Elecciones en Francia y guerra doméstica en el Nuevo (sic) Partido Anticapitalista

Escribe Emiliano Monge

Tiempo de lectura: 8 minutos

En Francia hay elecciones regionales este año. El primer turno es el 20 de junio y el segundo turno el 27. Se eligen 1.758 consejeros regionales y presidentes de cada región grande.

Los sondeos dan a Los Republicanos (gaullistas) el 23%; Rassemblement National (Le Pen) en segundo lugar con el 21% ; LREM (Macron) con el 16%; los verdes EELV con el 13%; el PS quinto con 12% ; La France Insoumise (Mélenchon) con 7% ; y Lutte Ouvirère con el 2% (linternaute, 8/6).

Elecciones, acuerdos y planteos

Los socialistas, comunistas y verdes plantearon ir de manera conjunta, ensayando una candidatura común que pueda disputar las próximas presidenciales de 2022. Sin embargo, con la excepción de la región, Hauts-de-France, solo han logrado acuerdos sectoriales. El PCF y PS, por ejemplo, arribaron a acuerdos en 9 regiones. LFI con el PC en 4 regiones, y con los Verdes en 3.

Le Pen impulsa una campaña xenofóbica de cara a su candidatura presidencial en 2022. Plantea un “giro hacia la ‘seguridad’”. Macron denuncia "vínculos" entre la inmigración y el terrorismo. Ha impulsado una ley de seguridad global y muchas medidas represivas (France3, 9/6).

En la la llamada “extrema izquierda” hay diversos escenarios.

En Aquitania y Occitania, el Nuevo Partido Anticapitalista estableció acuerdos con LFI, que representa a la izquierda nacionalista. El programa de este frente está acorde a esa caracterización – una defensa del pequeño capital frente a la concentración económica que han acentudado las crisis financieras y la pandemia. El NPA es un fuerte defensor de la “presencialidad segura” – el conocido programa de los grandes intereses frente al Covid.

Crisis en el NPA

Dentro del NPA existen varias “corrientes”, que no se conjugan en una acción política común. No se trata de Tendencias provisorias en un partido centralizado, sino de un movimientismo compartido por diferentes aparatos de mayor o menor tamaño. No ha sido una experiencia exitosa, pues en más de una década ha perdido al 90% de los afiliados. No ha recogido en sus filas las luchas de los ‘chalecos amarillos’ ni de la huelga ferroviaria contra la privatización. No es un canal de las masas sino un cabildeo de grupos. Esta distinción es fundamental, porque los movimientos que vehiculizan y avanzan con las luchas abren perspectivas desafiantes, en tanto que lo otro esta condenado a la descomposición. Los malabares del NPA con el nacionalista FI es, precisamente, un intento artificial de dar vida a un cuerpo inanimado. La ‘reconversión’ de la LCR en el NPA ha significado en su momento un enorme retroceso político, incluso si la pendiente democratizante de la LCR ya era pronunciada y de vieja data. La conversión de un partido que se decía trotskista a otro que se proclama guevarista es claramente reaccionaria. El PTS, por caso, lo ha caracterizado como ‘positivo’ repetidamente a lo largo de más de una década. Los resultados hablan solos.

La fracción mayortiaria del NPA proviene, precisamente, de la Liga Comunista Revolucionaria (LCR). Luego de repudiar la dictadura del proletariado, primero, y autodisolverse después, ha encabezado una tentativa de ‘partido amplio’ que achicó el caudal electoral precedente -un 5% del padrón nacional, en 2002- también en un 90 por ciento. Atribuye este desmoronamiento al “bloqueo” del NPA por parte de las minorías (7/10/20, “Vite, un nouvel élan pour le NPA”). Entre las minorías está la Fraction L’Étincelle (apenas un puñado de miembros), la CCR (Corriente Comunista Revolucionaria, ligada al PTS), A&R (Anticapitalismo y Revolución), DR (Democracia Revolucionaria) y ARC (Alternativa Revolucionaria Comunista) y organizaciones como Socialismo o Barbarie (Nmas).

El NPA comenzó como un proyecto de construir un “partido amplio” que recogiera una cantidad de “sensibilidades” izquierdistas. La moda diletante y movimientista es naturalmente fugaz y transitoria – no es un producto positivo de la lucha de clases. En el inicio contaba con más de 10.000 militantes y 12 años después, esa cantidad se redujo al 10%. Sucesivas crisis internas fueron el pretexto para diásporas sucesivas. Esto, de nuevo, cuando Francia desde 2018 ha visto un proceso cambiante de luchas políticas y sociales.

El papel del NPA en esas luchas no fue el de una organización revolucionaria. Luego de la enorme huelga contra la reforma previsional del 5 de diciembre de 2019, el NPA y LO se unen, “contra la pensión de Macron, otra reforma es posible”, a la burocracia sindical CGT, SUD, FSU, FO, junto a PCF, LFI, Verdes y el PS. El objetivo de esta amalgama no fue otro que el de contener la tendencia a una huelga general. Es lo que vemos hoy en Colombia con el Comité del Paro.

El NPA pretendió servirse de estas luchas como plataforma para una camapña electoral. En marzo de 2020, "Bordeaux en lutte (NPA-LFI)" saca el 11,77% y su candidato a presidente, en la elección de 2018, Poutou, entra al Consejo Municipal. Suma a verdes e independientes (https://politicaobrera.com/internacionales/2428-la-implosion-del-npa-arrastra-a-sus-corrientes/). LFI promueve un discurso chovinista y anti-inmigrante. La conclusión de Poutou, un candidato obrero, abusivamente propagandizado por Izquierda Diario (PTS), fue: “mostramos cómo trabajar todos juntos y salir del sectarismo, aliándonos con la La Francia Insumisa, trabajando con militantes de diversas formaciones políticas” (La Tribune, 21/9/20). La vulgaridad del planteo es patente.

Puotou impulsó en marzo alianzas con LFI en Occitania y Aquitania (suroeste de Francia). En Occitania el nombre de la lista es “Occitanie populaire” (LFI, NPA, Ensemble!, GDS) en Aquitania la lista se llama “On est la!”, “acá estamos”, retomando un canto de los chalecos amarillos. En el primer caso el policlasismo es patente, y en ambos casos los planteos carecen de contenido.

El acuerdo NPA-LFI, refrendado por la dirección mayoritaria del NPA, la cual no descartó, incluso, la unidad con los Verdes y el PS en una segunda vuelta "para bloquear a la extrema derecha" (Le Pen) o sea la posibilidad de llamar a votar a Macron https://lanticapitaliste.org/opinions/vie-interne/defendre-lexpression-independante-des-revolutionnaires-aux-elections-aussi, como lo había hecho la LCR en 2002, cuando llamó a votar a Chirac. El acuerdo con Mélenchon sienta las bases de una lista común para las presidenciales del año próximo. Poutou, en un video junto a Eric Toussaint del año pasado, reclama la “disolución de las fronteras del partido”. Estos planteos no tienen retorno.

Las reacciones no tardaron en llegar. La fracción L’Etincelle del NPA dijo “los llamados partidos de izquierda (sic) (menciona en tercera persona a su propio partido) se alinean con los temas reaccionarios y nacionalistas de sus rivales de derecha advirtiéndonos contra los migrantes y los extranjeros, haciéndonos creer que económicamente estaríamos protegido por fronteras (…) votemos Lutte Ouvrière, por las únicas listas de candidatos para estas Regionales” https://www.convergencesrevolutionnaires.org/Au-premier-tour-des-elections-regionales-votons-Lutte-ouvriere?navthem=1, 7/6. Junto a A&R y Democracia Revolucionaria (que proviene de Lutte Ouvriere) firmaron una declaración el 28 de abril pidiendo votar por LO en caso de no haber candidatos independientes del NPA.

Impostura del PTS

La fracción interna del NPA dirigida por el PTS (CCR – RP), reconoce que el año pasado apoyó el acuerdo con Melenchon. Como el voto al sionismo en la Legislatura de la Ciudad de Buenos Aires, se tomó unos meses para admitir el “error”. Pero lo sigue reivindicando, porque dice que la lista común entre NPA-LFI de este año no es la continuidad ni se identifica con la alianza que ellos apoyaron; la actual sería peor que la anterior https://www.revolutionpermanente.fr/Ou-va-la-fraction-l-Etincelle-Ne-renoncons-pas-a-lutter-pour-un-parti-revolutionnaire.

Para justificar sus oscilaciones, el PTS-CCR presentó un documento para ser discutido en la próxima Conferencia Nacional del 26 y 27 de junio https://nouveaupartianticapitaliste.org/agir/vie-interne/textes-de-la-conference-nationale-presidentielle-2021. Con relación a las rebeliones populares en varios países en los últimos años, dice que “Estas luchas no pueden derrocar al capitalismo, ni a su ‘modelo neoliberal’, pero pueden arrancar algunas concesiones” (ídem). La deformación, en este punto de las posiciones históricas de la IV Internacional, es impresionante. Allí donde Trotsky advertía, a la vez, contra el ultimatismo de emplazar a las rebeliones populares o huelga política de masas a tomar el poder o ser derrotadas; y también advertía contra la posibilidad y la consistencia de las concesiones que pudiera hacer la burguesía para contener la revolución (por medio de frentes populares o partido obrero-burgueses, como el laborismo), el PTS dice sí, bajo este capitalismo decadente, en bancarrota y en crisis humanitaria, las concesiones y las reformas son viables. El programa de transición lleva ese nomibre para abordar la contradicción entre una lucha de masas que todavía debe recorrer etaaps y la incapacidad de reformas de la burguesía, por medio de consignas que hagan el puente entre las luchas y el poder polítco. La cuestión del poder no puede esperar a que se reúnan para ello las condiciones de una insurrección victoriosa - ¡debe servir para preparalas!

El PTS se da cuenta ahora de que “el NPA ha perdido en visibilidad política en los últimos años, tanto porque no ha luchado por jugar un papel cualitativo (¿?) en las movilizaciones, como porque ha estado ausente o casi (al menos en sus propios colores) de prácticamente todos los últimos plazos electorales excepto”. El tema son las “ausencias electorales”. El NPA abundó en ellos, pero con una política de acuerdo que decía explícitamente que no era una lista NPA-LFI, sino una lista de representantes del movimiento social apoyados por estas dos organizaciones”, aunque a la cabeza de la misma iba una figura de LFI y en sexto lugar una candidata del PTS-CCR. La presentación embustera de los avatores en el NPA es la expresión de la mediocridad política de los protagonistas.

Ahora el PTS porpone a Anasse Kazib como candidato del NPA, que los otros sectores califican como “autoproclamatoria” y “rupturista”, ya que fue publicitada sin discusión preiva en ninguna instancia. Es un viejo método morenista para crear un pretexto de ruptura, aunque el PTS se apresura a aclarar que “no haremos la propuesta con el nombre de Anasse un obstáculo”. Una de dos: o ruptura autoproclamatoria, o seguir medrando en el mismo pantano.

El PTS-CCR llama a “transformar el partido”, una “refundación revolucionaria del partido”. Entienden como tal la captura de la dirección del NPA en un frente con las otras corrientes minoritarias. “Que quede claro: las corrientes de centro y de izquierda del partido juntas tendríamos la mayoría en el organismo de dirección nacional del partido” (LID, 30/5). En francés: “la maneuvre, toujours la maneuvre”. El PTS convierte en caricatura todo lo que toca – en este caso el entrismo en otra formación política. Para Lenin y para Trotsky no fue nunca un método para reconvertir viejos partidos sino para formar y reclutar en su seno a una vanguardia revolucionaria de la clase obrera, por medio de un programa de transiciión, y formar con ella un partido revolucionaria.

Las diferencias del PTS-CCR con la dirección del NPA no son programáticas ni estratégicas; el tema del candidato presidencial es esgrimido para armar una pelea y ganar a algún incauto. Dicen del candidato que proponen, un obrero ferroviario, que es “un obrero que quiere hacer la revolución”. Argumento imbatible. El partido que se adjudica una estrategia de guerra, de la de posición a la del movimiento (Clasusewitz), está librando una guerra doméstica.

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