Las Tunas, radiografía de la catástrofe y desidia capitalista

Escribe Agustín Morales

Tiempo de lectura: 3 minutos

El inicio del año 2021 nos conmovió con las imágenes de la empresa Cabelma incendiándose. Desde la Ciudad de Buenos Aires se podían ver las columnas de humo de un incendio que arrasó a una empresa de 10.000 m2 enclavada en el corazón del barrio Las Tunas, en Tigre.

Las Tunas es un muy populoso barrio obrero, estructurado a partir de los loteos de las décadas del ´50 y del ´60 del siglo pasado. La cercanía de las grandes fábricas (Ford, Terrabusi, Frigorífico Rioplatense, papeleras, etc.) hizo que multitud de obreros compraran su “lotecito” en el barrio. En pocos años la zona se vio verdaderamente desbordada por la nueva población. Gran parte del barrio se fue transformando de a poco hasta configurar a todo un sector en un gigantesco asentamiento.

Si el tremendo incendio Cabelma no se llevó vidas humanas, fue gracias a la propia gestión de los vecinos que se autoevacuaron e impidieron el avance de las llamas sobre las casas más cercanas al siniestro. ¿Cómo puede ser que una empresa que ocupa una manzana, con materiales altamente inflamables (Cabelma se dedica a la fabricación de cajones y cajas plásticas para bebidas) con tanques de solvente, plástico virgen y elaborado, se encuentre ubicada en medio de una zona superpoblada? Por la desidia del capitalismo y su Estado, la misma desidia que mantiene funcionando a una empresa de desechos patógenos (Pelco) en medio de otro barrio de la zona.

En realidad, la desidia tiene un origen propio en los intereses capitalistas que el Estado municipal preserva. Hace unos años, una movilización vecinal contra la contaminación ambiental logró arrancarle una reunión a Leticia Villalba, en ese momento Subsecretaria de Gestión Ambiental del Municipio de Tigre. La respuesta de la funcionaria ante el requerimiento de los vecinos fue “…en Tigre existen empresas políticamente intocables”.

Contaminación

La particular geografía de Las Tunas se encuentra surcada por el arroyo del mismo nombre. Este arroyo, que nace en el corazón de la provincia de Buenos Aires, fue un centro de recreación hasta principios la década del ´80 para los vecinos de la zona. El otrora “centro de recreación” vecinal se convirtió, gracias a las empresas que volcaron sistemáticamente sus desechos sin ningún tratamiento y al aluvión de habitantes sin la correspondiente adecuación de los servicios, en una cloaca a cielo abierto que esparce su contaminación en toda la zona. Las enfermedades de la piel y gástricas han hecho mella en las nuevas generaciones de habitantes de Las Tunas hasta tal punto que la primera pregunta para un diagnóstico en el hospital de Pacheco es “¿A cuántas cuadras del arroyo vive?”. En la zona, las papeleras (Santa Elena, en primer lugar) la achurería, el frigorífico Rioplatense, Ice Cream, han sido denunciados recurrentemente por contaminación ambiental.

El arroyo, luego de cruzar todo el barrio se adentraba en los humedales de General Pacheco. En la década de los ´90 -Menem y María Julia Alsogaray mediante- esos humedales fueron privatizados (eran terrenos de Radio Nacional) y en ese inmenso predio se construyó el mega emprendimiento inmobiliario conocido hoy como Nordelta. Esta nueva localidad de Tigre no sólo destruyó los humedales, los cuales absorbían el excedente de agua que provenía de las lluvias y del arroyo Las Tunas, si no que aumentó en casi 30.000 personas la cantidad de habitantes del distrito, sin la correlación de nuevos servicios correspondientes. Resultado: el barrio Las Tunas, que no tenía problemas de inundación, a partir de Nordelta se inunda.

La gestión municipal, desde la dictadura militar hasta acá, ha reconocido una continuidad. Desde Ricardo Ubieto (intendente en la dictadura y en la democracia) hasta Julio Zamora, pasando por Sergio Massa, la política municipal ha sido -variando en las formas- de fomento sobre los negocios inmobiliarios. Ubieto enfrentó hacia los finales de su mandato la reivindicación popular de cloacas (el 98% de los tigrenses no poseían el servicio) y agua potable. Massa asumió en 2007 con la bandera de “Cloacas y agua potable para todos” Hoy, 13 años después, las obras de cloacas y agua potable han avanzado a cuentagotas. Julio Zamora inauguró, en 2011, en Las Tunas una red de agua potable que se transformó en un fraude. Sólo era agua por red, sin planta potabilizadora.

El incendio de Cabelma reconoce estos antecedentes. Empresas que pudren con sus desechos los cursos de agua del distrito, privatización de humedales y enormes extensiones de terrenos que trastornan el ecosistema, prácticamente nula realización de obras de servicios, empresas radicadas en medio de barriadas obreras que no son trasladadas porque son “políticamente intocables”.

Inundaciones, contaminación ambiental, incendios. La gestión capitalista de la sociedad es la culpable de estos desastres. Sólo los trabajadores en el poder podrán, con una actividad económica centralmente planificada y enfocada hacia el beneficio común de la sociedad no hacia los intereses capitalistas, dar una solución verdadera a estos problemas.

Que a los trabajadores de Cabelma no se les descuente un solo día de trabajo.

Que la empresa se haga cargo de los problemas ocasionados por el incendio en el barrio.

LEER MÁS

El “toque de queda sanitario” de los Fernández Escribe Marcelo Ramal

Suscribite al canal de WhatsApp de Política Obrera