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El derribo del avión de línea de Ucrania que había acabado de despegar del aeropuerto de Teherán ha irrumpido como un factor accidental en la crisis desatada por el magnicidio ejecutado por Trump. Aun así, ha servido para desnudar la amplitud de esa crisis, de un lado en su alcance geo-político, del otro al poner en movimiento, de nuevo, el movimiento de masas, desde Irán al Líbano. Aunque la Guardia Revolucionaria iraní asumió el hecho como un error involuntario o comunicacional, y lo mismo hizo el gobierno iraní por no haber cerrado el aeropuerto, es claro que la responsabilidad entera por esa matanza cabe a Donald Trump, autor del acto de guerra que asesinó al general Soleimani.
El desastre aéreo, que cobró la vida de 176 pasajeros y nueve tripulantes, entre ellos 82 ciudadanos iraníes, desató una ola de protestas contra el gobierno, en Teherán y numerosas ciudades. Reavivó un movimiento que el crimen de guerra de Trump había alejado de la primera plana. En Irán se desarrolla una rebelión popular desde hace más de un año, debido a los tarifazos, la inflación, los vaciamientos bancarios y los despidos, que se manifestó con fuerza en noviembre pasado. Se trata de un movimiento de definido carácter político, que hace responsable al gobierno por la miseria social, desde antes de las sanciones económicas impuestas por Trump contra Irán. Los manifestantes exigen el retiro de Irán de todos los países en donde interviene en forma directa o interpuesta, porque le atribuye la responsabilidad por un gasto de recursos enorme, que paga la población empobrecida. Trump ha tuiteado en numerosas ocasiones su apoyo a estas protestas, y el embajador británico fue más allá incluso, pues se hizo ver en las manifestaciones protagonizadas por universitarios. Ha sido frecuente, en la historia, el error de muchas potencias y gobiernos, de creer que, necesariamente, el enemigo de mi enemigo es mi amigo. Trump anunció, mientras tanto, que proseguirá su guerra contra Irán mediante el reforzamiento de las sanciones económicas
La tragedia del Boeing de Ucrania ha tenido su efecto en Irak, el verdadero terreno político de esta guerra. A la votación del parlamento iraquí, para que EEUU se retire por completo de Irak, se han sumado las voces de un movimiento popular creciente, que reclama el desarme de las milicias que apoya Irán. “Queremos un país”, es la palabra de orden de las multitudes que marchan, sobre todo en el sur de Irak, en alusión a la exigencia de que EEUU e Irán se retiren de Irak y al reclamo de desmantelar el régimen político de pactos sectarios que apoyan y sostienen el uno y el otro. Trump ha advertido al primer ministro interino de Irak contra cualquier tentativa de poner en ejecución la resolución del parlamento, e incluso invitó a la OTAN a incorporarse a las bases militares norteamericanas. Un miembro del parlamento reclamó en su Facebook que Irán debe “retirarse” (sic) de Irak, para que luego pueda hacerlo Trump. De todos modos, el retroceso que produjo el crimen de guerra de Trump en las movilizaciones de masas quedó neutralizado por la indignación política que ha provocado el derribo del avión de bandera ucraniano.
Para los analistas que caracterizan el acto de guerra de Trump contra Irán como “un error estratégico” – o carente de una perspectiva estratégica –, la presencia de EEUU en Irak ha quedado definitivamente comprometida, habilitando un dominio iraní hasta las aguas del Mediterráneo. No es claro lo que piensa Netanyahu ni el alto mando sionista, que han apoyado sin restricción el asesinato de Soleimani, y expresado incluso que Trump los relevó de una tarea que ellos tenían decidida.
Ahora bien, la defensa de Irán contra el imperialismo yanqui, no debe ser sinónimo de un apoyo a la creación de un área de dominación de la alianza Irán-Rusia, o incluso China, un tándem de potencias anti-obreras y contrarrevolucionarias. Describir a esto como ‘antiimperialismo’ es un paso que algunos izquierdistas no vacilan en franquear. Es necesario, por el contrario, dotar a la lucha popular en Medio Oriente de una perspectiva propia para los explotados: la independencia nacional, el derrocamiento de los regímenes hambreadores, fin del estado sionista y la Unidad Socialista de todo el Medio Oriente, para los trabajadores shiitas, sunnitas, alawitas, cristianos, ortodoxos coptos.drusos y judíos.