La ´unidad´ del peronismo, pantalla de una crisis política colosal

Escribe Joaquín Antúnez

La crisis social de la provincia de Buenos Aires no tiene precedentes.

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Durante el último fin de semana, en la localidad de Merlo, se desarrolló el Congreso del Partido Justicialista (PJ) de la provincia de Buenos Aires. Reunió a todas las tribus del peronismo provincial, empezando por sus tres principales vertientes: el “Movimiento Derecho al Futuro” (MDF) de Axel Kicillof, La Cámpora y el Frente Renovador de Sergio Massa.

En rigor, el Congreso lo único que votó fue autorizar a una comisión paritaria de camporistas y kicillofistas para la conformación de alianzas de cara a las elecciones de septiembre próximo. No se descarta que la “unidad” decante en la inscripción de dos alianzas, finalmente, el próximo 9 de julio, o en una diáspora a la hora de anotar las candidaturas. Sergio Massa, que no buscó representación en la mesa, negocia a ambos bandos ante el cierre de alianzas. Sería el candidato de ´unidad´ para encabezar la lista de diputados nacionales en octubre próximo. El espacio que responde a Cristina Fernández de Kirchner, por el contrario, quiere cerrar un único acuerdo que contemple ambas contiendas.

Kicillof pretende un armado político alternativo al cristinismo. Ha convocado a “tocar una nueva partitura”, concitando el apoyo de la mayoría de intendentes y de la burocracia sindical.

La “nueva partitura” no se distingue de la melodía liberticida sino en sus arreglos orquestales. Los ataques contra los trabajadores en la propia provincia de Buenos Aires emulan los realizados por el gobierno de Milei. En la lista se anotan los descuentos compulsivos contra la docencia que va a la huelga contra la miseria salarial, la política de neutralización de la lucha del SUTNA, a través del ministerio de Trabajo que conduce Walter Correa, combinado con la presencia represiva de la policía bonaerense en las plantas del neumático contra los piquetes obreros. Incluso gobierna sin presupuesto, como Milei, dado que no fue aprobado por la Legislatura y todas las partidas presupuestarias son manejadas discrecionalmente, con la complicidad de sus ´aliados´ camporistas y massistas.

A los intendentes, Kicillofl les ha prometido el retorno de la reelección indefinida. A nivel nacional, el gobernador bonaerense ha tejido un acercamiento a los gobernadores peronistas que han colaborado intensamente con Milei, como Osvaldo Jaldo (Tucumán), Gustavo Sáenz (Salta) y Oscar Jalil (Catamarca). Pero también ha tendido lazos hacia el radical Maximiliano Pullaro (Santa Fe), a quien envió patrulleros y policías durante la crisis desatada por el control narco de Rosario -en ese momento, Kicillof suscribió un documento, junto a otros gobernadores, saludando el “esfuerzo del gobierno nacional” en la supuesta lucha contra el crimen organizado-; y el chubutense Ignacio Torres, también electo por Juntos por el Cambio.

Al término del congreso partidario del pejota, Kicillof emitió un comunicado convocando a “ponerle un freno a la motosierra”. Su propuesta de que el frente panperonista actúe como un “escudo” apunta a disimular una intensa derechización y subordinación a la agenda del gobierno nacional. El peronismo ha colaborado con Milei en aspectos como la Ley Bases y la perpetuación del decreto 70/23, o en el blindaje a sus vetos contra los jubilados y las universidades. La mayoría de sus gobernadores suscribieron el “pacto de mayo”, que enumera una agenda de ataques contra los trabajadores, empezando por la “reforma previsional”, que viene a liquidar el derecho a la jubilación. La burocracia sindical que apoya a Kicillof es coautora de la reforma laboral mileísta, mientras deja pasar miles de despidos.

La situación de los trabajadores bonaerenses es desesperante. En las barriadas el hambre hace estragos. La descomposición social ha escalado a un nuevo nivel. El cierre de fábricas se conjuga con una ´reestructuración´ reaccionaria del "mundo del trabajo" (liquidación de convenios, cambios de regímenes laborales a la baja, reducciones de salarios). La situación de la docencia no podría ser peor, pero Baradel actúa como un ´escudo´, no de las maestras y maestros, sino del gobernador, frente a los reclamos salariales. La “reforma educativa” que aplica Kicillof no tiene nada que envidiarle a los planes ´pedagógicos´ de los libertarios, cuyo propósito es degradar los contenidos a su mínima expresión. Ante la bancarrota del transporte y otros servicios esenciales y la cancelación completa de la obra pública, Kicillof ha privilegiado el pago de la deuda pública.

En su comunicado, Kicillof califica al gobierno del Frente de Todos como una “experiencia fallida”, pero posterga el balance a la “urgencia” electoral. No es muy diferente a lo que piensan sus adversarios internos de La Cámpora. En definitiva, las melodías que cada uno entona no suenan tan disonantes. Hay una coincidencia fundamental en dejar el trabajo sucio en manos del experimento libertariano. Cristina Fernández, desde su prisión domiciliaria, lo sintetizó de este modo: “cuando esto se caiga, nos vendrán a buscar a nosotros”. Ambos sectores postulan al peronismo como un relevo político que deje en pie toda la agresión contra la condiciones de vida de las masas que hoy encabeza Milei. La consigna del Congreso de ´unidad´ -“Argentina con Cristina”- oculta debajo de la alfombra un derrumbe social fenomenal.

Es este abismo político fenomenal entre los trabajadores y el peronismo lo que explica una crisis partidaria y de régimen que raja las paredes. Es lo que hoy se trasluce en el fuerte abstencionismo que se viene registrando en todos los turnos electorales provinciales hasta ahora.

Política Obrera, que intervendrá en estas elecciones provinciales, en sus secciones electorales y municipios, se propone convocar a los trabajadores a una lucha por superar a los gobiernos del fracaso y asegurar la victoria de las reivindicaciones de las masas. por medio de una movilización política de masas.

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