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Axel Kicillof, la intendenta de Presidente Perón Blanca Cantero y parte de su gabinete, subieron a un escenario montado en los terrenos de lo que fue la toma de Guernica para anunciar un “plan de desarrollo urbano”. En realidad, se trata una migaja que deben ceder los especuladores inmobiliarios en virtud de la ley 14.448 de Hábitat, que dispone una suerte de ´asistencialismo habitacional´.
A un año de la toma de Guernica, Kicillof anunció para las cámaras el lanzamiento de un plan de viviendas en apenas una parcela de las 50 hectáreas que fueron ocupadas por más de 1.500 familias durante casi 3 meses de lucha por tierra y vivienda. Emprendimientos Bellaco, la ´desarrolladora´ que exigió el desalojo para la construcción de un nuevo barrio cerrado en el distrito, cumple de esta manera con su aporte “social”.
Kicillof dedicó parte de su discurso a atacar a las organizaciones sociales que participaron de la lucha junto a las familias. “Acá solo tuvieron voz aquellos que querían que esto termine en forma violenta”, dijo. La orden del juez fue cumplida por 4.000 efectivos a cargo de Berni, tres días antes de que venciera el plazo para el desalojo. La policía irrumpió quemando las precarias casillas y las pocas pertenencias que tenían todavía los ocupantes de la toma. Sin embargo, para Kicillof, esto fue “actuar de manera humana”.
Los sucesivos gobiernos bonaerenses nunca se orientaron a resolver el problema de la tierra y la vivienda para los trabajadores, sino más bien a beneficiar a los especuladores inmobiliarios con exenciones impositivas y otros ´estímulos´.
La pandemia colocó la cuestión de la vivienda en el centro de la agenda social, con toda crudeza. Las familias obreras se veían imposibilitadas de abandonar las pequeñas viviendas o piezas, que compartían entre varias personas para “autoaislarse” y prevenir la proliferación del COVID entre los suyos. La crisis habitacional que puso de manifiesto la pandemia es el reflejo de la incapacidad de este régimen de resolver algo tan inmediato como es el techo para las millones de familias bonaerenses.
A más de un año del brutal desalojo en Guernica, Kicillof montó una farsa. Como si fuera poco, para asegurar el escenario de esta “comedia”, la policía bonaerense montó un ´cordón sanitario´ alrededor del barrio Numancia, para evitar que las familias se acerquen a la conferencia de prensa. Luego del desalojo de Guernica se produjeron decenas de desalojos en el Conurbano y en todo el país, como el del Barrio El Carmen de Berisso, dejando a decenas de familias en la calle.
La lucha por la tierra y la vivienda se encuentra entre los principales reclamos de la agenda popular. La ocupación de Guernica mostró a la clase trabajadora abriendo una deliberación (y por su puesto una lucha) por su propio techo. Extender todas las conclusiones de esta enorme lucha tiene que formar parte del programa de salida que muestre la inviabilidad de este régimen que se encuentra al servicio del FMI.