Una defensa vergonzante de la presencialidad

Escribe Fede Fernández

Otro “quórum” del aparato del PO.

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En diversas declaraciones a los medios y artículos en Prensa Obrera, la dirección del PO “oficial” se ha sumado, con sus argumentos, a la presión de todo un sector de la burguesía, en este caso mundial, a favor de un regreso presencial en los distintos niveles escolares. Esta presión, como hemos ya señalado en Política Obrera, no tiene nada que ver con un debate educativo. Es la señal más clara del fracaso capitalista para enfrentar la pandemia del coronavirus y un anuncio a viva voz de que el retorno completo a la circulación económica (acumulación de capital) no tiene consideración alguna sobre la salud y la vida de las poblaciones, cuyos contagios y muertes pasarían a integrar la hoja de balance del capitalismo, a igual título que las guerras de dominación.

El reclamo “presencial” se da en un cuadro de ascenso de los contagios y, de una completa incertidumbre en relación al tiempo que llevará la campaña de vacunación, a los alcances de las vacunas y la duración de sus efectos. Los retrocesos de los gobiernos frente al fracaso de las aperturas, como se ha manifestado en Gran Bretaña, Alemania y Australia y, en especial, la respuesta internacional generalizada de los docentes contra la presencialidad, marcan un cuadro de lucha claramente conciente de lo que está en juego. Así lo prueban las huelgas de 20 mil docentes en Chicago, EEUU, y de los maestros de San Pablo y Rio de Janeiro, en Brasil, entre muchos otros.

En Argentina los anuncios de inicio de clase para el 17 de febrero y el 1 de marzo por parte de los gobiernos de la Ciudad y de la Provincia de Buenos Aires, respectivamente, son una “apretada” del poder político contra los docentes y todos los trabajadores. Estos regresos, según los gobiernos, son “incondicionales”, es decir que no están sujetos a un descenso contundente de infecciones, ni a la vacunación previa del personal educativo. O sea que toda la perorata de “protocolos”, “burbujas” y “distanciamiento” es una verborragia que esconde la incapacidad que el estado ha demostrado para luchar contra el virus.

“Socialización”

En el texto largo, sinuoso y tardío que Prensa Obrera dedicó al tema (Juan Winograd), no encontramos ninguna convocatoria a organizar la huelga contra la prepotencia de Larreta, Kicillof y los gobernadores, detrás de los cuales están Macri y Patricia Bullrich, de un lado, y los Fernández, del otro. No da respuesa a lo único que importa en este momento: ¿hay que volver a la presencialidad? En lugar de esto, el autor se dedica a reivindicar la educación y la “socialización”, o sea, abrir las aulas y amontonar a la población en un sistema de transporte vetusto y en lugares de trabajo que nunca respetaron las cláusulas de salubridad e higiene.

Con un ojo puesto en el electorado conservador, Winograd pretende mostrar a su aparato político como un fánatico del orden educativo y social vigente - esto en medio de una organización social que no ofrece ninguna protección real frente a la pandemia y que computa a esta pandemia en el tablero de las decisiones especulativas que se toman en las bolsas de todo el mundo. La reivindicación de "la escuela", la “pedagogía” y la “socialización”, sin denunciar las trampas en que se han convertido como consecuencia de una pandemia y de una política que ha potenciado esa pandemia, es un fraude criminal. Es precisamente lo que hacen kirchneristas y macristas, que se han unido en reivindicar lo que nunca reivindicaron, la educación, cuando la presencialidad es una amenaza para los educadores, los educandos y sus familias. El aparato vuelve a su posición original frente a la pandemia, cuando repudió, con todo el FIT-U, el “aislamiento social” y la limitación del trabajo a las “actividades esenciales”.

En efecto, así como en marzo pasado denunciaba el aislamiento social por la contradicción que representaba con el hacinamiento de millones de trabajadores, ahora se acuerda de "las familias trabajadoras" para justificar el retorno de sus hijos a la escuela. Los ricos estarían satisfechos con la enseñanza virtual, en los amplios recintos de sus viviendas y la compañía de niñeras. Pero es precisamente en las barriadas donde el peligro de contagio es mayor, no en las escuelas donde estudiaron los Macri o la Acuña. Son, además, los docentes y los auxiliares los que representan el interés de toda la clase obrera, por el lugar que ocupan en el proceso educativo. El aparato ha hecho suyo el argumento de las patronales cuando hay una huelga del transporte: “los perjudicados son quienes tienen que ir a trabajar”.

¿Quién decide?

Según varios artículos de Prensa Obrera "la responsabilidad de abrir las escuelas es del gobierno nacional" (ver ediciones del 18/01 y 28/01). De un plumazo se cancela ¡desde la izquierda! el derecho a veto que tienen los docentes sobre las condiciones de trabajo, al igual que toda la clase obrera. Es el abc del sindicalismo, la razón última de todas las huelgas. Estos desatinos muestran las modificaciones de clase que se han producido en el aparato usurpador, de otro modo no se rifarían tan livianamente los principios de clase. Si alguien de la vieja guardia del aparato tiene guardado algún principio de clase, habrá una crisis a plazo. La lucha en torno a la presencialidad ha adquirido un voltaje político de magnitud en Estados Unidos, principalmente, aunque también en Brasil, porque ha expuesto varias fisuras: de Biden con la izquierda del partido demócrata, y entre esta izquierda y la burocracia de los sindicatos, por un lado contra los activistas docentes y la masa de enseñantes, por el otro.

El aparato vuelve a ser ensombrecido por el dilema de siempre: ¿damos quórum o no? ¿votamos con los gobiernos, incluso en apoyo al sionismo, o no lo hacemos? El artículo de marras es un anuncio de que la fracción docente oficial ya ha tirado la toalla frente a Baradel: “no planteemos el boicot, pues al fin y al cabo somos defensores de la educación, o no?” La Multicolor, es nuestra posición, debería pronunciarse por el boicot al “presencialismo”, obviamente, hasta que no estén reunidas, como no lo están, las condiciones adecuadas. Esas condiciones no están en la actualidad, ni podrían estar en la fase actual de la pandemia; otra cosa será cuando se haya vacunado más de la mitad de la población, y los contagios hayan caído a un mínimo. Cualquiera sea la decisión del aparato de los sindicatos, planteamos seguir sosteniendo esta posición, por medio de la agitación, en función de todo el desarrollo ulterior de la crisis. En EEUU, los sindicatos recurren, en casos decisivos como estos, al referendo.

¿Por qué no llamar a los maestros y maestras, los profesores y profesoras, y los auxiliares a que voten?

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