Sobre la nota "Coronavirus en Argentina"

Escribe Manuel (de Caseros)

Tiempo de lectura: 4 minutos

El Boletín Epidemiológico 510 (en https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/biv_510_se_34.pdf ) correspondiente a la semana 34 informa que se analizaron por PCR 744985 muestras hasta el 30/8, el boletín 509 (semana 33) informa de 638.609 pruebas, y el boletín 508 (semana 32) informa de 550.777. Restando, se llega a la conclusión de que durante la semana 34 se hicieron 106376 pruebas, y en la semana anterior 87832 pruebas. En una semana el ministerio incrementó la cantidad de pruebas un 21% El ministerio no informa cuantas pruebas hicieron falta para llegar a los 14001 positivos el 1/10 (y copiado en el artículo de Ana Belinco) Indudablemente, si se hubieran hecho la mitad de pruebas, se habría encontrado la mitad de positivos. Igualmente, con el doble de pruebas se hubiera encontrado el doble de positivos. Ana Belinco no advierte a sus lectores sobre lo engañoso de las cifras proporcionadas por el ministerio de salud.

¿De dónde sale la cifra de 765.002 infectados que informa el Ministerio? De la suma de todos los resultados positivos realizados a la fecha. Pero ese número no significa nada, pues los detectados antes de agosto, por ejemplo, ya no están infectados (el virus permanece en un individuo un par de semanas). No entiendo porque se difunde este inútil número sin la crítica al ministerio pertinente.

También Ana transcribe la cantidad de fallecidos informada por el ministerio: 20288, lo que significa un promedio mensual (en los 5 meses de pandemia, que incluyen el otoño y el invierno), de 4.057.

De acuerdo con http://www.deis.msal.gov.ar/index.php/estadisticas-vitales/ el promedio en los 12 meses de 2018 de fallecidos por enfermedades respiratorias fue de 5139 por mes.

De las cifras informadas por el Ministerio de Salud de la Nación, algunas parecen un sinsentido y otras son auspiciosas. Respecto del cuadro de situación, hay que marcar que siendo los fallecimientos durante 2018 336823, el promedio diario sería de 923, o sea, que los 29 fallecidos por el nuevo coronavirus, informados en el artículo, de haber existido en 2018, representaría el 3% del total de fallecimientos diarios o el 17% de los fallecidos con problemas respiratorios. Es de hacer notar que hasta la semana 32 de 2020 se notificó, de las muestras estudiadas para virus respiratorios (sin contar los estudios de casos sospechosos de covid-19) una positividad del 6,37%, mientras que durante el mismo período la positividad para el sars-cov-2 fue del 34%. La conclusión es que este año, entre los virus respiratorios, el sars-cov-2 es muy ampliamente dominante. O sea, que es muy probable que la cantidad total de fallecimientos por afecciones respiratorias este año (el de la terrible pandemia) sea menor que años anteriores.

Lo que me llama la atención poderosamente de las cifras presentadas por Ana en su artículo es la similitud con los medios de comunicación de la manera de presentar las cifras: sin posibilidad de hacer comparaciones, y, por lo tanto, sin permitir una visión contextualizada de la pandemia.

Por ejemplo: el gobierno diariamente hace pública la cifra de "nuevos contagios" y no divulga la cantidad de testeos realizados. No se puede saber nunca el porcentaje de positividad, que sí se establecen en los Boletines Epidemiológicos (ignorados por los medios). La sensación que se crea con esta mutilación de datos para ocultar el contexto es deliberadamente terrorífica. Se le escamotea al público el contexto.

Ana Belinco presenta un "cuadro de situación" sin permitir ver la "película", o sea, los cuadros anteriores. Es lo que permitiría evaluar si lo vivido este año por el nuevo coronavirus es tan grave como lo muestra la propaganda oficial y la de los medios de comunicación del mundo.

El título "Las cifras, un dibujo al servicio de la apertura" no tiene nada que ver con las presentadas por el gobierno. Éstas son cifras para aterrorizar. El gobierno no hizo nunca lo necesario para obtener una visión ajustada de la evolución de esta epidemia y establecer una base racional para escoger una estrategia eficaz contra el sars-cov-2. Y no sería muy costoso, pues no sería necesariamente un plan de testeos masivos. Pero pedirle esa conducta a un gobierno cuyo ministro de relaciones exteriores es Felpe Solá, el "autorizador" del uso del glifosato en Argentina es una ingenuidad. Le importa bien poco la salud de la población; sus prioridades están en otro lado.

La conclusión errada de que estas cifras están al servicio de la "apertura" oculta la otra mitad: la de las acciones de quienes sostienen la cuarentena.

Página12 y C5N, medios oficialistas, son abiertamente procuarentena, mientras que otras publicaciones dan lugar a los voceros de derecha anticuarentena. Esta pelea política tiene alcance internacional.

Concluir a partir de estas cifras que "El virus avanza en una Argentina" es una aventura, y señalar que hay "regiones que no cuentan con las mínimas condiciones de infraestructura sanitaria" es quedarse corto: no solo son insuficientes, sino que son objeto de un ataque en regla por parte del gobierno y los capitalistas, en Argentina y en el mundo. Y no solo las instituciones de salud pública.

El sars-cov-2 es el pretexto específico de ataque a las condiciones laborales del personal de la salud.

Los clientes de prepagas, se encuentran con que solo se suministran servicios de emergencia, pero se les exige el pago por todo el servicio contratado. ¡Una avivada de los dueños!

Los atados a las obras sociales están en la misma condición que los clientes de prepagas: se les descuenta la misma cuota social, pero con servicio disminuido.

Y para los usuarios de instituciones estatales, que cada día son más, a raíz de la desocupación creciente impulsada por los despidos, la calidad de los servicios, también recortados, se deteriora cada día.

La cuarentena implementada ha bajado deliberada y drásticamente la pobre calidad de la salud del conjunto de la población.

Creo que se debe entender que el objetivo de esta cuarentena es el que estamos viendo: la reducción del salario a toda la clase obrera del planeta, el sostenimiento de esta degradación salarial mediante la desocupación masiva, y la conversión de parte de esa masa hambrienta en reclutas de fuerzas represivas para acallar las inevitables rebeliones que surgirán. Nunca vi un ataque simultáneo a toda la clase obrera, y creo que es la primera vez en la historia que se intenta.

No dudo en el fracaso de este ataque, pero la comprensión del objetivo universal de esta cuarentena que vivimos permitirá darnos una política a la altura de las circunstancias.

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