político, en este momento. Los ´iracundos´ que nos ha tocado, olvidan que ellos nos debían haber entregado ese Informe Político. Parecen olvidar que los 1.200 militantes expulsados de manera administrativa tenemos derecho estatutario a apelar ante el congreso partidario. ¿Cómo podríamos desarrollar nuestra apelación si no se nos entrega el Informe Político y, con ello, se nos quita la posibilidad de criticarlo, para demostrar que tenemos diferencias políticas que deben ser discutidas, y no, como siguen pretendiendo, caprichos o arbitrariedades ´personales´? El aparato del PO no puede emitir palabra sin entrar enseguida en contradicción consigo mismo. La dirección “oficial” del Partido Obrero, por otra parte, no ha abierto la boca; manda al frente a quienes ejercen el oficio de ´voceros´ en las redes con una pátina de moralina.
La dirección “oficial” del Partido debería explicar por qué razón decidió confinar el debate político del 27 Congreso al boletín interno. Una respuesta se encuentra en nuestra crítica, pues el Informe no ofrece otra cosa que una colección de desaciertos políticos y el ocultamiento de un balance político – planteos políticos inconsistentes, adaptación a la ideología identitaria (en oposición a la de clase), retroceso electoral, retroceso militante, disputas rupturistas en el FIT-U. Esa es, convengamos, una razón poderosa, aunque negativa, para ocultar su documento político y enchalecar el debate. En un debate público, la dirección del aparato debería dar cuenta de que la consigna “que la crisis la paguen los capitalistas” que pregona de manera autista desde 2018 a esta parte, sencillamente, no ha conducido -ni conduce- a ningún lado. Es un slogan, no un planteo político definido, ni tampoco lo acompaña de un planteo político consistente. Esa consigna ya estaba muerta en aquel año, cuando, de un lado, la burguesía rumiaba su desencanto con el gobierno Macri, que se había revelado incapaz de llevar a término las “reformas estructurales” (laboral, previsional) que ella demandaba, mientras los trabajadores, del otro, acumulaban un odio visceral contra “el mejor equipo de los últimos 50 años”. En lugar de tomar nota del estado de ánimo que recorría “a los de arriba” y “a los de abajo”, e ingresar en la lucha política con una consigna de poder, la camarilla del aparato partidario entronizaba al kirchnerismo como ganador de la “batalla cultural” y se hundía en un derrotismo indigno de causa alguna. Dos años más tarde, la camarilla dirigente porfía con la misma consigna, aunque ahora prefiere la discreción del boletín interno a la tapa de En Defensa del Marxismo.
Un debate político en regla, sobre la caracterización de la etapa, las consignas y tareas planteadas, es más necesario que nunca para el Partido Obrero y el conjunto de la izquierda. Debe definir el alcance de la crisis actual - ¿es del régimen en su conjunto?; ¿abre una etapa de situaciones pre-revolucionarias?; ¿la pandemia no ha sido, por un lado, un acelerador de la descomposición capitalista, y, por otro, una manifestación vertebral de su antagonismo con la naturaleza y la vida humana?
La debacle económica y una crisis de Estado disolvente sobre las coaliciones y mini coaliciones políticas de la burguesía están a la vista de todos. Para el PO, una exposición meticulosa y ordenada de la situación es más imperiosa aún, tomando en cuenta la crisis interna que atraviesa el FIT-U, el cual se consume en pullas faccionales. El PO debería ofrecer el informe político de su Congreso para superar las rencillas de aparato y centrar el debate en caracterizaciones, pronósticos y programas. Es lo que siempre hemos hecho en el Partido Obrero – promover la discusión de nuestras ideas en el conjunto de la vanguardia obrera y la izquierda. El ocultamiento, en cambio, es consistente con el rumbo liquidador del aparato partidario. Viene de cometer un suicidio político en grado de tentativa con la llamada “conferencia latinoamericana”, donde se embarcó en una trifulca sin norte alguno con los otros grupos del FIT-U. En ese marco faccional, que la dirección del PO sustraiga el documento político de su congreso a la discusión de quienes suponen sus aliados, es un síntoma de retraimiento. Este repliegue también podría deberse, más sencillamente, a un sentimiento de vergüenza frente a la pobreza del documento que han parido. Pero el enchalecamiento de la discusión de la situación política y sus perspectivas, en un partido que viene de atravesar la crisis más grande de su historia, es una nueva acción defensiva de un aparato políticamente inseguro.
La Tendencia, por su parte, ha reivindicado el método político que ha caracterizado al Partido Obrero a lo largo de su historia, esto es, someter su política y su método al escrutinio público, al debate de la vanguardia y al conjunto de la izquierda. Resulta una obviedad que nuestra crítica al penoso informe oficial requiere de la publicidad del documento criticado. De otro modo, los lectores no hubieran podido confrontar argumentos contra argumentos. El ocultamiento del informe político oficial pretende convertirse en un bozal: si éste no es público, su crítica, por lo tanto, tampoco debería serlo. Ese parece haber sido el razonamiento de los autores de la maniobra. La cobardía política es un rasgo característico de todos los aparatos – sus componentes se amalgaman detrás de apetitos e intereses personales, no por la comunión de ideas.
El aparato del PO llamó a consagrar una “dirección homogénea” en el 26 Congreso – un zinovievismo rioplatense, sin derecho a representación de una minoría que reunió el 30% de los votos de un congreso manipulado y, por lo tanto, el derecho a diez miembros en el comité nacional. Los ´errores´ que el grupo dirigente adjudicó, en las legislaturas de Chaco y Ciudad, a su diputado y al equipo parlamentario, muestran cuánto vale esa ´homogeneidad´. Lo hemos señalado ya en el texto: este método asomó la nariz, en 2016, cuando reprochó a Jorge Altamira haber expuesto ante mil jóvenes de la UJS su análisis y conclusiones sobre la revolución cubana, como fenómeno histórico, sin haber pasado antes por el rasero de las oficinas del local central. Altamira ya lo había expuesto antes, cuando Fidel Castro habló en las escalinatas de Derecho, en una conferencia en la facultad de Sociales, pero los futuros censores ni se dieron cuenta de qué se trataba.
Es probable también que el aparato del PO se haya alterado por lo que se pretendía disimular como un “detalle”. Nos referimos a la ausencia del principal dirigente obrero del PO, Alejandro Crespo, al momento de la votación del documento. La dirección oficial no ofrece pista sobre las alternativas de la discusión de su informe y se limita a informar su “aprobación por unanimidad”. Pero resulta que la “dirección homogénea” no se preocupó por recabar la opinión del secretario general del único sindicato industrial de alcance nacional que dirige la izquierda. A la luz de la deriva del Plenario del Sindicalismo Combativo, este “detalle” parece confirmar algo que ya es vox populi en la izquierda – el parasitismo del aparato del PO con respecto al SUTNA.
Reiteramos el llamado a toda la militancia del Partido Obrero, a su periferia, a los activistas y a la izquierda, a involucrarse en el debate. La Tendencia ejerce su derecho a participar de la discusión política del Partido Obrero, como garantizan los estatutos del PO, pisoteados por la camarilla.